Epílogo.

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La mitad del verano asomaba a los cielos un teñido espectacular, las cigarras cantaban y las luciérnagas aparecían parpadeando de aquí para allá. Japón en esas fechas era un deleite que tenía sabor a sandía fresca y a dango que reposaba en un plato aun lleno.

Había pasado un año luego desde todos los sucesos que marcaron a JongIn. Un año sin poder escuchar, ver y sentirse el mismo. En consecuencia de los engaños, los secretos, incluso de la decepción, él parecía no tener una sonrisa real, aunque se esforzara, el recuerdo de su hermano quitándose la vida era muy pesado.

Tan pronto como todo pasó, JongIn tomó una baja temporal, era de esperarse por lo que comprendiendo, TaeJoon facilitó su envío a Japón. También pidió que el nombre de su hermano no fuese revelado al mundo, sólo a la familia de las víctimas que seguían aun muy consternadas. Las medios de comunicación no dieron muchos detalles, no revelaron tampoco identidades porque no existía nada de información, y tampoco pudieron indagar más cuando de la nada, la agente Yoon BoMi se convirtió en comandante. TaeJoon fue transferido y pasó a ser director de la policía en sur Corea.

Los rumores se fueron como el atardecer, escondiéndose hasta desaparecer.

JongIn mira con tranquilidad las luciérnagas, pensando si alguna de ellas podría explicarle de la enfermedad de su hermano. A pesar del tiempo, la herida seguía expuesta y dolía.

A su lado, haciendo mucho ruido en su llegada, SeHun se sienta a poca distancia, acomoda en el pecho su guitarra y comienza con pocos acordes a tocar. JongIn le mira de soslayo y no puede evitar que una media sonrisa se le escape.

—Creí que estarías trabajando —medita JongIn, cruzando sus piernas para estar cómodo—.  Me dijo Takumi que tenían a un letrista nuevo.

—Sería estúpido para mí pagar un letrista cuando yo soy quien puede escribir las canciones.

—¿Y el disco? ¿Cuándo sale?

—Inicios de otoño —aun hablando SeHun sigue rasgado las cuerdas, esperando a que el moreno detecte la melodía—. He tenido suerte gracias a ti, eres mi amuleto.

—Te creí.

—No estoy mintiendo.

El arrullo que JongIn siente de repente es tanto, que la paz llega a todo su cuerpo para relajarlo. Con la canción a su lado, él se permite pensar una vez más en el pasado, queriendo hablar con SeHun de ello.

—¿Por qué crees que KyungSoo los haya matado? —pregunta y SeHun no para de tocar— todos opinaron tantas cosas que yo no supe qué creer.

—Tenía esquizofrenia, JongIn. Su cerebro lo llevaba a hacer cosas que no quería, que no sentía.

—Pero lo hizo.

—¿Estás ensuciando la memoria de tu hermano?

—Sólo quiero saber.

SeHun deja la canción ahí, donde medita sus palabras cuando deja el instrumento a un lado. Sus brazos se extienden al rededor de JongIn y él apoya su cabeza en la adversa, balanceándose juntos en una canción que sólo hace ruido en su cabeza.

—Lu Han también buscó eso, él estaba tan empeñado en tener el poder, que ni con dinero saciaba su necesidad —explica el tatuado, acariciando con sus dedos las mejillas del moreno—. No sólo quería obtener la atención de todo el mundo, sino que lo quería todo. A mí, a ChanYeol, a EunJi y a su hermano incluso. Él sabía de ti y planeaba dañarte por mi culpa. Tu hermano sólo te defendió.

—¿Y YiXing? El era... grandioso.

—Intentaré no sentirme celoso por ello —ambos ríen y es el cantante quien se encoge en hombros—. Creo que fueron celos, sólo eso.

—Ha pasado mucho tiempo, pero la imagen sigue viva en mi cabeza. Cuando cierro los ojos, sólo puedo ver el rostro de KyungSoo pidiéndome ayuda.

—Él estaba encerrado en su propia cárcel, pero no fuiste tú quien lo metió ahí.

—Sin embargo duele.

SeHun echa para atrás su cabello y luego, con bastante delicadeza, deja que el cuerpo de JongIn se recueste sobre la caliente madera. El moreno no obteja nada y en cambio, se deja consentir en esa posición. SeHun coloca su cabeza en el pecho de JongIn y este le sonríe, antes de que el otro haga un sonido muy tierno.

—Tum, tum, tum —canturrea SeHun riéndose muy bajo— ese es tu corazón y tu corazón no grita "peligro". Yo escucho que sólo dice "estoy cansado". Así que basta Jong, no lo canses más.

—Lo siento.

—Perdona a tu hermano —insiste SeHun—, perdona a Lu Han y a tus padres. Es bueno perdonar a todos quienes te han hecho daño aunque nunca se disculparon. Necesitas perdonar, y no porque ellos merezcan el perdón, sino porque tu mereces paz.

—Te amo, SeHun.

—Yo te amo a ti, JongIn. ¿Y la verdad? Debes amarme, porque yo no sé amarme si tú no me amas.

Con un beso en sus labios se sella una promesa, una que no necesita verbalizarse. Podrían pasar años y la memoria no borraría el dolor, pero era decisión de JongIn seguir sufriendo o no. Y ahí mientras besaba a su amado, pensó que no podía alargar su luto, porque nada era ya más importante que su presente.





TRAPNEST »KaiHunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora