Capitulo 1.

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Lunes. Diganme, ¿hay algo mas agotador que ese día? Cuando la rutina comienza nuevamente, entrenar, aprender demonología, antiguas lenguas y símbolos, asistir a la escuela con diversos círculos sociales. Se oye pesado, ¿verdad? Agotador. Pero no para mi, me gustaba entrenar para matar demonios, y por mas pesadas que fueran las materias, me gustaba esa victoria cuando ya las aprendía.
Me levanté y fui al baño, al verme al espejo pude ver mi desordenado cabello pelirrojo, ¿acaso no podía quedarse bello como el de Jessica Rabbit?
Cepille mis dientes, lavé mi cara y procedí a peinarme. Saben, creo que prefiero pelear con demonios que con mi cabello.
Baje a desayunar ya vestida con un jean y una remera de tirantes.
- ¿Otra vez te demoraste peleando con tu cabello? -Pregunto mi madre.
Oh si, olvide decirlo en esta casa les diverte burlarse de mi cabello. Mi madre me dio una sonrisa cálida y divertida, de esas que dicen: "no te enojes, solo bromeaba."
Yo era muy parecida a mi madre, ojos verdes y cabello rojo, la única diferencia era que su cabello no era rebelde.
- ¿Que hay de comer? -. Y este es mi hermano pequeño, Joel. Tiene nueve años y él tiene él cabello rubio y ojos azules de papá.
- Joel, ¿como es que aun sigues en pijama? Ve a cambiarte para ir a la escuela. -dijo mi Madre.
- Pero, Clara aun sigue en pantuflas.
Baje la vista a mis pies, sip, olvide mis zapatillas.
- Ya me las iba a poner. Las deje en la sala ayer.-Respondí.
-Clara te dije que no quiero tus zapatos por toda la casa. La próxima se los regalo a los vecinos.
- Mensaje recibido.- Respondí.
Me puse mis zapatillas negras y me senté a desayunar.
Debía destacar que mama cocinaba muy bien, panqueques con todo lo que quisieras ponerles. Les unte crema chantillí y les puse chispas de chocolate.
Mama decía que un buen desayuno, siempre ayudaba a comenzar él día.
- Ha llamado tu padre, Clara. Dice que lo llames en cuanto llegues de la escuela.
- Esta bien.- Mis padres no estaban juntos, mi padre se había ido cuando Joel cumplió los cuatro años. Mama siempre decía que nos quería mucho, pero casi ni lo veíamos, él solo llamaba.
Terminamos de desayunar, nos despedimos de mamá y salimos caminando hacia la escuela.
- Deberías pedirle a papa un auto y sacar la licencia para así no tendría que caminar mas. ¡Siempre envía los mejores Regalos!- dijo de repente mi hermano.
- ¿Para así no tendrías que caminar mas? Yo no seré tu chofer.- Trate de verme enojada pero me costaba ocultar mi sonrisa.
- Dije tendríamos.- Respondió poniendo énfasis en la palabra "tendríamos".- Así ninguno de los dos se cansaría antes de llegar a la aburrida escuela.
Puse los ojos en blanco, amaba a mi hermano siempre salia con alguna ocurrencia nueva.
Llegamos a la escuela y me despedí de él ya que entrábamos por distintos lugares.
- ¡Claaaaaraaaa!
Me di la vuelta reconociendo la voz de Melisa, mi mejor amiga. En cuanto llegó hasta mi me dio un abrazo.
- ¡Uf! Siempre me ganas en llegar. No puedo entender como tienes tanta energía. ¿Que no sabes que día es hoy?
- Hummmm... ¿Lunes?- pregunte dudosa.
- ¡Exacto! ¡Lunes!- Exclamó elevando los brazos.- Es prácticamente una ley que todos estemos lentos los lunes.
- Es que estaba contenta porque te vería.- Respondí batiendo las pestañas.
- Me viste ayer. Pasamos toda la tatde comiendo helado y viendo películas dramáticas.
-Si, pero aun así te extrañaba.
Puso cara de incredulidad al saber que mentía.
- Sera mejor que entremos, tenemos latín en la primer ho...- Me callé bruscamente al observar a un chico de cabello dorado y ojos color miel. El no tardó en devolverme la mirada. Era como si estuviéramos inmersos uno en él otro. Mi corazón comenzó a latir desbocado y no entendía por qué. Era la primera vez que lo veía, y no podía apartar la vista de él.

No todo lo que es oro brilla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora