Capítulo 26 | La Invitación

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Las dos primeras semanas fueron frenéticas. La adaptación al nuevo local se estaba haciendo en medio de mucho trabajo, y aunque adoptaron la misma rutina que tenían, no podían evitar ciertos pequeños cambios que se iban introduciendo poco a

poco en su vida laboral.

Aquel martes por la mañana, Julia se encontraba haciendo la visita habitual al hotel que someterían a juicio esa semana y Lena se ocupaba de todo lo demás; aquella tarde, cuando élla regresara tomaría el relevo y ella se marcharía. Ignoraba los comentarios de Nastya de que si iban juntas ahorrarían en gasolina y quizás en dietas, pero se negaba a hacerlo.

Si volvía a compartir un viaje con Julia, si seguía viéndole como mujer en vez de como compañera de trabajo, el esfuerzo que estaba haciendo para mantener su relación en el ámbito laboral iba a irse al carajo, estaba segura.... Cada mañana, la imagen de élla al aparecer en las nuevas instalaciones se le hacia más atractiva, cada día le apetecía más enterrar sus dedos en ese pelo revuelto e indomable.

Incluso una vez se había sorprendido a sí misma imaginando qué aspecto tendría si se lo dejara crecer un poco más.... Inmediatamente desechaba esas ideas sobre su físico y se metía de lleno en el trabajo para no pensar.

Para no aceptar que cada día se sentía más atraída por élla, aunque a sí misma se dijera que lo tenía controlado.... Olga entró con la correspondencia, y depositó sobre la mesa de Lena varias cartas.

Esta seleccionó y apartó algunas de ellas para responderlas más tarde y dejó para el final una que le llamó poderosamente la atención.

Tenía el logotipo de la cadena de resorts de la familia de Julia, y aunque pensó que se trataría de alguna petición para que promocionasen un hotel concreto, le extrañó que estuviera dirigida a su nombre y no al de Julia ni al de la sociedad que ambas habían formado.

Abrió el sobre y encontró una cartulina escrita con letra cursiva y dorada, con una invitación a su nombre para una fiesta en una dirección de Ekaterimburgo....

Se quedó un rato mirando el rectángulo de papel sin comprender muy bien qué tenía delante. ¿El padre de Julia la invitaba a una fiesta? ¿Por qué?

Decidió llamarle antes de responder; no le gustaban las fiestas de sociedad, durante un tiempo de su vida había asistido a un montón de ellas y había acabado odiándolas, pero tampoco quería defraudar al padre de Julia.

A pesar de que había hecho lo indecible para sacarla de la publicación de Blisoko, era el padre de Julia.

Si se daba prisa podía localizarla antes de que emprendiera el regreso a Moscu.... Élla respondió al instante.

—Hola, corazon; buenos días.

—Buenos días, Julia. ¿Te tome en mal momento?

—Voy conduciendo, pero tengo puesto el manos libres. ¿Qué ocurre?

—He recibido una carta muy rara de tu padre. Una invitación, más bien.

—¿De mi padre?

—Sí, para una fiesta que se va a celebrar en algún lugar de Ekaterimburgo.

—Joder con ese asunto.

—¿Sabes de qué va esto?

—Lo intuyo, encanto. Y te juro que no he tenido nada que ver. Palabra de Volkova.

—¿Qué pasa? ¿Me lo quieres explicar? Deja de hacerte la misteriosa conmigo.

—¿Es para el día ocho de junio?

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