Había una vez...

Tercer Reto

*Si pudieras ir de vacaciones a cualquier lugar del mundo, ¿a dónde irías? Usa detalles vividos y prosa para describir la experiencia que te gustaría tener.*

Cuando tenía ocho años, tenía ciertos privilegios. Uno tiene el derecho de divertirse, de aprender cosas, de sentir felicidad, de sentir angustia, de sentir miedo... A cierta edad, uno no se permite sentir nada, y si lo siente, no se permite demostrarlo.

Pero como les decía, tenía ciertos privilegios, y el mayor de todos ellos, era que mis padres me llevaran de vacaciones. Pero no nos adelantemos. Primero quiero contarles quién soy y por qué estoy tan desesperado por volver a tener ocho años y vivir bajo el brazo protector de mi madre.

En este momento estoy sentado en la camilla del hospital, me llamo Nahuel y tengo cuarenta y dos años de edad. Si, las canas ya se me notan, pero a las mujeres les parece sexy ¿No? Como sea, estoy casado y tengo un hijo pequeño, que es una réplica exacta a mi yo de diez años, pero ya pasó mucho tiempo desde eso.

Lo que ustedes quieren saber es por qué estoy en un hospital. Bueno, estaba de viaje con mis padres, íbamos a visitar a una prima a la que le falleció su madre, es decir, mi tía. Preferí dejar a mi familia en casa, porque de todas formas no conocen esa parte de mis parientes, y fue por lejos la mejor decisión de mi vida.

Teníamos que viajar de noche hasta Córdoba, ya que nos enteramos de lo sucedido por la tarde, pero el problema fue cuando un camionero se quedó dormido cerca de las tres de la mañana. Se desvió de carril e impactó contra nuestro pequeño coche de frente.

Mi madre y mi padre fallecieron en el acto.

Yo me salvé por estar sentado en la parte trasera, como un niño pequeño.

Pero aún puedo mover mis manos, un poco mi pie derecho, y utilizar la boca. El resto de mi cuerpo está inmóvil, ya sea por yesos, o porque no lo siento. Mi hijo me mira con lástima.

Pero, lo que yo quería contar en realidad, es que quiero volver a tener ocho años. Es por ir a la playa con mis padres. Meter mis pies en el agua, solo porque mi madre no me dejaba adentrarme más, y sentir el agua fría yendo y viniendo por la arena.

Recuerdo que cerraba los ojos, y dejaba que el viento impactara en mis mejillas, trayendo algún que otro grano de arena que se quedaba sobre mi piel. El susurro de la brisa sobre el mar, quemarme los pies al ir descalzo, oler el aroma marino y salado...

La risa de mi mamá al verme jugar al fútbol con mi padre, y que él cayera a la arena siempre, porque yo era muy pequeño y escurridizo. Mi papá fumando un pucho en la orilla del agua, mientras miraba el horizonte y yo me preguntaba qué podía estar pensando un adulto.

El ir a pescar al muelle, la alegría de haber sacado un pez del tamaño de mi mano pequeña, y sentirme el mejor pescador del mundo. Saludar al pececito mientras lo devolvía al agua, y mis padres abrazándose mientras yo jugaba a ser un profesional.

A los ocho años, yo era feliz, y sabía que era feliz, pero ¿Mi hijo lo será?

Voy a salir de esta, y lo voy a llevar a la playa conmigo. Y que se vaya a la mierda mi jefe, porque el único que va a decidir sobre mi vida, es Agustín.

~Mariana Sardanelli ♥~

Pucho: Cigarrillo de tabaco en Argentina