Capítulo VI - Sorpresas

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CAPÍTULO VI – Sorpresas

El concierto había sido genial. Mark tenía entradas a la zona VIP, por lo que no tuve que volver a toparme con Dylan o la estúpida de su novia.

Aún se me ponía cara de boba cuando me acordaba del final de la velada. Mark me había acompañado hasta casa, como un buen caballero, y tras una corta charla me había besado de forma tímida pero arrebatadora. Sin embargo, no había sentido las mariposas en el estómago como me pasaba cuando Dylan tomaba mis labios entre los suyos.

Cuando llegué a casa, mi hermana me esperaba para que le contase todos los detalles del concierto. Le conté como se había comportado Mark, siendo muy caballeroso y atento todo el tiempo conmigo, como me había acompañado a casa y como habíamos terminado con un beso la noche. Lo que no le dije fue el momento en el que me encontré a Dylan. No sabía porque, pero no era capaz de contarle mis sentimientos a Mía. Mi hermana. Mi mejor amiga.

Al día siguiente del concierto era sábado, por lo que podía dormir tranquilamente. A eso de las doce del medio día me desperté, debido al trajín que estaba habiendo en la planta baja de la casa. Adormilada me puse una fina bata de raso verde, a conjunto con el pijama corto, y bajé a ver que era todo ese ruido. Las criadas iban de un lado a otro, mi hermana perseguía a sus hijos, y James hablaba en alemán por el teléfono.

-Tía.- gritó la pequeña Caroline mientras extendía sus brazos para que la aupara.

-Buenos días, princesita.- le di un beso en la mejilla a modo de saludo.

-Por fin te despiertas.- mi hermana apareció con Efram subido a su espalda.- He reservado mesa en el Ivy, ¿te vienes?

-Sí, estoy muerta de hambre.

-Pues ve a cambiarte, te esperamos.

Volví a mi cuarto con la pequeña aún en brazos. La deposite sobre la cama mientras yo me duchaba rápidamente y luego habría mi armario para decidir que ponerme. Al final escogí un vestido blanco corto palabra de honor de Prada, un bolso birkin de Hermès y unas preciosas sandalias de Jimmy Choos. Dejé mi pelo suelto, maquillé ligeramente, resaltando mis ojos, y bajé de nuevo a la sala de estar con Caroline cogida de mi mano.

En la plata baja ya estaba todos esperándome. En cuanto me vieron James se acercó a mí para tomar a Caroline en sus brazos y salir a la calle.

-No, la llevo bien.- él asintió mientras yo cogía a la niña en brazos.

-Oculta su rostro, la casa está rodeada de fotógrafos.- parecía algo molesto.- Se ha filtrado que nos vamos a Alemania y quieren saber para qué.

-De acuerdo.- sujeté a Caroline con un brazo y saqué unas gafas de sol del bolso para ponérmelas.

Los cinco juntos salimos de la casa a tiempo de ver como decenas periodistas sacaban fotos y hacían preguntas a Mía y James. Mi hermana trataba de cubrir la cara de su hijo para evitar que fuera fotografiado, mientras yo hacia lo mismo con Caroline y James me tomaba por la cintura para guiarme.

Años atrás, ellos habían decidido darles rienda suelta a los periodistas, y no tenían problemas en contestar preguntas, desmentir o confirmar rumores, o simplemente ser entrevistados. No en vano, mi hermana y yo éramos las dueñas de una revista de prensa rosa y moda. Pero cuando nacieron los mellizos la cosa cambió, se volvieron más celosos de su intimidad e intentaban evitar la prensa, especialmente cuando salían con sus hijos.

Subimos al coche una vez que los guardaespaldas de mis padres nos rescataron del tsunami de reporteros, y partimos hacia el restaurante. Llegamos en seguida, y tras recibir las ordenes de mi cuñado, los guardaespaldas se dispusieron en una mesa conjunta a la nuestra.

Amor de Contraportada [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora