+Historia temporal.
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Si no te aparecen los capít...
Entreabrí los ojos a la mañana siguiente y Dinah entraba a la habitación con una taza de café humeante.
–¿Cómo te sientes?
–Dime que ese café es para mí –Dinah sonrió y estiró la mano hacia mí, mientras miraba hacia la puerta por sobre su hombro. Me dio dos segundos para saborear un poco de cafeína y activar mi cerebro otra vez –. Celestial. Gracias. Ahora quiero irme a casa, hada madrina.
La puerta se abrió de nuevo, y en un pase rápido, el vaso de papel pasó de mis manos a las de Dinah. Era el mismo médico que me había atendido el día anterior.
–Buenos días, señora Benson.
–Buenos días –respondí.
–¿Cómo pasó la noche?
–Sin un sobresalto –dije sonriente mientras me incorporaba en la cama. El doctor miró a Dinah de costado que asintió con énfasis. Caminó hasta mi cama y ojeó el registro que colgaba a los pies.
–Quisiera hacer un último estudio, si me lo permite.
–Si eso hace que vuelva a mi casa antes, sí.
–Pedí una tomografía para la que ya tiene turno en veinte minutos, después podrá desayunar. ¿Pudo recordar algo más?
–Vagamente –Evadí sus ojos y choqué con los de Dinah, más interesados en lo que no recordaba, o lo que no quería contar.
–No se preocupe, los eventos traumáticos suelen ser bloqueados.
–Lo sé –repliqué con tristeza.
–Le indicaré visitar a su médico de cabecera y un neurólogo para controlar que este episodio no tenga que ver con epilepsia.
–La última vez que me pasó me hicieron todos los estudios y se descartó la epilepsia –El médico me interrumpió.
–Nunca está de más –Levantó dos hojas más de la historia clínica y sonrió mientras ponía su mano en mi muñeca, y leía el tiempo en su reloj–. Sus análisis de sangre son impecables. No está anémica, ni siquiera tiene exceso de colesterol. No está embarazada.
–Gracias, doctor –Eso ya lo sabía. Con mis últimas faltas, pese a tener un DIU último modelo, me había hecho dos test caseros para descartar un embarazo. El doctor Kramer, mi ginecólogo y obstetra de cabecera, había insinuado una posibilidad pero me resistía de plano siquiera a considerarlo: Menopausia temprana.
–Iré a preparar todo para la tomografía –En cuanto el médico abandonó la habitación, estire la mano para arrebatarle a Dinah el vaso de café, pero ella lo alejó de mí.
–Necesito cafeína.
–Tendrás que esperar a que te hagan la tomografía –Cerré los ojos con fuerza, presa de un súbito dolor de cabeza–. Vamos Mila, lo que no nos mata nos hace más fuertes.
En ese momento alguien abrió la puerta.
Reconocí a esa persona de inmediato y mi corazón dudó entre detenerse para siempre o escapar corriendo de mi pecho, trastabillando ante la revelación. Sin embargo, no era la persona que esperaba, y solo un verdadero fanático de Lauren hubiera encontrado un parecido entre los dos: en el caso de Chris, su hermano menor, los ojos eran el nexo, aunque los de él eran de un marrón oscuro. Tenía el pelo castaño y su contextura física era atlética. Antoine, es su hermano mayor, y es como la propia versión masculina de Lauren. Los tres son completamente hermosos, pero mi debilidad es la única mujer entre ellos, para mi, ella es la Jauregui mas atractiva.
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Chris esperó parado en la puerta, mirando sin avanzar, analizando la escena con cuidado. Dinah lo miró de arriba abajo y después me miró a mí, desencajada.
–Disculpe, ¿usted tuvo ayer un accidente en la calle Applemille en Hertford? –Me incorporé y Dinah se acercó para captar todo aquello que no fuera verbal.
–Sí.
–Mi nombre es Chris –Traté de controlar mi respiración, pero me delaté de inmediato. Dinah me miraba con los ojos muy abiertos, creando la ecuación equivocada–. Mi madre llamó al 999 cuando sintió el choque. Queríamos saber cómo estaba.
–Bien. Gracias –Chris hizo una seña sobre su rostro preguntando por mis vendajes–. No es nada. El golpe del airbag me lastimó, pero son solo hematomas y un corte pequeño.
–¿Por qué la retienen, entonces? –Mis ojos vagaron hacia la puerta, buscando si quizás, ella estaría allí.
–Me dejaron en observación.
–Oh, lo siento –La sensación de que ya no quedaba más por decir me desesperó y las palabras salieron de mis labios a borbotones.
–Pero hoy me darán el alta. Iré el lunes a mi médico y a un neurólogo para hacerme todos los estudios correspondientes y descartar cualquier problema. Por suerte, pasé una buena noche –Chris avanzó en la habitación hacia mi cama mientras yo me incorporaba. Estiré una mano y él leyó la desesperación en mis ojos. Dinah retrocedió incrédula, incapaz de creer lo que estaba viendo. Chris tomó mi mano en la suya y se inclinó sobre mí para escuchar mis susurros ahogados en lágrimas–. Dígale a su... madre... que me salvó la vida... que si no hubiera sido por ella...
Se acercó aún más hasta abrazarme y consolarme. La congoja me ganó el pecho y descargué todos mis nervios y mi angustia en su hombro.
–No te preocupes. Todo está bien.
–Gracias... gracias... –Me separé un momento y me limpié la cara con la mano. Dinah no salía de su asombro.
–Es un gran alivio saber que está bien. Mi casa es un alboroto desde ayer. Mi madre tiene un gran sentido de –Entornó los ojos y me miró de nuevo–... la conciencia cívica.
–Gracias. Dile que... le debo la vida.
–Que siga bien –Apretó mis manos una sola vez y se levantó de la cama. Saludó a Dinah con un gesto de la cabeza y abandonó la habitación, la puerta cerrándose despacio y en silencio detrás de él. Dinah ni siquiera me miró, salió siguiendo al muchacho mientras yo me dejaba caer en la cama, llorando. No sé cuánto tardó en regresar.
–¿Quién era él?
–El hijo de la mujer que me salvó la vida.
–Mierda Mila, miénteme una vez más y te voy a golpear hasta que sangres.
–¡Hazlo! –Una camilla entró y la enfermera nos miró severamente.
–Señora Benson, la llevaremos a hacer la tomografía ahora –Dinah se apoyó contra la pared masticando su enojo y me pasaron a la camilla. Salí de la habitación sin mirar atrás.
Después de los resultados de la tomografía, impecables como los anteriores, por fin me dieron el alta. David vino a buscarme con los niños en una camioneta que la compañía de seguros nos prestaría hasta que nos devolvieran la nuestra reparada. No quería saber cómo había quedado.
Dinah se marchó mientras subía a la parte de atrás con Drew sentado en mi regazo, rodeada de Dylan y Damián. Viajamos en silencio hasta nuestra casa.
Me acosté de inmediato y los tres se acostaron conmigo. Los cuatro.
Apagamos la luz y volvimos a dormir. Ellos durmieron, era claro que no habían podido hacerlo la noche anterior. Las respiraciones tranquilas de los cuatro hombres que amaba llenaban el ambiente y me hacían sentir protegida, serena... amada.
Sin embargo, yo estaba enfocada en otro lugar: el único rayo de luz que se colaba por la ventana, débil, delgado, un intruso etéreo pero desafiante, traspasaba la densa oscuridad impuesta por las cortinas, para llegar a tocar, en un punto apenas, el borde de la cama.
Encadenada por mis afectos, sin querer apartarme de ellos, mire la pesada cortina por donde el halo de luz se abría paso, sabiendo que detrás de ella estaba el Sol que me encandilaría si lo miraba de frente, que me hacía colapsar con su sola presencia, que ansiaba en color y calor, desesperada como si nunca lo hubiera visto, segura de que me dejaría ciega una vez más.
Me hundí en las almohadas mientras mis lágrimas caían de nuevo. Apreté los ojos negándome a ver la imagen que llenaba mi mente en ese momento.
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-Christopher Jauregui
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-Antoine Jauregui
Capítulo sin revisión final, si ves un error, hazme saber. Gracias por leer <3