Cap. 33

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 Cuando desperté me encontraba acostada en la cama de la habitación, no supe en qué momento me quedé dormida, pero debió ser en la playa porque no recordaba haber regresado a la casa. Ross no estaba a mi lado y sentí un gran vacío, estaba acostumbrándome a despertar a su lado. Me puse la bata y bajé por un vaso de agua, escuché unos ruidos al fondo de la cocina y abrí una puerta que no había visto antes, solté el vaso que traía en las manos al ver a Ross sin camisa besando acaloradamente a una chica.

– Oh, por dios – exclamé mientras mis ojos se llenaban de lágrimas y ambos voltearon.
– Laura – dijo él separándose de la chica que se cerró la blusa.
– ¿Cómo has podido?, eres un cínico desvergonzado – grité corriendo de ahí.
– Escúchame, por favor – pidió atajándome de un brazo.
– Suéltame, no quiero que vuelvas a tocarme, eres de lo peor.
– Laura, debes creerme cuando te digo que te amo, en verdad eso siento por ti, pero... sí, soy muy débil, no puedo evitarlo.
– ¿Y así dices amarme?, ¿aceptando que te enredaras con quien sea?
– LAura, no llores, por favor, no me gusta verte llorar.
– Eres un infeliz Ross Lynch , no vales la pena.
– Tal vez tienes razón, pero... ¿nunca has tenido una adicción en tu vida?, aunque trates y trates de dejarla es más fuerte que tú y eso me pasa a mí... soy un adicto.
– Eres un desgraciado, eso es lo que eres y no quiero volver a verte el resto de mi vida, quédate con tu adicción y a mí déjame en paz.
– Laura, por favor, ya no llores – me sujetó por los hombros – no llores, Laura, escúchame Laura... ¡Despierta!, despierta por favor.

Abrí los ojos y Ross me miraba asustando sujetándome por los hombros, estábamos en mi departamento, y de pronto caí en la cuenta que hacía una semana que habíamos regresado después de pasar la fiesta de año nuevo con su familia. Yo estaba sollozando por el sueño que acababa de tener y lo abracé fuertemente.

– Todo fue una pesadilla, corazón, cálmate por favor.
– Fue tan real, todo fue tan real – respondí entre lágrimas.
– Pero no lo era, ¿qué soñaste mi amor que te alteró tanto? – preguntó mientras me acariciaba la espalda tratando de consolarme.
– A ti... estabas con otra y... – no pude continuar, el llanto me quebró la voz.
– Mi amor, jamás te engañaría – tomó mi rostro entre sus manos – te amo, por favor, grábatelo bien, tú eres la única mujer que hay en mi mente y en mi corazón.

Me dio un corto beso en los labios, pero yo lo sujete fuertemente y se lo devolví frenética, quería asegurarme que esto fuera real, que en verdad estaba él, ahí, en mi cama, conmigo, creo que lo desconcerté, pero me correspondió el beso con la misma intensidad, besé desesperada su cuello mientras mis manos bajaban su bóxer.

– Demuéstrame que me amas y que soy la única para ti – susurré en su oído.

Ross me envolvió en sus brazos y me recostó, me quitó la ropa interior y se colocó encima de mí, me besó apasionadamente, pero a la vez con ternura mientras deslizaba su mano por mi contorno, yo enredé mis piernas en su cintura, estaba demasiado desesperada por sentirlo dentro, no sé si por el sueño, pero quería que me hiciera suya en ese instante, sin más preámbulos. Me miró un tanto inseguro, quería prolongar el momento, como siempre lo hacía, pero ejercí fuerza con mis piernas y entró en mí de golpe, me arqueé al sentirlo y me aferré a su espalda, moviéndome rápidamente, marcándole el ritmo que deseaba.

– Te amo Laura – susurró en mi oído con la voz retorcida moviéndose en mi interior.
– Repítelo – pedí con mi voz entre cortada.
– Te amo – volvió a decir continuando con sus embestidas.
– Dilo otra vez – supliqué casi enterrándole mis uñas.
– Te amo, te amo, te amo – dijo una y otra vez mientras sentía como ambos llegábamos al orgasmo.
– Yo también te amo Ross, te amo como jamás lo imaginé, por eso me asusta la idea de pensar que puedas estar con alguien más.
– No podría volver a estar con nadie más que no fuera contigo – dijo en mis labios mirándome fijamente a los ojos – eres mi primera, mi última, mi todo – agregó frotando mi nariz con la suya.
– Te amo Ross.
– Y yo también a ti corazón, vamos, trata de dormir otro poco, apenas son las cuatro.

Eres Mi Tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora