II

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—Joven Derián, es un honor tenerlo en mi humilde taller. ¿Qué lo trae por aquí? —decía un anciano, mientras se limpiaba sus arrugadas manos y caminaba en dirección del joven.

—Yo… —el príncipe por un instante olvidó a qué iba—. Yo vine a charlar un poco con usted.

—¿Sobre qué? He escuchado que su padre enfermó de gravedad.

—Sí, aún está mal. Pues he venido para hablar sobre eso, o algo así. Me han dicho que hay un mago todopoderoso que ha curado de todo. Necesito localizarlo para poder curar a mi padre, pero nadie sabe con exactitud dónde está.

El anciano pensó por un instante.

—Yo sé dónde está —los ojos azules de Derián se abrieron de par en par— pero lamentablemente yo no lo puedo llevar hasta allá. Conozco a alguien de sus soldados que podría llevarlo. Su nombre es…

—¡Abuelo! —una joven con armadura se hizo presente dentro del taller.

—¡Hija! Llegaste justo a tiempo. Le decía al joven que tú lo podrías acompañar hasta Lionara.

Entonces el mago sí está en Lionara. ¿Eso significa que los rumores son ciertos? ¿El mago querrá matarme? Pensó el príncipe. Cuando salió de sus pensamientos, ya tenía la mano de la joven en frente. Rápidamente la tomó, y antes de que pudiera besarla (como se saludaba a una dama), ella la estrechó.

—Mucho gusto. Soy Tiana Breaksun, comandante…

—De la primera división de ataque del rey. Lo sé. Soy Derián Thundermaine, prín…

—Príncipe de Itova, hijo del rey Ulides y la reina Aissa. No lo reconozco sin la corona. Un gusto, su majestad —y se arrodilló ante él, haciendo una reverencia. Antes de que su rodilla llegara al piso, él la detuvo y la levantó.

—No, no es necesario. El gusto es mío, señorita —y le sonrió. Tiana correspondió de la misma manera. ¡Qué bonita sonrisa!, quisiera una niña con la misma… Un momento, yo vine a otra cosa, pensó el príncipe y se dirigió al señor:

—Disculpe que insista, pero en verdad necesito encontrar lo más pronto posible al mago.

—Oh, claro. Le decía, que mi nieta Tiana puede llevarlo a la siguiente pista.

—Un momento, ¿me está diciendo que no sabe dónde está el hechicero?

—Sí sé, pero juré no decirlo. Le debo mucho al mago, y el precio que pago es lealtad con mi silencio. Quien sí sabe, es el Dragón de la Memoria, en Megadalon. Para llegar a él deben de ir primero con el guardián del rubí. Tiana —dijo dirigiéndose a la chica—, sabes cómo llegar con el guardián. Mucha suerte, jóvenes —y el anciano se fue. Ambos jóvenes comenzaron a caminar hacia la puerta.

—Bueno, señor príncipe…

—Derián. Puede decirme Derián —dijo mientras abría la puerta del taller de renovación.

—Bien. Derián, dígame ¿cuándo empezamos el viaje?

—Mañana al amanecer estaría perfecto. ¿Le parece bien?

—Me parece perfecto. Mañana al amanecer partiremos a donde está el guardián del rubí, a Preedad. Hasta mañana, Derián.

—Hasta mañana, Tiana —se despidió el príncipe con una sonrisa y subió a su caballo. Se marchó a trote suave, ya que Arthur estaba cansado.

La noche fue muy corta. Prácticamente en un abrir y cerrar de ojos, el alba comenzaba a acariciar las suaves praderas que rodeaban el castillo, y los rayos del sol entraban por la ventana del príncipe, iluminando sus párpados. Derián se despertó por la luz y recibió al día con una sonrisa triste porque, después de todo, no es fácil vivir con un padre enfermo. Rápidamente se puso de pie y se cambió. Un atuendo lo más casual posible no llamará la atención. Al terminar, fue por algo de desayunar y por Arthur.

—Arthur, levántate, es hora de irnos —dijo al llegar al establo.

—Sí, joven príncipe. No lo dejaría ir solo —contestó el caballo, luego de relinchar con un poco de pereza. Una silla de montar sencilla y provisiones fueron la carga del corcel blanco, quien fue montado y dirigido a la salida del castillo, en donde ya los esperaba ansiosa Tiana con su caballo negro, listos para emprender el viaje.

—Buenos días Derián.

—Buenos días Tiana. ¿Está lista?

—Nací lista. Vámonos —contestó ella sonriendo, y ambos comenzaron a galopar. A más tardar, esa misma tarde estarían con el guardián del rubí, y probablemente al siguiente amanecer en Megadalon. Dormir por la noche no estaba en sus planes, no había tiempo que perder. El camino fue silencioso y muy tranquilo, el joven Thundermaine iba detrás de la última Breaksun en el reino, y ella lo guiaba hacia Preedad, donde estaba el guardián.

El Origen de la ValentíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora