Capitulo VI

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¡Lola!, ¡Lola!, ¡Lola despierta!, ¡Lola, por favor despierta! ¡Lola...!

Abro los ojos de golpe, ¡mierda! Eso fue... intenso. Que mas da, no es la primera vez que revivo ese recuerdo.

Quito la sabana encima de mí, tengo mucho calor a pesar de estar en pleno febrero. Natasha subió demasiado la calefacción.

Mi mirada se posa en mi mano vendada y los recuerdos de la noche anterior me llegan. Cena no agradable, la abuela de Sharon, chica atacada, sangre, herida en la mano, drogas, ambulancia, hospital, Sharon con Arthur, la confección para nada romántica de Shep, la llegada a casa, los nervios de todos, mis nervios, la cara de Bolt al ver mi sangre. ¡Wohh! Demasiado para una noche, hace tiempo que no tenía este tipo de ambiente.

Me ciento al borde de la cama y empiezo a quitarme el vendaje de la mano. No se ve tan mal, alrededor de los puntos hay sangre seca, los toco y puedo sentir esa sensación al tener una herida recién hecha. Ese sentimiento no se ha ido del todo, pero, ¿como puedes olvidar algo que, esta igual de fresco como esta herida? Tal vez ya hallan pasado 4 años, pero para mi, es como si solo fuera sido unas semanas o incluso en unas horas atrás.

Me levanto de la cama, empiezo a estirarme un poco, para ver si consigo menos tensión en mi cuerpo, ¡Dios, pero que noche! Me siento como si fuera manejado toda una noche, en un asiento no muy cómodo. Termino de estirarme y me dirijo al baño, este esta como siempre y no me extraña, Natasha es muy ordenada y pulcra en cuanto a las cosas de su propiedad.

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Ya estando presentable, en muchos sentidos, bajo y no veo a nadie, mis hermanos y mi tía no están en casa. Es de esperarse, son las 2 de la tarde, tanto era el cansancio que dormí 11 horas seguidas, sin darme cuenta que todos se habían ido.

Decido ir por mi celular, justo esta en la encimera. Lo tomo y lo intento encender pero nada, esta muerto. Tomo el cargador auxiliar que esta en la cocina y lo pongo a cargar al lado del microondas. Voy a dejar que cargue un poco y luego lo enciendo.

Busco en la nevera algo para comer y no encuentro nada que me apetezca, de hecho, nada me apetece, lo que vi anoche no se borra de mi mente. Esa chica juraría que la había visto antes, pero, ¿donde? Su ojos, su cabello... ¡ahhh! No tiene sentido darle tantas vueltas al asunto.

Si, definitivamente no voy a comer, tengo el estomago revuelto. Salgo de la cocina y justo en ese momento comienza a sonar el teléfono de la casa, llego hasta la mesita que esta al lado de mi sillón favorito, me ciento antes de tomar el teléfono y contesto.

─ ¿Si? – digo con el teléfono pegado a mi oreja.

─ ¿Anik?

¿Pero que...? Esa voz... no puede ser

─ ¿Mamá? – digo si retener mis pensamientos. Mi voz se quiebra al pronunciar esa palabra – ¿mamá? – vuelvo a preguntar. Sacudo mis pensamientos y los aparto.

Al otro lado de la línea solo esta en completo silencio. Quito el teléfono de mi oreja para comprobar que no han colgado, pero no.

─ ¡Bueno! – digo al no recibir respuesta.

─ Disculpen, ¿se encuentra Anik Florean? – es la misma voz de hace un rato, pero su tono a cambiado – ¿se encuentra? – vuelve a repetir la mujer.

─ No, ella no esta – mi voz es suave y amable – ¿con quien hablo?

─ Soy una amiga del trabajo, me llamo Perla – su voz, su maldita voz – llamare mas tarde a su celular – ¡ya se! Es su acento, es español igual que el de mis hermanos y mío al hablar el francés – perdón por las molestias.

Linaje ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora