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No tuve que esperar mucho por su respuesta.

Nombre: Mario Seymour
Destinatario: Natasha Hall
Asunto: Usted

Mensaje

Usted tiene que prepararse para una boda.

Mario Seymour
Presidente de la corporación Seymour.

No podía creer que la que faltará fuera yo, pero no iba a pelear por esos tres días de trabajo, el no era tan estricto y además puedo tomar esos tres días como unas vacaciones por ese favor que le estoy haciendo que me cuesta mi libertad completa, además tres días no eran nada, se que me pasarían en un abrir y cerrar de ojos, además... Ya se quién será mi dama de honor.

****

Como lo había dicho tres días no fue nada, porque apenas tuve tiempo de hacer las cosas, afortunadamente Lesley acepto ser mi dama de honor, ayudándome demasiado en muchas cosas, aunque otras salieron mal, yo se que así como quedaron las cosas todo estará bien.

—No veo a Lesley—Menciono Patricia.

Estaba bastante nerviosa y no era presisamente porque me iba a casar, si no mi dama de honor nada que aparece y en cualquier momento llegarían por mi para llevarme a firmar mi condena.

—¿Donde estará?—Articule angustiada.

Patricia negó mientras le marcaba otra vez para ver si contestaba. Ella no era así, yo se que no me dejara plantada en este momento, tiene que existir algún motivo por el cual no ha llegado.

Estaba apunto de levantarme para salir a buscarla cuando se abre la puerta, suelto un suspiro cuando veo que es ella un poco agitada.

—Perdon la demora—Menciono entrando—, se había quedado sin gasolina el coche en el que venia.

Yo sonreí al ver que ahora sí podía salir sin ningún problema y justo a tiempo, porque en ese momento llegó mi hermano, al único que le había contado de que me casaría este día y al que le pedí que me entregara en el altar.

—¿Lista?—Pregunto extendiéndo la mano para que yo la agarrara.

—Si, llévame alla—Manifeste sin un grano de emoción.

Mi hermano sonrió y todos salimos de la habitación, desde la puerta hasta el altar había una alfombra roja que indicaba por donde debía pasar y mi hermano cumplió con llevarme por toda la alfombra, cuando ya habíamos llegado a la parte baja de la mansión, donde se encontraba el altar, pude apreciar la hombre que me había obligado a realizar esto, a cada uno de los presentes y a la señorita Rincón.

Llegamos al altar y mi hermano le ofreció mi mano a Mario que no se demoró en aceptarla con gusto, él me ayudó a ponerme en mi lugar y el resto tomo el suyo.

—Damas y caballeros estamos aquí presentes para celebrar la unión entre estas dos personas que se aman, Mario Seymour y Natasha Hall—Comenzo a narrar el padre—, ¿ambos están aquí por su libre cuenta y no fueron forzados?

Tenía unas ganas de responder no, pero eso no lo podía hacer.

—Si, padre—Respondimos los dos a la vez.

El padre siguió con la ceremonia mientras yo solo me limitaba a responder y a esperar el final de ese matrimonio, porque ya quería salir corriendo de ese lugar lo más rápido posible, ya estaba cansada y apenas acaba de empezar todo, así que prácticamente quería escapar antes de tiempo.

—Mario, ¿acepta usted a Natasha Hall, para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe?—Menciono el padre.

—Acepto—Respondio mi jefe con una enorme sonrisa.

Cómo no, si se evitó casarse con otra mujer odiosa, yo le salve su futuro.

—Natasha, ¿acepta usted a Mario Seymour, para amarlo, respetarlo hasta que la muerte los separe?—Ahora era mi turno de hablar.

—Acepto—Me límite a responder.

—Lo que Dios a unido que no los separe el hombre—Dijo el padre—, puede besar a la novia.

La última parte no me gustó mucho, pero tocaba cumplirla, así que voltee a ver a Mario y ambos nos acercamos un poco, él puso su mano en mi mejilla y me dio un suave beso.

—Felicidades para la señora y señor Seymour.

Los aplausos de todos los presentes se hicieron sonar con fuerza, dando por fin final a la ceremonia, ahora solo faltaba la fiesta y por fin podría descansar un poco de todos o al menos eso es lo que yo tengo planeado hacer. Ambos salimos del altar y nos dirigimos al interior de la casa mientras todos los invitados se organizaban al otro lado donde nos esperarian un rato.

—Aun me debes hablar sobre lo de los terminos—Comente cuando entramos a una habitación.

El me jalo y se sentó en la cama, luego me obligó a sentarme en sus piernas.

—Esta bien, ya se lo que pedirás y simplemente solo aceptaré estás que te voy a decir—Manifesto—, no te seré infiel, ni con Rincón, ni con ninguna otra, te daré espacio, pero si quiero coger lo haremos, no existe condón.

Yo abrí un poco los ojos—, ¿Cómo?

—No lo repetiré, solo acepto esas y ninguna otra más, fin del tema.

Sentí un poco de impotencia porque no me dejó hablar, pero a la vez tranquilidad porque dijo que sinceramente me sería fiel, aunque no se si me gusten mucho al otras condiciones creo que puedo vivir con ellas

Él me miro fijamente, pero yo voltee la mirada para otro lado de la habitación. Ni siguiera las habíamos socializado las condiciones, aunque podía vivir con ellas, me hubiera gustado socializarlas y llegar a un mutuo acuerdo, por ambas partes, como si el matrimonio fuera de verdad, aunque es de verdad ante la iglesia.

—¿Porque evitas mi mirada?—Pregunto.

No respondí absolutamente nada.al respecto, me quedé mirando fijamente.

—¿Que paso?—Pregunto.

Solté un suspiro un poco resignada, hoy era el día de mi boda y no me sentía muy emocionada, antes solo quería que todo esto se acabará lo antes posible, aunque mi cabeza no dejaba de recordarme que esto apenas comenzaba y que puede ser, y la peor parte llegue más adelante, ya que no había que olvidar que la señorita Rincón podía estar buscando la oportunidad de poner en evidencia alguna falta de Mario; ser más precisa, una infidelidad.




Una Noche Con MI JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora