Uno más que acertaba en el centro. Los alumnos allí presentes miraban a ese chico serio realizar su práctica diaria de lanzamiento de Shuriken. Siempre daba en el centro, daba igual lo que hiciera o el ángulo desde el que los lanzase, era bueno y cada día perfeccionaba más aún. Todo en su vida se regía por dos grandes ilusiones, ser como su hermano y que su padre le dijera cuán orgulloso estaba de él.
Itachi siempre le prometía entrenar juntos, pero al final... una misión nueva se interponía frustrando de esa forma sus planes. ¡Odiaba cuando eso pasaba! Pero también le alegraba, porque sabía que su hermano era un gran ninja, un prestigioso ANBU. Todos parecían querer su ayuda. Él, en cambio, debía conformarse con aquel golpecito que siempre le daba en la frente y sus palabras de "ahora no tengo tiempo, será la próxima vez".
Eso le frustraba, pero cuando entendía que su hermano estaba por ahí fuera, ayudando a otros y siendo el genio que todos decían que era, sonreía sin poder evitarlo. Admiraba a su hermano, quería ser como él. Muchas veces le había llevado para verle entrenar o de aventuras en el bosque. Puede que no le enseñase ninguna técnica, pero verle entrenar era todo un privilegio. Tampoco es que a Naruto le enseñase muchas técnicas, tan sólo le indicaba cómo controlar su chakra. ¡Eso no le hacía falta a él! Sabía controlarlo mucho mejor que Naruto, así que ambos estaban en la misma situación.
- Sasuke... se te está haciendo tarde. No querrás preocupar a tus padres, ¿verdad?
Aquella voz de Iruka hizo que Sasuke mirase hacia el resto de sus compañeros que ya recogían sus mochilas. La oscuridad era presente, pero él apenas se había percatado de la luz que desprendían las farolas de las calles. Se centraba en la diana y obviaba todo a su alrededor. Suspiró antes de empezar a caminar hacia la diana para quitar las estrellas Ninja allí clavadas. Quería recoger todo antes de volver a casa. Era cierto que podrían estar preocupados.
Seguramente su madre ya tendría lista la cena. El aroma de la carne llegaría a sus fosas nasales despertando a su estómago. Su padre leería algunos pergaminos y tomaría su típico té mientras su hermano se enfrascaba en las técnicas nuevas que querría aprender. Todo sería rutinario, pero la rutina le gustaba.
Las calles siempre transitadas, ahora estaban desiertas. Todos estarían cenando, resguardándose del frío de la noche. El tiempo estaba cambiando. Las nubes se aproximaban, era muy probable que lloviera a menos que el viento que soplaba del este las alejase. No sabía si prefería que lloviera o que hiciera viento. El viento traería frío, la lluvia, una humedad que detestaba. No quería tener que ir a clases los próximos días con lluvia.
Corrió a casa. La bolsa con sus libros y las armas golpeaba contra sus piernas mientras se movía, pero no quiso detenerse. Quería llegar pronto a casa, ver a sus padres y cenar. Pensaba en una buena ducha caliente, en la maravillosa comida que su madre preparaba y en cómo su hermano le ofrecería la mejor de sus sonrisas y le diría que sería imposible ir mañana a entrenar por alguna misión. En cambio, antes de dormir, Itachi rememoraría una de sus aventuras, contándole así un cuento de sus vivencias reales, intentando enseñarle una buena ética.
¡Oscuro! Así estaba su clan, completamente oscuro, pero no fue algo a lo que diera importancia. Llegaba tarde a casa y sólo quería entrar por la puerta lo antes posible, hasta que al girar una de las esquinas, se detuvo en seco. Había cuerpos tirados en el suelo y eso sí que no era para nada normal en su clan.
No podía ni moverse y hasta sintió un escalofrío recorrer su columna, sintiendo como si alguien le observase. Se giró con rapidez, aterrorizado y preocupado al mismo tiempo, pero nadie se encontraba allí. Estaba solo. Quizá por primera vez en mucho tiempo, prefirió no estar solo en aquel lugar, prefirió que su familia estuviera a su lado, que su hermano estuviera allí junto a él.
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Diario de Itachi Uchiha (Naruto: Minato-Itachi. Itachi-Naruto)
FanfictionItachi Uchiha era sólo un niño cuando entró a formar parte de los ANBU, el niño prodigio que no pidió a nadie más que a Minato Namikaze, el propio cuarto Hokage como su maestro y es que lo idolatraba, quería ser como él y esto le llevó a la grave co...