-Carlos -digo.
-Qué?
-Carlos -repito.
-Quién? -me mira.
-C-A-R-L-O-S -deletreo. Río.
-De qué hablas? -pregunta la rubia de cabello corto y ojos azules.
-Ves a ese chico, allá abajo, con gorra roja y camisa azul? -señalo.
-Cuál de los dos? -me mira-. Ambos tienen el mismo uniforme -vuelve la vista hacia ellos.
-El de cabello largo que bebe agua de una botella.
-Sí, lo veo. Qué pasa con él? -pregunta la rubia con blusa de pliegues.
-A él tienes que llamar para que nos baje de aquí.
-Y tú cómo sabes eso? Cómo sabes su nombre? -pregunta.
-Aproveché el momento en el que veíamos el acto de magia, hace un rato, y fui a conversar con él. Que no te intimide la cara que pone, es muy considerado. Aceptó hacerme este favorcillo de gratis.
-Cómo que "favorcillo"? -gira, lentamente, su rostro hacia mí, al mismo tiempo que alza sus cejas.
Silencio de mi parte.
-Espero respuesta.. -dice.
Río.
-Te quieres bajar o no? -vuelvo al tema principal, evitando responder.
-Está bien, pero esto no se queda así, eh? -advierte, y hace esa combinación de mueca y señal con la mano, que hace toda chica enojada.
Mientras la rueda sigue moviéndose, vamos descendiendo. Con cada segundo que pasa, la rubia de cabello corto ansía más y más el momento para bajar. Una vez estamos con los pies en la tierra, la detengo para quitarle el cinturón de seguridad que, en su euforia por bajar, olvidó que llevaba puesto.
-Ya cariño, estás libre de la máquina.. pero no de mí -río.
Procedemos a salir del asiento, y mientras otro empleado nos conduce hasta la salida del área, empiezo a sentir algo en mi estómago.
-Siento algo en mi estómago -digo.
-Quizás sea toda la maldad que hay en ti, afectándote internamente -río ante su comentario.
-No. Es en serio. Creo que voy a.. voy a..
*Buah.
Y vomité, ahí, justo en el suelo, cerca de una niña que se comía un algodón de azúcar, el cuál arrojó al suelo y salió corriendo hasta donde estaba su madre, la cual vino a reclamar el por qué había vomitado sobre su hija.
-Señora, aléjese, si vomité y le cayó a su hija, eso no es culpa mía. Yo qué sabía que ella estaba ahí. Debe prestar más atención a lo que anda haciendo su hija. Estas personas de hoy.. dejando a sus hijos con extraños, puedes creerlo? -me dirijo a la rubia de cabello corto.
-Eh.. sí. Es.. es un horror! -coloca su mano en mi espalda y me ofrece una servilleta. Me saca del lugar mientras aún sigo hablando.
- ..Ya no hay educación! Los niños molestan a los mayores y sin ninguna intervención por parte de los padres, que andan en sus propios asuntos.. -continúo.
La mujer queda confundida, junto a su hija asqueada, y sólo nos ve mientras nos alejamos.
-Vamos, sigue caminando -apuro a la rubia, quien ríe.
-Estás loco! -exclama, riendo.
-Necesito sentarme -me detengo.
-Vamos, siéntate aquí -me conduce a un banco y queda de pie junto a mí, terminando de reír y procediendo a ver cómo me encuentro.
-Estoy bien. Creo que las alturas me revolvieron el estómago un poco..
-erupto-. Asco, el vómito no sabe nada bien -río.-Uh! -pone cara asqueada-. Ni lo menciones.. me quitaste la poca hambre que tenía.
Río.
-Ven, no quieres otro beso? -me pongo de pie y extiendo los brazos hacia ella.
-Claro que no! -se espanta. Ríe-. Mejor vamos por algo de beber, necesitas hidratarte y comer algo dulce para quitarte el mal sabor.
-De acuerdo -me vuelvo a sentar. Bajo la cabeza y apoyo los codos en mis piernas.
-Comprame un helado, amorcito -me recuesto en el banco, con la mano en el estómago y el dorso de la otra en la frente.
-Está bien.. Espera un momento, no te muevas -la rubia se dirige a un carrito de helados y se forma en una fila.
-Vamos, nena, cuelate hasta el frente! -exclamo. Río.
Voltea a verme, desde la fila, y ríe.
Luego de unos minutos, viene la rubia con dos helados en cada mano; uno de vainilla y otro de chocolate.
-Lo clásico. Gracias.
Me acomodo en el banco y le hago espacio. Disfrutamos de los helados y vimos la gente que pasaba. Desde ahí, observamos el acto de un talentoso mimo que iba pasando por todo el lugar, con la gente siguiéndolo de cerca, los niños pidiendo tomarse fotos y más gente encantada. Pasamos un buen momento, juntos.
Al terminar, la invité a caminar por el lugar. Rodeada por mi brazo, iba junto a mí, mirando los altos árboles iluminados por el naranja color de la puesta del sol.
Casi olvidaba la condición que propuse para que bajaramos de la atracción. No sé si aún quiero saber todas las respuestas a mis preguntas, o si sería mejor dejar las cosas así, que todo tome su lugar y que se revelen las cosas sin presión. Quedo pensando en ello y continúo caminado junto a ella.
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LOS GIROS DE MI VIDA
Teen Fiction-¿Acaso eres tonto o simplemente juegas conmigo? Te he amado desde el primer momento en que te vi, desde la primera estupidez que hiciste y desde el primer beso que me diste; desde la primera mirada y desde que sentí tu corazón latir con el mío -las...