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Llego al apartamento y me quito los zapatos de trabajo. Me quito las medias y mis pies agradecen el suelo fresco. Me doy una ducha para quitarme el aroma de la cocina del cabello y me pongo un pijama cómodo. Miro mi refrigerador. Tomo pan de molde, tomates secos ya hidratados, rúcula y jamón crudo. Tuesto levemente el jamón y caliento el pan, me armo el bocadillo y me siento en el sofá. Después de que me recibí el abuelo dijo que no necesitaba mudarme del apartamento ya que nadie lo usaba.

Siguen visitándome los domingos cuando el restaurante está cerrado. El sigue con su salud de hierro. Enciendo la tv que esta que algún canal de cocina. Si lo sé es obsesivo, soy chef y en mis ratos libres miro programas de cocina pero me relajan. A veces hasta me rio de los errores que cometen o saco algunas ideas que renuevo para el restaurante.

Tomo mi teléfono y me resisto un poco pero finalmente lo hago. Busco noticias sobre Demian. Lo último que había sabido de él unos meses después de que me vine a Nueva York fue que se había mudado a Boston para hacerse cargo de unos negocios que el abuelo puso en sus manos lejos de Robert.

Las noticias hablan de un empresario exitoso pero huraño, que rara vez sale en público y que cuando lo hace lleva una mujer distinta bajo su brazo. Todas modelos en alzas, actrices de moda o mujeres de sociedad que sonríen aferradas a su brazo mientras el mira a la cámara serio y casi molesto.

Las noticias hablan de fusiones y adquisiciones que no me interesan, solo busco sus fotografías en donde se ve más guapo que hace cinco años atrás.

Cierro el navegador y como mi bocadillo. Luego me voy a la cama y pongo mi reloj a las seis. Cierro los ojos y sueño con esa noche como todas las noches.

Antes del amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora