PRÓLOGO:

8 1 0
                                    





                          1983.NUEVA YORK, BARRIO DEL BRONX, e-161 st cerca del John Mullay Park, cerca de las iglesias de Cristo y de Edgewill en Marlrose Hill.

Una casa abandonada,con paredes sin pintar, el yeso que falta en algunas paredes y se ve la madera como si fueran las tripas de unmonstruo oscuro.

Al fondo en una habitación llena de basura y jeringuillas en el suelo,en dos colchones duermen dos niños, un varón de ojos color verde oscuro esmeralda y pelo rubio oscuro con un hoyuelo en el mentón.Tiene ocho años, lleva un jersey rojo de lana sucio y un pantalón vaquero todo lleno de rotos y desgastado, calcetines verdes con dos tomates en cada dedo gordo del pie.

La otra es una niña, rubia con los cabellos dorados, ojos verde esmeralda, piel muy blanca de unos cinco años. lleva un vestido verde de volantes y abrochado a la espalda con botones y un lazo.unos leotardos blancos y unas zapatillas rotas y casi sin suelas.Los dos tienen las caritas sucias y tieenen hambre.

Se oye un ruido y una puerta se abre.El niño abre los ojos verdes y ve a una mujer muy flaca y demacrada, rubia con los ojos verdes como él que trae dos bolsas con ropa y otra con comida que le han dado los del ejército de salvación.Saca de la bolsa un bollo y se lo da.Es su madre, una prostituta drogadicta adicta a la heroina com su padre, otro patético personaje esquelético que está al fondo de la casa dándose un chute de heroina.

Al oír  que ella ha llegado levanta la cabeza de la jeringuilla que tiene clavada en una vena llena de agujeros de tanto clavársela.Ahora se la clava en los pies, no le quedan sitios donde drogarse ya. Y la llama:

-¡Hey nena! ven tómate un chute conmigo.

Al que ella responde:

_Luego George,ahora estoy sacando las cosas de las bolsas que me han dado los del ejército de salvación, y le acabo de dar a Willy un boll, Sarah no está despierta.

_¡Ya,ya!-responde él-con desdén- Si los hubieses tirado al nacer no les tendríamos que dar de comer.

William escuchaba al otro lado del tabique y temblaba al pensar que si su padre abría la puerta que los separaba les volvería a dar de cintazos como siempre cuando se le disipara el subidón de la droga.

Lllegó la noche; William lo sabía porque las luces de las farolas estaban encendidas, hacía frío y no tenían ni luz ni gas, sólo unas mantas para entrar en calor.Sabía que era invierno pero como ni su hermana ni él iban al colegio, no sabían ni el día ni el mes en el que estaban.

Ahora Sarah estaba despierta y estaban mirando las fotos que les había hecho el padre Manuel, de la Parroquia de Saint Michael, una iglesia católica, aunque ellos vivían cerca de otras dos iglesias, una baptista y otra luterana, ellos no estaban bautizados y ni sabían que eran sus padres.Sarah, estaba en una con un osito de peluche que le regaló el cura, y William tenía escondido junto con su camión de bomberos, el balón de rutby y el guante de béisbol que para él eran sus tesoros para que su padre no los vendiera para comprar droga.Ya era bastante malo aguantar el hambre.el frío y las palizas pero quedarse sin sus tesoros sería devastador.

Su madre se marchó a hacer la calle como siempre para pagar sus dosis de droga,cada vez iba a una esquina distinta y ya estaba advertida por las otras fulanas y sus chulos que si seguía así la iban a castigar, pero ella se reía en su cara y no les creía.Todas las noches traía 100 pavos para droga y luego por la mañana iba con William y Sarah a la cola del comedor social para comer caliente y luego iban al parque Riverdale.

Pero esa noche no regresó y su padre estaba con el mono y la pagó con ellos.Se quitó el cinturón y comenzó a pegar a William hasta que se hartó, veinte cintazos no eran tanto pensó William,mientras no fuera a por Sarah.Pero ese día si se percató de Sarah, y la dió tal paliza que la niña no se movía.William contó cincuenta cintazos, eso era mucho hasta para él y al ver que su hermana no se movía salió sigilosamente de la casa y corrió hasta que sus pulmones no tenían aire.

Cuando llegó a la iglesia de Cristo, llamó por la puerta trasera y salió un pastor que al verlo tan asustado le preguntó:

-¿Qué pasa muchacho? ¿Quién eres?

-Mi padre, mi padre...-tartamudeaba del susto- ha pegado a Sarah y no se mueve, y mi madre no ha vuelto,no sé a dónde ir.Me llamo William y mi hermana Sarah es más pequeña que yo... mi padre cogió el cinto y...-comenzó a llorar soltando lágrimas e hipando,terminó-luego no se movía- siguió llorando y ya las compuertas del Niágara que pugnaban por salir rompieron las presas de sus ojos.

El pastor lo consoló y le calmó,Después de ésto le preguntó:

¿Dónde vives muchacho?

-En una casa abandonada en Melrose Hill, en E-161 st cerca del parque John Mullay, cerca de aquí y del río Harlem.

-Vale-dijo el pastor-te diré lo que vamos
a hacer, voy a llamar a la comisaría y cuando vengan les cuentas a los policías lo que me has contado a mí y vamos con rigor hacia tu casa ¿entendido?
-Sí - y siguió llorando.
Pasó media hora y llamaron a la puerta de la iglesia. Abrió el pastor y entraron dos policías de uniforme. El pastor les relató a los agentes todo lo que había pasado, luego Le hicieron  que William les contará todo lo que le había dicho al pastor y con los dos dentro del coche policial fuera hacia esa vieja casa a escasos dos kilómetros del Estadio de los Yankees.
Cuando los agentes del orden salieron del vehículo no sabían lo que se iban a encontrar y cogieron sus armas reglamentarias y una linterna. Abrieron la puerta y entraron. Fueron viendo habitaciones vacías hasta que en una con dos colchones y llena de basura y jeringuillas. Se toparon con tres bolsas, dos de ropa, una de comida y en el suelo desmadejado el pequeño cuerpo it o de una niña rubita.
Los hombres, uno de ellos de color y el otro hispano avisaron a la ambulancia, a los refuerzos y a servicios sociales.
Mientras tanto William y el pastor habían salido del coche y el pequeño fue a buscar sus tesoros y el de su hermana además de las fotos, lo poco que tenían en este mundo.
Pasados diez minutos llegaron otros dos coches de policía y una ambulancia.
Los sanitarios fueron a por la pequeña niña y Le contaron a los policías y al pastor que la niña había sido maltratada y que estaba en coma. Se la llevaron al hospital San Lucas en Harlem y alli fue William. Mientras las enfermeras y el médico atendían a Sarah, una asistenta social se hacía cargo de William mientras buscaban a sus padres.
Dos horas después una patrulla de policía llegó al hospital y hablaron con el pastor que había encontrado al niño y la asistenta social. Habían e contado a su madre debajo del High Bridge, la habían pegado una paliza. Tenía la cara rajada de lado a lado y aunque cuando la encontró un vagabundo estaba viva, al poco de llegar el efectivo policial falleció.
El vagabundo les contó que hacía la calle, se droga a y que había sido advertida por algunas fulana y su chulo y que seguro que eran ellos los culpables de la paliza.
Al padre Le encontraron tirado en otra habitación con el mono fue detenido.
Ahora todo estaba en manos del juez y de los servicios sociales.
Al día siguiente Sarah murió. Era 20 de noviembre. La asistenta social comprobó
Que sólo estaban inscritos en el Registro sus nacimientos, no tenían tarjeta de la seguridad social, sus padres no habían acudido nunca al
Médico con los niños, que por las lesiones que tenían ambos ya curados les maltrataba repetidamente, pasaban hambre, iban sucios, pasaban frío y no habían inscrito a los niños
En ningún colegio.
Tras lo cual se hizo la autopsia de la niña por orden judicial.
Se celebró un pequeño funeral a cargo del Estado de Nueva York en la capilla cercana al hospital y fue enterrada en el cementerio de Greenwood en Brooklyn..
A William Le llevaron a una casa de acogida en Queens en Sunnyside, de ahí pasó durante cuatro años por otras casas en Brooklyn, Harlem, el Upper East side, El upper west side, Chelsea, el shop, Tribeca y la pequeña Italia, al final Le llevaron a un horfanato en Brooklyn.
Allí conoció a su amigo a acabar Ellis que tenía tres años menos que él, pero hacían muy buenas migas, durante su estancia allí visitaba todos los días la tumba de su hermana cuando salía del instituto Pratt hasta que un día cuando Mac acababa de hacer dieciséis os y él diecinueve años se escaparo  para bus ar su libertad.
Fue el día que cambió su vida hasta la actualidad...








Atrapame...si PuedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora