—En verdad lamento mucho no poder ir, Yaomomo —se disculpó Kyoka apenada por milésima vez.
—No te disculpes tanto, Jirou —trataba de calmarla con una voz suave y comprensiva—. ¿No necesitas que te vaya a ayudar?
—No, gracias. Ya le marqué a mi padre para decirle que el auto me dejó botada —se escuchó un suspiro de resignación al otro lado de la línea telefónica—. Me hubiera gustado mucho ir contigo a ese restaurante que acaban de abrir.
—Podremos ir en cualquier momento.
—Si la oficina nos lo permite —gruñó un poco—. Lamento que hayas ido hasta ese lugar tú sola.
—No te disculpes tanto.
Se escuchó un movimiento peculiar. También percibió que su amiga le hablaba a otra persona, mas no podía entender lo que decía.
—Yaomomo, tengo que colgar —le dijo pasados unos instantes—. Mi padre ya llegó.
—Está bien, por favor mándame un mensaje si necesitas algo.
Ambas se despidieron y cortaron la llamada. Yaoyorozu, con decepción, soltó todo el aire que retenía y ocultó su rostro en sus brazos apoyados en la mesa. Escuchó algunos murmullos por parte del resto de los otros comensales, tomándose un momento para digerir el reciente improviso. El olor de la comida recién salida de la cocina le consolaba, haciendo mudas promesas con un excelente almuerzo, y entonces se sintió observada. Al levantar la vista sólo pudo ver a la camarera que le miraba gentilmente con la comanda y una pluma en las manos.
Claro, estaba esperando poder levantar su orden. Con pereza pasó las páginas del menú. No lograba concentrarse en leer ni costear ninguno de los platillos, era de esos momentos en los que la concentración de había ido a extraviar y la había dejado desprotegida. Se sentía incómoda de ser la única comensal sin un acompañante.
—¿Le puedo pedir un favor, señorita? —preguntó a la camarera que asintió empleando una sonrisa—. Dígale al cheff que me sorprenda —y sin más le entregó el menú.
La camarera la miró por ínfimos segundos procesando su orden. Después se alejó con determinación, subiendo con el dedo sus grandes gafas de montura negra, y se adentró a la cocina para llevar aquel reto a sus compañeros de trabajo.
Yaoyorozu suspiró de nuevo. Se sentía abatida y triste. Esa era la primera vez en mucho tiempo que ella y su amiga saldrían juntas, pero por azares del destino, aquel plan había sido olímpicamente estropeado. Extrañaba aquellos días de preparatoria, donde ella y sus amigas tenían total libertad de transitar por cualquier lugar para pasar el rato.
Ser adulta no era nada fácil. Por lo menos agradecía que aún no estaba casada ni tampoco tenía hijos.
Fue en ese momento, que en la mesa que estaba junto a ella, se instaló una familia de cuatro personas. Presumiendo sin cuidados sonrisas sinceras, como si fueran mucho más felices que todos los presentes ahí. Yaoyorozu miró con detenimiento que los niños eran gemelos, y hacían cualquier tipo de picardías para hacer reír a sus padres que lucían tan enamorados como un par de adolescentes.
Momo pensó que tal vez tener hijos y un esposo no sería tan malo. Ellos se veían felices, después de todo, como si por momentos mágicos como ese hicieran que todo valiera la pena. Después, al instante recordó su soltería e inflando los cachetes apoyó su rostro en las palmas de las manos.
La camarera llegó tiempo después con una charola y su pedido en ella. Momo miró con sorpresa que se trataba de algo sencillo: cortamuslos de pollo en adobo de mostaza con patatas y calabaza. Después la empleada dejó a su lado un vaso con limonada rosa, llevaba una garnitura de limón en forma de espiral y una cereza en la orilla del vaso. Ese restaurante era mucho más detallista de lo que pensó.
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Rosas [KiriMomo]
FanfictionA Kirishima le encantaba regalarle rosas porque todas podían expresar sus sentimientos de manera sencilla sin parecer atrevido. Pero él sintió que podía obsequiarle aquel presente después de haberse confesado años después. -------------------- •AU. ...