De humanos y almas escurridizas (cuento)

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  No es la primera vez que discuto con mi novia sobre el viaje de graduación que dura un año. Realmente no entiendo por qué se molesta tanto si estoy trabajando para que ella me acompañe y disfrute de la experiencia conmigo. Ella me discute que no pienso en ella, en su carrera ni en nuestro futuro, pero no es así. Este viaje nos sirve a los dos; a mí como futuro arquitecto y a ella como estudiante de arte.

  Estoy enterado que le faltan dos años para recibirse, pero este viaje, los lugares a los que vamos a ir le pueden servir como inspiración para su trabajo final. He intentado explicarle esto, pero ella no me escucha. También intenté explicarle por qué mi insistencia a ir con ella a mi lado o no, y no es porque quiera separarme de ella, sino porque no voy a tener una oportunidad como esta en la vida; mi familia no es pudiente, hice mi carrera gracias a una beca que gané y tuve que hacer muchos sacrificios para tener notas altas en todas las materias porque de lo contrario me quitarían la beca. Entonces me decidí por ir, pase lo que pase, me acompañe o no. A esta decisión se la comuniqué en uno de nuestros paseos que hacemos los fines de semana, momento que tenemos para vernos. La reacción de ella fue peor de la que me esperaba, más escandalosa. Hasta llamó la atención de una muchacha que se acercó demasiado y hasta comenzó a hacer comentarios sobre nuestra discusión libremente, como si no la escucháramos. Sin importarme ser maleducado le pedí que se callara, y lo hizo, pero lo más extraño es que mi novia pensó que se lo había dicho a ella.

- ¡No me hagas callar!- gritó mi novia.- Se acabó, hasta acá llegué. Que te vaya bien en tu viaje, y en tu vida.- y se alejó.

  Quedé solo en la plaza, atónito ante lo que había sucedido. No sabía cómo reaccionar. Miré a la muchacha a quien había mandado a callar; era joven, piel muy blanca, tal vez demasiado, y tenía cierta luz que le daba un efecto borroso a su rostro. No me quedé más tiempo a pensarlo o a observar a la chica y corrí tras mi novia, pero la muchacha me seguía y eso no iba a ayudar cuando encontrara a mi novia. La chica no paraba de preguntar mi nombre y si podía verla.

  Busqué a mi novia, con la chica al lado, durante una hora. Desistí y le envié un mensaje pidiéndole perdón y explicándole que le había hablado a una muchacha que estaba cerca y que estaba opinando sobre nuestra discusión en voz alta, a lo que mi novia contestó: Me parece horrible que inventes esa estupidez. No había nadie cerca, no escuché a nadie dar su opinión sobre lo que hablábamos. Insisto en que dejemos la discusión y nuestra relación por acá. Es lo mejor para los dos, ya que tú te quieres ir, ver el mundo, y yo no. Mi prioridad ahora es recibirme.

  No pude dormir esa noche. "No había nadie cera", esa frase no paraba de pensar en ella. ¿Cómo no la había visto a la muchacha? Estaba al lado de ella, opinando sobre lo que hablábamos, era insoportable, ya que no podía escuchar a mi novia debido a esa chica que hablaba a la misma vez.

  Ni bien abrí los ojos, allí estaba la chica, sentada a los pies de mi cama. Salté de la misma y me encerré en el baño. Ella no paraba de hablarme, preguntarme si siempre había podido ver fantasmas, si era el primer fantasma que veía. Necesité lavarme la cara con agua fría varias veces antes de poder procesar lo que la chica me preguntaba. ¿Fantasma? ¿Ella era un fantasma? Nunca antes había visto uno, ¿cómo podía verla?

  Salí lentamente del baño y la frené cuando se abalanzó. Salí corriendo con lo que tenía puesto de mi casa. Me siguió por una semana, no podía escapar de ella. Busqué información en internet, libros sobre temas sobrenaturales en la biblioteca de la universidad, pero nada me ayudó, por lo que me decidí a hablar con ella.

  Resultó que hablar con un fantasma no es muy diferente a hablar con un humano. Ella es un tanto infantil, pero sabe relacionarse con la gente; me pidió disculpas por haberme seguido y haber sido tan pesada, pero estaba muy emocionada que alguien la viera, ya que hacía tiempo que vagaba por aquí sin compañía o alguien con quien hablar. Al no tener lugar fijo donde quedarse, le permití que se quedara en mi cuarto, pero siendo que ella no duerme, le pedí que por favor tuviera piedad de mí y me dejara descansar.

  Con el tiempo ganó mi confianza, comencé a sentir simpatía por ella, por su situación, ya que no se acordaba de nada; no sabía si tenía familia, no sabía su nombre, por lo que decidí ponerle uno: Alma. Según Alma, ella seguía aquí y no había ascendido porque le había quedado como materia pendiente el ir a un concierto de su grupo favorito cuyo nombre me es imposible pronunciar, pero me pareció un motivo muy flojo para quedarse, pero no podía obtener información de su parte, ya que no se acordaba de nada. Entonces, esas noches en que ella se iba a vagar por la ciudad con el motivo de dejarme descansar, yo dedicaba una hora a buscar sobre ella.

  Una mañana la noté rara y, de camino a la universidad, le pregunté qué le pasaba. Me dijo que nada, pero ya la conocía lo suficiente como para creerle. Ese día y a partir de ahí, ella estuvo más pendiente de mí que de costumbre. Decidí no preguntarle más por lo que la tenía preocupada, y me enfoqué en encontrar a su familia y/o amigos para que ella pudiera despedirse y ascender.

  Luego de varias semanas de investigación, logré dar con su verdadero nombre: Elisa, y también encontré a su familia, y averigüé sobre su muerte: de camino al concierto de su grupo favorito, Elisa vio que estaban intentando robar a su hermano, por lo que golpeó al ladrón y, junto con su hermano comenzaron a correr para alejarse del individuo, en ese momento una camioneta los chocó, terminando con la vida de Elisa y dejando al hermano de esta inconsciente. El hermano despertó luego de una semana. La familia quedó destruida luego de ese acontecimiento.

  Finalmente había encontrado el motivo por el cual Elisa seguía aquí. Quería darle la noticia y ser quien la ayudara a despedirse de su familia. Me iba sentir muy solo cuando ella se fuera, había comenzado a sentir cariño por ella, era una chica muy alegre y dulce, pero no era momento para ser egoísta. Decidí darle la noticia la noche de los museos; ella había prometido acompañarme a ver una exposición de aviones en un museo, era una muestra exclusiva para esa noche, por lo que era una oportunidad única, como la noticia que le iba a dar a ella esa noche.

  Me fue imposible comunicarme con ella, no me escuchaba; su mente y ojos estaban en otra. En un momento se alejó de mí y la vi hablando con una forma blanca, me fue imposible verlo claramente, mis ojos no podían enfocar la figura, por lo que deduje que no era un humano ni tampoco podía ser un fantasma. Comencé a acercarme a ellos, pero un ruido proveniente de arriba desvió mi atención; uno de los aviones que estaba colgado se soltó y comenzó a caer en dirección a mí. No supe qué hacer en ese momento, me quedó estático, conteniendo la respiración, hasta que sentí una presión en el pecho que me alejó de allí. Elisa me había empujado y quitado del camino. Ni bien el avión cayó sobre ella, su cuerpo desapareció.

  La busqué por semanas, pero no había señales de ella. Fui a los lugares a los que ella le gustaba ir, pero no logré dar con ella. Quise creer que, de no verla allí, entonces significaba que había ascendido. Lloré al darme cuenta que ella había dejado de lado su motivo, aquello importante que la retenía aquí por salvarme, a mí, alguien a quien apenas conocía. Lloré por no poder haberle dicho todo lo que había averiguado de ella. Lloré porque la extrañaba. Lloré porque me di cuenta que sentía algo más por ella que simpatía y cariño. Lloré porque no iba a verla nunca más.

  Lloré hasta darme cuenta que con llorar no iba a lograr nada, por lo que dediqué mi tiempo libre a encontrar a la familia de Elisa y poder ayudar a que la familia se despidiera de ella, que hiciera un cierre y pudieran estar tranquilos.

  La familia de Elisa vivía fuera de la ciudad, por lo que me dirigí a su casa un fin de semana. Me presenté como su amigo, con quien compartía su gusto musical- aunque esta parte era mentira, la música que ella escuchaba había comenzado a gustarme a mí también debido a ella- y con quien iba a ir a aquel concierto. Les dije que me había parecido raro que no estuviera activa en las redes sociales que no contestara a mis mensajes, por lo que decidí averiguar su dirección y venir a visitar a su familia luego de enterarme lo sucedido con ella. La madre me hizo preguntas de cómo era ella afuera, en el círculo de amigos y sonreía cada vez que le contaba alguna anécdota. Le hice saber que los quería mucho y que de seguro, donde sea que estaba, los extrañaba. La madre lloró; la abracé como Elisa hubiera hecho. Al despedirme, la madre me regaló una foto de Elisa de cuando era pequeña y me dijo que fuera a visitarlos cuantas veces quisiera; y así lo hice, fui todos los fines de semana a charlar, jugar con el hermano, me ayudaron a planificar lo que restaba de mi viaje, hasta fueron a despedirme al aeropuerto. Una familia hermosa, dulce y amable, igual que Elisa. Me dolió dejarlos para ir al viaje, pero sabiendo que Elisa me había salvado, quería hacer valer todo eso que Elisa abandonó por darme más tiempo a mí. Y para no olvidarme de eso, ni de Elisa, ni de todo lo que una corta pero gran amistad vale, llevé su foto a mi viaje. 

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De humanos y almas escurridizas (Cuento terminado pero sujeto a ediciones)Where stories live. Discover now