HIPPOTRAGUS LEUCOPHAEUS

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La luz del sol me despertó, mis ventanas estaban abiertas al igual que las cortinas, no había ruido allá afuera, la colonia en la que vivía era muy tranquila. ¿Qué día es hoy? Me senté en mi cama cuando la búsqueda del día me impacientaba, lo último que recuerdo era mi cuarto acomodado y ese día era jueves.

- Hijo, que bueno que te despiertas, nos tenías preocupados. – El aroma del perfume de mi madre inundo mi cuarto.

- ¿Qué día es hoy mamá?

- Es domingo hijo. – Cuando mi madre dijo eso, termine de despertarme bien, intente levantarme rápido pero no podía, la herida seguía aun sin sanar.

- Cuando vea a Adán le diré que aún no está curada.

- ¿Qué dijiste hijo? – Mi pensamiento lo había dicho en voz alta.

- ¿Qué cuánto tiempo va a tardar para sanar está herida? – Me queje.

- Oh, pues no lo sé hijo, pero va mejorando. – Me sonrió mi madre.

- ¿Fueron a la Iglesia hoy?

- Solo tu padre y tu hermana, hijo. ¿Quieres comer algo?

- Gracias mamá, si se puede hot cakes.

- Esperaba esa respuesta. Ahora vuelvo. – Me sonrió.

- No, ahorita bajo, no quiero estar más acostado y menos con el sol dándome. – Me queje.

- Bueno, acá abajo te espero, con cuidado en las escaleras.

Y sin más salió por mi cuarto y cerró la puerta, me levante y decidí ir a bañarme, hace 3 días que no me bañaba y mi olor corporal no era agradable. Cuando abrí el grifo de la regadera deje, que por un largo tiempo, el agua corriera por mi cuerpo, estaba cansado y el agua era lo único que podía ayudarme para estar bien. Cuando termine me vestí con una playera verde con el estampado de una playa y una leyenda de "Welcome to the Fun" y unos shorts con cuadros, me puse mis sandalias y salí de mi cuarto, sin antes bajar las cortinas, las ventanas podían estar abiertas pero no me gustaba el sol en mi cuarto.

Cuando baje por las escaleras de mi casa, escuche el ruido del televisor de uno de los cuartos de mis hermanos, Ian. Era el menor de tres, yo era el de en medio y mi hermana la mayor.

- ¡Enano! ¿Qué haces? – Le pregunte mientras entraba en su cuarto, veía una de sus series mientras estaba acostado en la cama de forma inversa a ella.

Ian Simmons tiene 11 años, estaba en desarrollo, su piel era de un café claro, su cabello negro chino compartía la cabeza con sus ojos cafés obscuro, pestañas que siempre envidie por ser chinas y unas no tan pobladas cejas, su nariz era pequeña y su sonrisa igual, cuando sonreía, dos hoyuelos aparecían en sus mejillas, no era ni de gran peso ni delgado, se mantenía. Su habitación estaba decorada con héroes de sus series y películas.

- Pues ahorita ordeño vacas y después iré a una junta con los habitantes de Venus ¿y tú?

- Pues me acabo de despertar, mi princesa vino y me dio el beso del verdadero amor y aquí estoy.

Ese tipo de bromas existían entre los tres, solo nosotros nos entendíamos, a veces en público la gente nos veía raro.

- ¿Vienes a comer o los de Venus te darán de comer?

- Los de Venus. – Me guiño un ojo y después se giró otra vez para ver su serie.

Almohada

Ángeles HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora