CAPÍTULO 2 " EL MISTERIO DEL COLLAR"

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Al sonar el timbre salí de clases de Historia y fui a los baños para lavarme la cara ya que después de mis pensamientos locos, me había dado sueño y había estado quedando dormida en medio de la clase. Mientras me lavaba la cara en el lavabo, escuché las risas de unas chicas que ingresaban a los baños.

Era Larissa Smith y Geovanna Cortes, las chicas más populares de toda la institución, un puesto que ellas mismas se lo otorgaron y todos aceptaron como personas sin criterios propios, yo nunca lo hice y probablemente esa era la razón de su enojo hacia mí.

Al entrar Larissa a los baños, enseguida me puso su mirada de desaprobación.

— Con razón apestaban los baños — dijo Larissa mirándome con asco.

— Sí, a mí también me da gusto verte — lo dije con ironía.

— Ay, Larissa olvídala ¿por qué mejor no me cuentas sobre otro novio fantástico que tendrás? Algo de lo que nunca va a poder presumir Wendy — dijo Geovanna mientras jugaba con su cabello.

—De presumir podría, al parecer a algunos chicos le gusta la carne barata de ella — dijo mirándome con desaprobación — sin embargo la muy mojigata se cree la gran cosa.

—Sigue con tu vida y deja la mía en paz — le contesté.

Cerré la llave y me di la vuelta para irme, pero Larissa enseguida me agarro con fuerza mi cabello hacia atrás.

— ¿A Dónde crees que vas? Tienes que quedarte a escucharme, digo a ver si tomas apuntes y logras salir con alguien — Larissa habló con arrogancia.

— Primer consejo, deberías ir de compras y buscar una ropa atractiva para ir a una fiesta como las que suele hacer Mike... oh, cierto él nunca te invita — giré mis ojos con impaciencia mientras trataba de soltarme de su agarre.

— Larissa Smith, es mejor que me sueltes —le advertí

— ¿Piensas ir a la fiesta de Mike? Me habías dicho que no ibas a ir porque esta vez él también había invitado a las ratas de laboratorio — le preguntó Geovanna a Larissa ignorando lo que les dije.

— ¡Agh! Geovanna, déjame hablar — dijo Larissa molesta.

Geovanna cerró la boca sin ganas de interrumpir más, mientras Larissa trataba de hablar.

— Bueno como te decía — volvió hablarme — tienes que encontrar un chico perfecto, ahora, no sé si puedas llamar la atención de uno.

En mi institución los chicos perfectos se conocían como jóvenes que cumplieran con las expectativas superficiales y esas eran: guapos, altos, excelente estado físico, y millonarios. Así que en vez de decir todas esas cualidades solo les decían chicos perfectos, era una estupidez, pero nadie se molestaba en llevarle la contraria a estas chicas.

— Fui clara — le dije molesta— así que a pesar de que me doliera solo me aleje mientras veía todo el cabello que se arrancaba al soltarme de su agarre.

— ¡Qué lástima! Era un bonito cabello sedoso y negro— dijo Larissa con una sonrisa de lado mientras soltaba unos cabellos que me había arrancado — un cabello que a los muchachos les encanta, quizás pueda venderlo, así como te vendes tú.

Trate de acercarme por las ganas que tenia de golpearle, pero Geovanna se atravesó defendiendo a Larissa.

— ¿Esta segura que quieres pelear? ¿Se te olvido que soy cinturón negro en taekwondo? — dijo Geovanna con arrogancia.

— ¿No te da vergüenza ser su perro faldero? — dije mientras Geovanna abría su boca sorprendida— nadie te tomará jamás en serio por estar siempre a la sombra de ella.

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Ella seguía mirándome ofendida pero no me dijo nada mientras salí del baño. Geovanna era una chica fantástica de pequeña, solía sacar mejores calificaciones que yo y ahora solo era lo que Larissa quería que sea.

Me dirigí hacia los corredores y fui a guardar mis cosas habian unos cuantos idiotas por los pasillos que me miraban de manera tonta, así que los ignore y fui al comedor a comprarme algo de comer, lo que pasaba era que la mayoría del tiempo tenía hambre, así que fui a buscar un puesto y me senté.

Mientras comía vi que en la entrada de los comedores apareció un chico, él se sentó y sólo se podía ver su espalda, lo que sí había notado es que no lo había visto antes por aquí, no pasó mucho hasta que el equipo de la institución se le acercaron hablarle, incluso vi los cabellos rubios de Isaac asomarse en ese grupito y al notarme, se acercó a mí.

— ¿Qué pasa? — pregunté mientras lo miraba.

—Nada, solo es ese tipo de chico que le gusta ser misterioso— dijo Isaac sentándose a mi lado.

—¿También tienes curiosidad? Eso es raro en ti ¿no será que lo conoces? — dije mientras lo miraba interesada.

—Claro, es muy normal que lo conozca cuando sabes perfectamente que soy extranjero, es imposible que conozca alguien de aquí— dijo quejándose.

—Está bien, tienes razón, aunque en realidad si es raro ver a nuevos en la institución, digamos que ninguna de las personas de las ciudades viene a vivir por acá, así que todos los que estudiamos aquí, son personas que ya han vivido años en este pueblo— le respondí a Isaac.

—Por eso te decía que era imposible que lo conozca— dijo Isaac mientras alzaba los hombros.

—Bueno, entonces el chico tiene sus propios motivos misteriosos— dije mientras miraba fijamente como si pudiera descubrir algo.

— Sí, pero el chico es igual que yo— dijo Isaac mientras se acostaba en la banca.

— ¿Qué también es un chico rico de ciudad que vino acá con su mamá porque sus padres se separaron y ahora viven en la casa de su abuela? — dije mientras Isaac sonrió.

— Oye, ya no vivimos en la casa de mi abuela, además no creo que tenga tanto drama familiar como yo— dijo Isaac indignado.

—¿Eso tú crees? De hecho, yo creo que puede tener igual o más drama familiar que cualquiera de nosotros, no vienes a Milancar porque es un hermoso pueblo para vivir, vienes acá para esconderte, olvidar tu pasado y empezar de nuevo— respondí con seguridad.

—Solo que hayas nacido aquí, pero él no ha nacido aquí— dijo Isaac pensativo.

—Exacto, así que puede ser un montón de razones, quizás mato a alguien y llegó acá para esconderse —dije.

— Si probablemente, eso sería super normal — dijo Isaac con ironía.

— Sí, definitivamente muy normal — dije siguiéndole la corriente a lo cual el solo sonrió.

— Bueno, de hecho, él está aquí por motivos personales — dijo mirando de nuevo hacia el tipo.

— ¿Eso fue lo que les dijo? — pregunté burlona.

— Sí, no te burles, no pudieron sacarle mucha información— contestó.

— ¿En serio? ¿Pero entonces qué siguen haciendo tantos hombres amontonados ahí? —Pregunte.

— No lo sé, quizás están dudando de su heterosexualidad — dijo Isaac mientras me reí.

— Claro, eso debe ser— le respondí mientras miraba aquel grupo exagerado.

Las alas del ángel [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora