Un sentimiento que no puede ser obviado.

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Sus ojos eran fuego. Ardientes de valor y flameantes de seguridad; miran con intensidad tratando de quemar al opuesto y se alzan como incendio caprichoso al no conseguir sus objetivos. Y nunca apacigua, el viento del contrario lo alimenta y cada vez son llamas más calientes, como la fuerza que lo impulsa.

Es fuego salvaje, rojo como el ímpetu.

Pero los ojos de él no quedaban atrás. Amables orbes verdes como el pastizal tranquilo de la naturaleza. Tenían un brillo especial como una esmeralda exótica, altamente cotizada, porque sus ojos eran tan puros que daban vida a pesar de la adversidad. Una mirada que derrota el miedo porque son tan valientes como tranquilo.

Pastizal amable, verde como el ímpetu.

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Bakugou se siente a rabiar, finge con toda a ciencia de mil academias de actuación y los mira disimuladamente (mal, muy mal disimulado) por el rabillo del ojo. Intenta canalizar el fuego de ira que crece en su pecho desviando la mirada y aprieta con fuerza su pluma. Piensa, se controla con la idea de descargar su ira con la rata eléctrica más tarde en las prácticas, y su mente se despeja momentáneamente pensando en ello.

Pero vuelve a mirarlos como si fueran el polo negativo de un imán y sus ojos eran el positivo.

Sus ojos castaños miran con emoción al de pelo encrespado y entre sonrisas suaves se va formando entre ellos una atmosfera que termina activando cada una de sus terminaciones nerviosas. Con el aviso de peligro parpadeando suena una sirena en su cabeza, y él reacciona. Estalla, explota estruendosamente contra su pluma y lo hace volar en mil pedazos mientras piensa que sería mejor si fuera la cabeza de Izuku Midoriya en su lugar.

Y ve como ella da pasos presurosos a través de la clase hasta terminar en frente suyo con los ojos preocupados y su nariz arrugada con una atención que demandaba ser suya. Entonces él sonríe sardónicamente en sus adentros mientras se imagina la cara de estúpido de Deku plantado a lo lejos.

Sin embargo, si piensa que una batalla se gana con tan poco, se equivoca, porque Midoriya es tan inteligente como él. Es astuto y tras un segundo pensando avanza velozmente, anticipando la idea que cree que Ochako va a tener.

Se detiene en su escritorio y quita una pluma de su cartuchera y le estira antes de que la castaña intente hacer nada.

— Justo iba por uno, Deku-kun, sí que piensas rápido —dice ella con tanto entusiasmo que vuelve a poner de malhumor al rubio.

E Izuku Midoriya se lleva la mano en la nuca con una sonrisa nerviosa para ella, pero sonríe en sus adentros con grandeza por haber descubierto su plan.

¡Joder!

Bakugou Katsuki tuerce el labio mientras ve como vuelven a meterse en una charla, y siente un muro de vidrio grueso, pero transparente, implantarse entre ellos.

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Izuku frunce el ceño con desconcierto a medida que escucha al profesor Aizawa pronunciar las palabras. Se da cuenta de que se había distraído e intenta una infinita cantidad de veces volver a enfocarse, pero no puede. Desde el momento en que escuchó sus nombres había dejado de prestar atención y seguía con un eco retumbando sus ideas; desconcentrándolo.

Bakugo y Uraraka.

La diosa de la fortuna estaba tratando de aplastarlo, pero él no se detendría, aunque los mismos dioses le reclamaran por ello.

Ímpetu. [Kacchako vs IzuOcha]Where stories live. Discover now