Capítulo 4

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-Hola amor- dice Rob besando mis labios de imprevisto. Gala hace una mueca y Joanne directamente no mira.

-Hola- digo sencilla, más seria y menos risueña de lo habitual. Será mentiroso el tío, qué bien actúa.

Le envié un mensaje diciéndole que estaba en casa, que me había encontrado mal repentinamente y me había marchado para no molestarlo. Pareció conforme porque no dijo absolutamente nada más sobre el tema. Todo seguía igual, él sin decirme nada y yo haciéndome la tonta, esperando que confesase. Rob me acompaña a casa y decide pasar sin que nadie le invite. Milagrosamente, mamá no está en casa, se habrá ido a cotorrear al club de lectura ese al que va con el resto de las marujas ricachonas. En ese club hacen de todo menos leer.

-Estamos solos- coloca su boca en mi cuello y un escalofrío me recorre de pies a cabeza.

-Rob...- murmuro sin moverme - ¿No tienes nada que decirme? - automáticamente dejo de notar sus labios en mi cuello y su agarre en mi cintura ha desaparecido. Me giro a mirarle y descubro su mirada gatuna seria sobre mí.

-No, ¿por qué?

- ¿Estás seguro de que no hay nada que me quieras contar? - insisto de nuevo. Él pega un largo suspiro y pasea sus dedos despeinando su cabello. Raro en él. Su pelo siempre es lo más importante.

-Leynna, ¿a dónde quieres llegar con todo esto? - me pregunta. Se hace el duro, pero veo como sus manos tiemblan estrepitosamente. Está muy nervioso.

- ¿No había otra que no fuese Joanne? ¿Tenía que ser ella? - pregunto finalmente y se pone blanco. Muy blanco. Está pálido. Y yo te he pillado, sucio mentiroso. Rastrero. Trepa.

- ¿Cómo? - balbucea.

-Me has engañado con Joanne- le digo, y cuando está a punto de articular palabra habla -Y no te atrevas a negarlo- le acuso con el dedo índice.

- ¿Quién te ha dicho semejante mierda? - espeta, con cabreo.

-Tú- le digo -Te escuché en el baño cuando hablabas con ella anoche- le hago saber.

-Leynna...- ni si quiera sabe qué decir.

-Estoy tan decepcionada Robert- digo finalmente agachando la cabeza.

Grítale. Insúltale. Haz lo que sientes y no te calles nada. Siempre he considerado que tengo un carácter muy fuerte, sin embargo, creo que nadie lo conoce. Nunca lo saco. No sería correcto, o eso dice mi madre.

-Escúchame, por favor, todo tiene una explicación- me agarra de las manos y se pone a mi altura. Veo sus ojos cristalinos, pero ni me inmuto. Mi mirada perpetua no se borra de mi cara. No pienso dejar que me veas caer. No después de tanta humillación -Nosotros estábamos mal y yo... Yo me sentía muy solo Ley- me acaricia la mejilla con dulzura. Pero eso no arregla nada.

-Yo jamás te haría eso Robert, me siento humillada y traicionada por partida doble- aparto los ojos de los suyos mientras de mi boca solo sale un murmullo.

-Leynna, por favor, perdóname- me pide, de rodillas, y con lagrimones en la cara. No me creo nada. No después de que te hayas follado a una de mis mejores amigas. Ahí no llorabas.

-Robert... tengo que pensar mucho- finalizo.

-Por favor, por favor, no me dejes- me da un abrazo y yo suelto un suspiro. Se me oprime el pecho.Y me da pena, y quiero decirle que todo va a estar bien, que vamos a salir adelante y que le quiero. Pero no lo siento así. Es cierto que le quiero. Pero no puedo tomarme una infidelidad a la ligera.

-Necesito pensar, necesito un tiempo sola- digo finalmente.

-Ley...- le corto.

-No- le digo seria deshaciendo el abrazo -Yo voy a sopesarlo, créeme que lo haré, pero no me exijas que te perdone de buenas a primeras esto, no puedo, no lo siento así- el asiente y suelta un largo suspiro mientras llora -Si quieres esperar, adelante, sino, tienes a Joanne abierta de piernas para ti las veinticuatro horas del día- sí, de verdad yo he dicho eso -Y ahora, si no es mucha molestia, sal de mi casa Robert- le pido señalando la puerta.

Campo A TravésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora