La mañana de aquel día, no estaba yendo bien del todo. Yoongi había amanecido de mal humor, al igual que su madre. Grave error. Ambos se repetían cada vez que estaban con ese mal humor desde la mañana, su madre lo regalaba hasta por lo más mínimo, y el chico, obviamente y con coraje, le respondía de forma hiriente.
--- Cabro culiao ---gruño la mujer mientras se adentraba en la cocina y lavaba los platos- nisiquiera eri' capaz de darme nietos.
--- Mala cuea' la tuya tener un hijo que le guste el pico, po'.---respondio de forma fría mientras se ponía un abrigo y salía de la casa.
Antes de cerrar, escucho el grito de su madre--- maricon de mierda.
El frío calo de inmediato por entre sus huesos e hizo que se estremeciera en su lugar. Camino de forma lenta y al llegar al metro saco la Bip!, Pasando por el torniquete. Suspiro al darse cuenta de que no sabía a donde iría, simplemente quería no volver a su casa ese día, pues sabía que su mamá se desquitaria de inmediato con el. Frente a él, una pareja se daba la mano y se besaban mutuamente, sus pies rozaban y sus sonrisas lograron que se sintiera enfermo.
«¿Porque no puedo ser normal?»
De forma repentina e inesperada su celular comenzó a sonar, llamando la atención de la pareja, quienes de inmediato posaron sus ojos sobre el delgado y helado cuerpo de Yoongi. Cohibido y avergonzado, tomo el celular entre sus manos y contesto sin antes ver de quién se trataba.
--- ¿Hola? ---su voz salió baja, mordio su labio.
--- Yoongi. ---sin poder evitarlo, sonrió al escuchar la voz de Hoseok--- Hey.
--- Hoseok ---murmuro rascando su nuca--- hola.
--- ¿Porque no estás en casa? ---estaba confundido, sin duda. Yoongi frunció el ceño.
--- ¿Cómo sabes que no esto en casa, Hoseok?
--- Este es mi antepenúltimo día, Yoongi ---murmuro y se escucho el bocinazo de algún vehículo y un grito de Hoseok— ¡Fíjate por donde vai' po' saco wea! ¿En dónde estás? ¿Estas bien?
--- ¿Porque siempre que hablamos por teléfono estás al borde de la muerte? ---rio y negó— si, estoy perfectamente, estoy en el metro ciudad del niño, andén con dirección al norte.
--- Espérame, voy bajando al metro.
Seguidamente, la llamada de corto y Yoongi se sintió aún más inquieto. No sabía si era porque Hoseok en estos momentos seguramente estaba pasando por el torniquete, o si era porque estaba consciente de que la semana que le había permitido estar con el, estaba a punto de acabar.
--- ¡Yoongi! ---la alegre y carácteristica voz de Hoseok resonó por el pasillo casi vacío de aquel andén.--- gatito.
--- Hoseok no soy un gato ---murmuró entre dientes y observo como se sentaba junto a él--- ¿Fuiste a mi casa? ¿Mi mamá te dijo algo?
--- No me quiso abrir la puerta.
--- Lo suponía. ---susurro Yoongi jugando con sus dedos. Hoseok lo observo preocupado, el solía soltar alguna maldición a estas alturas de la conversación. Su mano derecha fue hasta la suya y la acaricio, sabía que algo andaba mal. De a poco, aflojo la mano y entrelazó sus dedos con los de Yoongi.
Se mantuvieron en silencio, Yoongi simplemente se limitaba a observar sus manos, y Hoseok no hacía más que acariciar el dorso con su pulgar, de forma delicada. Personalmente le encantaban los dedos de Yoongi; eran largos, blancos y sus nudillos con el frío adquirían un lindo color rojizo, al igual que su nariz y mejillas. El tren llegó y ambos lo observaron.