[ I ] Darker than Space.

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― Es gracioso. ― Comentó entre cortas, pero escandalosas risas aquel que llevaba una cabeza de cabra en vez de una naturalmente humana. Y volvió a reír, aún cuando su hocico no parecía moverse con el molesto ruido que ahora producía. ― Es gracioso ¿No escuchaste?― Volvió a insistir, enseñando con claridad que su intención no era más otra que empujar a su acompañante al borde de la pregunta más obvia que cabía en tan incómoda situación.

  ― ¿Prefieres que siga riendo a preguntar la causa de mi gozo?― Nuevamente insistió, pese a que a causa de su inesperada y corta seriedad el molesto sonido se había perdido. ― Muy bien, seguiré riendo hasta que mis pulmones pierdan fuerza y me obliguen a parar.― Sus orejas, tan sucias y poco decentes, se movieron con rapidez. Pero no a causa de que tal híbrido lo desease, sino más bien porque en ese corto lapso de tiempo su cabeza golpeó el suelo.
  ― Es gracioso.― Repitió una vez más. Menos enérgico que las anteriores, con menos gracia de la que se había propuesto.― Porque, aún ahora, puedo escuchar como te resignas a preguntar. Incluso puedo escuchar como te formulas una y otra vez la pregunta.― Nuevamente su hocico no hizo movimiento alguno. Sus ojos se mantenían abiertos, sus orejas se mantenían poco pulcras y sus manos continuaban atadas.

  ― Insistes en que otro pregunte lo que podrías preguntarte a ti mismo.― Resonó finalmente la grave y poco acogedora voz de quien por cabeza llevaba la clara silueta de un lobo. Las manchas de sangre de aquellos que anteriormente habían abandonado la vida dentro de sus fauces aún continuaban allí, pegando de manera desigual algunas zonas del pelaje de tan imponente bestia.― Preguntaré.― Comentó entonces entre un suspiro de resignación.― ¿Qué es lo que le causa tanto placer, aún sabiendo que en breve morirá?―

  ―  ¿Qué será?― Repitió, agitando suficiente sus pies para que así su cuerpo pudiese sentarse en el frío y acabado suelo.― Es gracioso como aún en este momento, sigo siendo una oveja sin serlo.― Sus manos, que impedidas estaban por la cuerda que rodeaba las sensibles y poco útiles muñecas humanas, dieron varios movimientos en ademán de interrogante.― Y el que aún con tan poca higiene en su pelaje, continúa teniendo un traje tan pulcro como el cielo y tan elegante como el sol.― Las cabezas de ambos animales no parecían inmutarse con las reacciones ajenas. Pero tras un breve y fúnebre silencio, las risotadas de aquella cabra nuevamente hicieron su deber.

― Una oveja, eso eres y eso serás hasta la muerte.― Tan bruscas y afiladas palabras terminaron con las risas histéricas de la cabra. Y así, solo el goteo se hizo presente en la sala de oscuridad infinita. 

*Crip, crip, crip*

. . . .

  ― Aegagrus Hircus.― La voz, acompañada por el constante caer de las gotas al suelo, parecía más fina, menos enérgica, menos fría, menos "salvaje".― Cabra, Aegagrus Hircus.― Repitió, esta vez con el sonar que dejaban los zapatos al golpear contra el suelo mugriento en el que había estado. ― Si no sabes diferenciar entre una cabra y una oveja ¿Cómo podrías si quiera diferenciar una navaja de barbero, de una suiza?― 

Sus manos se levantaron a la altura de sus propios hombros y, agitando varias veces su cabeza, hizo muestra de aquella cuerda de tan poca utilidad que ahora se reducía a simples hilos desconectados. Hicieron falta no más de unos cuantos segundos para que la imponente figura del solitario cayese delante de sus pies. Su boca no sangraba, pero su cuello, que no cualquiera podría notar, empezaba a ser cubierto por el carmesí de su propia sangre. 

  ― El placer fue todo mío.― Volvió a hablar la cabra quien en un acto de educación, habría regalado a la inerte figura del lobo una reverencia. 
Sus manos mugrientas y húmedas por el bajo costo que había tenido que pagar por su libertad finalmente subieron hacia su hocico con única finalidad de remover la máscara que hace tan solo unos segundos había sido su cabeza entera.

Y allí estaba, aquel crucial elemento que representaba lo que, suponía, era y siempre sería: Un humano, una mujer, joven, de rostro cansado y ojos apagados. Lo que podía creer con firmes fundamentos, estaba extinto en aquel mundo de falsas expresiones y poca humanidad.
Sin faltarle el tiempo, se inclinó una vez más hacia la figura del lobo, removiendo en un rápido movimiento la máscara que cubría la identidad de quien del sufrimiento había gozado en repetidas ocasiones. 

[ G ] se veía en su rostro la impresión de la letra ensangrentada, poco cicatrizada, maloliente, infectada. . .





 

VoidChess: Relatable HumanityWhere stories live. Discover now