Hago una pausa en mis quehaceres y pongo la pava al fuego. Esta oscuro, llueve sin cesar y el invierno se hace sentir con fuerza. Pero dentro del hogar se esta muy bien. El calor lo irradia una vulgar estufa eléctrica. Mis pantuflas en forma de perro le dan calor a mis pies enfundados en floreadas medias rojas, a juego con mi pullover tejido por las manos expertas de mi madre. El agua está lista y me preparo unos amargos calentitos. Mientras tomo mis mates observo una escena típicamente hogareña: mi mamá jugando con su teléfono, el televisor encendido, mi gata frente a la estufa, el sonido del otro televisor que proviene del cuarto donde papá esta viendo sus programas y yo, disfrutando de mis mates, la tranquila felicidad de mi hogar y de esta noche invernal.
