Rumpeln

40 5 2
                                    

-¡Ki afírmate!

Ese maldito estaba haciendo triza todo el lugar mientras aprovechaba que Peter intentaba sacar a la gente y dejarla a salvo.

-¡¿qué hace esa cosa aquí?! ¡¿Qué quiere?!

Definitivamente ki estaba aún en shock.

-¿por que no bajas y se lo preguntas?

La pareja que había quedado en los asientos al nivel del piso había arrancado apenas apareció el ya conocido rinoceronte mecánico, y no pensaron en ningún momento en el resto de nosotros que seguíamos atrapados en la rueda.

Los culparía por falta de empatía y vaya que quería golpearlos, pero una parte de mí entendía que habían estado tan asustados que no se habían detenido a pensar.

-tenemos que llegar abajo...

Comente en voz alta a nadie en especial.

-... apenas llegue esto al suelo tú saltas ¿si?

-¿qué?

Ya había atado mi cabello en una cola y me había dispuesto a bajar por los fierros del juego alegórico para llegar hasta abajo, aunque mi acción cesó de golpe ante un fuerte agarrón a mis brazos por parte de mí mejor amigo.

-¡¿que crees qué haces?!

-¡tenemos que bajar a estas personas de aquí!

Comenté cómo si no fuera lo más evidente en aquel momento.

-¡¿estás loca?! ¡¿Y si caes?!

-¡Ki ya no hay tiempo! ¡Esta cosa va a caer con todos nosotros dentro!

El suelo volvió a retumbar con fuerza ante los ataques que el animal daba.

Me aferré con fuerza al metal para comenzar a bajar y pedí con todas mis fuerzas que mis manos no comenzaran a sudar como locas para no caer directo hacia lo que sería mi propio fin, y para nada placentero.

-¡joy maldita sea, vuelve!

-¡haz lo que te digo y ya!

Escuché a varias personas gritar por mi, sus llamados para que detuviera mi acto suicida se mezclaban con aquellos llenos de terror por el rinoceronte y aquellos llenos de animo y euforia por Peter que al parecer ahora peleaba con él. Yo seguía muy ocupada en bajar como para girarme a verlo, pero esperaba que lograra terminar con él pronto para poder revisarlo y así corroborar que estaba a salvo y todos nosotros ya podíamos irnos de regreso a casa.

Vaya día.

-¡JOY CUIDADO!

Un estruendo ensordecedor se vio acompañado del sonido del golpeteo de metales y una onda expansiva de tiritones que comenzó a menear la estructura. El rinoceronte había dado con el juego y ahora este se tambaleaba como péndulo de un extremo a otro.

Mis manos comenzaron a sudar como respuesta al miedo, y me maldije por no poder controlar mis glándulas sudoríparas. Debía apresurarme porque si comenzaba a resbalarme, desde aquella altura podía terminar muy severamente dañada.

Me deslicé lo más rápido y hábilmente posible, con movimientos precisos y con un agarre de lo más firme posible, mis años de escape de casa habían generado finalmente frutos.

También te gustarán

          

Finalmente, y con mucha suerte también, llegue a bajo después de saltar de una altura que sabía podía manejar.

Corrí hacia los controles y revisé el tablero con prisa, podía sentir la ansiedad de las personas que estaban sobre el juego en mi y además mi propia ansiedad por bajar a mi mejor amigo, que sería el último en tocar el suelo y el que sufriría peores daños si la rueda colapsaba.

Tenía que salvarlo.

Comencé a tocar los botones de forma frenética y a tirar de las palancas hasta que di con la indicada. El juego comenzó a moverse, su movimiento pendular había disminuido considerablemente aunque no del todo, pero aún así estaba en condiciones de girar lo suficientemente bien como para atraerlos a todos nuevamente al suelo.

Todas las personas comenzaron a saltar de sus asientos cuando ya estaban a un buen nivel, y fue así como comenzó a vaciarse todo, pero aún no era el turno de ki.

-¡ya queda poco!

La mirada del pelinegro era de angustia y miedo, pero aún así sabía que estaba controlándose lo mejor que podía para actuar de forma racional y analítica.

Como un científico hecho y derecho al final y al cabo.

Pero nada podía ser tan fácil, peter y el animal se volvieron más visibles en nuestro campo visual, y eso también significó que su pelea comenzaba a acercarse hacia donde estábamos nosotros.

Oh no.

-¡¿y si salto?!

-¡NO! ¡Estás muy alto aún!

-¡joy...!

-mierda...

La bestia metálica impactó en contra del juego. Todo pareció ir en cámara lenta por un segundo, logré ver desde el impacto hasta que aquel que consideraba mi propio hermano se decidió por saltar y volar temporalmente por los aires en un intento de evitar el golpe del animal mismo.

En mi mente, la imagen de verlo hecho trizas en el suelo me aterró y congeló hasta los huesos, por lo que sin pensarlo corrí hacia él en un intento desesperado de amortiguar su caída lo más posible.

Si es que llegaba a tiempo.

-¡KI!

Grité asustada. Mi voz pocas veces había estado así.

-¡te tengo!

Me detuve en seco, los latidos de mi corazón habían llegado con mucha fuerza hasta mi garganta, lo que me hacía pensar que allí estaba ahora.
Peter tenia a Ki fuertemente agarrado y lo había dejado en el suelo a unos cien metros de distancia.

Ambos estaban a salvo.

Solté el aire que había retenido sin darme cuenta.

Pero la paz y tranquilidad nunca llegaron, ya que vi miradas de shock y terror acompañados de gritos llenos de miedo que pronunciaron aquel par de chicos que tenía en frente.

-¡JO-...!

Un golpe.

Fue duro.

𝐓𝐡𝐞 𝐥𝐞𝐠𝐞𝐧𝐝𝐬 [𝐏𝐞𝐭𝐞𝐫 𝐏𝐚𝐫𝐤𝐞𝐫]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora