1. Ayuda

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Alguien lo seguía, de eso estaba más que seguro.

Yoongi sujetó con fuerza las bolsas de plástico cargadas con provisión al tiempo que apresuró el paso. Escuchaba su respiración agitada resonar en los pulmones junto con sus zancadas llenas de desespero, pisando con fuerza en la acera. Se contuvo de voltear hacia atrás, concentrándose en la meta de llegar a casa lo más pronto posible para salir de las garras que parecían querer atraparlo.

No era la primera vez que tenía esa sensación de ser observado cada vez que salía a la calle. Estaba seguro que su grado de ansiedad iba en un apresurado aumento, y ello le impedía ver a algún especialista, porque, oh vamos ¿quién creería una historia como la suya? Le enviarían a un psiquiátrico de inmediato sólo con mencionar la peculiar vida que observó durante varios años y que le llevó a correr incluso de su propia sombra.

Lo único que podía hacer para contrarrestar su malestar era respirar: 1, 2, 3 inhala 3, 2, 1 exhala, sin embargo, ya no le era tan efectivo.

Sentía los pasos de quien fuera en el lugar de los suyos, no perdiéndole el rastro en ningún momento. Quería creer que era otro de sus sueños vívidos y nada más, pero el peso de las bolsas en sus manos le decía que donde estaba era el mundo real. Sentía su palpitar lloroso golpear contra las costillas, pidiendo escapar de lo que estaba viviendo.

Yoongi se detuvo de abrupto cuando sintió un pequeño pinchazo justo en el corazón, su boca se abrió en automático para buscar aire y así dejar pasar el momentáneo dolor que surgía cada vez que su ansiedad se disparaba. El aire fresco del atardecer hizo sentir bien a su interior al tiempo que observaba a unas palomas posadas en un alambre de energía eléctrica.

“¿Min- Min Yoongi?” Dijo alguien tras él, y el impulso de correr volvió a aparecer en su torrente.

Sabía que era quien le estuvo observando y quien le siguió desde cada parada al comprar en el supermercado. No reconocía la voz, tampoco quería hacerlo, lo único que pretendía era huir, aunque sabía que al hacerlo las bolsas podrían romperse y echar a perder toda la provisión, así que, en contra de su alarmado sistema, se giró.

Era un rostro que nunca vio antes, el de un chico.

Yoongi pasó la lengua por sus secos labios, nervioso.

“¿Qué?”

En los ojos del contrario no había más que una capa de cristal que quería romperse, sin embargo, se mantenía firme. Tenía el cabello castaño y un poco largo, vestía un suéter gris desaliñado, sucio, como si hubiera rodado en la tierra, junto con ligeros rasguños en las mejillas. Yoongi reparó que estaba prestándole demasiada atención a un extraño que invadió su alterada comodidad y que ahora le dirigía la palabra como si nada, ¿qué demonios?

Los labios del chico se movieron, articulando palabras que Yoongi no esperaba escuchar.

“¿Me puedes ayudar?” Dijo, dando un paso hacia Yoongi.

“¿Qué? No. No soy ningún salvador.” Respondió, retrocediendo. “Aléjate.” Masculló con un dejo de temor cuando el contrario avanzó nuevamente.

“Por favor.” Alzó una mano hacia él, Yoongi simplemente observaba la forma en la que sus dedos se estiraban para poder alcanzarlo.

Split sky | taegikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora