Aun así, Abigail mostró su expresión más arrepentida, añadiendo un leve mohín que recibió como respuesta una sonrisa inmediata por parte de Emilie, lo cual la hizo sentir orgullosa de si misma y también con eso, el fin de cualquier “discusión” que hayan podido tener. No obstante la curiosidad de su amiga no termino allí, y la ceja levemente alzada aún se mantenía impresa en su rostro, esperando que esta vez fuera sincera, como para contarle que ocurría. Ella se lo merecía, no podía ocultarle todo.
—Bien, tú ganas —dijo por fin, soltando un suspiro—. Desde hace un par de noches comencé a tener pesadillas, en un principio eran normales pero luego, hace un día atrás se volvió más real. Podía sentir todo y desperté demasiado asustada como para volver a dormir. Anoche me pasó lo mismo.
—Estas pesadillas, ¿tenían algo en particular? —pregunto Emilie con un tono de voz más bajo, mientras colocaba un mechón delgado color ceniza, tras su oreja.
Esta interesada, pensó Abigail. Demasiado.
—No, son igual que todas —termino por decir, ahorrando horas y horas de explicación donde por algo del azar no terminara como una loca.
La falta de información dejó insatisfecha a Emilie, que la escrutaba con la mirada como si tuviera las respuestas pegadas en su rostro, con pequeños papelitos donde estaría escrito: Había un hombre, era extraño, me decía que era suya. Intento llevarme lejos anoche. Lo cual por suerte no era así, y tampoco se lo mencionaría porque tenía el presentimiento que debía ocultarlo como sea de todos, hasta que estuviera segura de que solo trataba de un sueño o cuando simplemente la abandonara, dejándola en paz. Libre por fin de los miedos a dormir.Pronto llegó la noche, y con ello la hora más odiada y temida por Abigail. Debía dormir.
Cuando llegó a su casa sus padres no se molestaron en preguntar dónde estaba, ya que al ver que sus ánimos habían subido, consideraron que hacer una interrogación quitaría ese brillo que destellaba en sus ojos, o la bella sonrisa con la que los había saludado al llegar. A veces Abigail sentía tristeza por su madre y su padre, ellos no tenían más hijos, lo que los convertía en protectores y, sensibles cuando poseía un mal carácter, lo cual por suerte no pasaba a menudo. A pesar de que manifestarán felicidad ante su presencia, Abigail sabía que cuando se encontraban solos, la tristeza o decepción arrugaba sus rostros y bajaba sus emociones, lo que la llevaba a una duda: ¿Por qué no tener otro hijo? Cuando era niña una vez les pidió un hermano, quería alguien con quién jugar y divertirse en la casa, pero ellos sólo evadieron su pregunta respondiendo que, las niñas tan adorables y amistosas como ella, tendrían muchos amigos y que nunca le faltaría un hermano o amor. Pero se habían equivocado, si necesito un hermano y no solo una vez cuando era una pequeña indefensa, sino en varias etapas de su vida, hasta en aquel mismo instante deseaba tener uno, aún si discutieran todo el tiempo por cosas tan vanas como la programación de la televisión.
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Locura infinita. ★Jason the toymaker★
FanfictionPrimero fueron sueños, luego sombras sin rostro, monstruos, demonios y asesinos. Todo se desmoronó en la vida de Abigail cuando supo la verdad de su origen y su pasado. Sin embargo el amor y el destino están entrelazados en un mismo camino. "Las al...