Días para la purga (2)

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280 días para la siguiente purga

Aizawa dejó un enorme folder sobre el escritorio de Izuku.

—Tú te harás cargo de esto —le dijo y se alejó sin dar más explicaciones. Porque si Izuku no fuera capaz de entender a qué se refería solo con eso, hacía mucho que lo hubiera despedido.

Abrió el folder. Las primeras páginas explicaban el trabajo de una constructora, darían una remodelación a un centro comercial y los habían contratado para asegurar el proceso. Comenzó a revisar los puntos que les solicitaban. Tendría que ir a hablar con el encargado y asistir el trabajo para asegurarse de que todo se llevaba a cabo correctamente y no trataran de engañarlos para cobrar un seguro fantasma. Siempre lo intentaban.

Mientras pasaba las hojas vio de reojo la fotografía de Ochako pegada a la pared con una tachuela. Ella estaba sonriendo, estaban en un parque durante el florecimiento de los cerezos. Era extraño. Esa fotografía, sin importar qué, siempre lo hacía sonreír al recordar aquella tarde, comiendo, disfrutando el ambiente tranquilo con los padres de ambos. Pero ahora, tenía unas inusuales ganas de quitarla y no seguir siendo visto por ella. Era como si viviera engañándola, engañándose. Su relación se había transformado en una mentira en algún punto durante la purga. Lo supo desde que su madre los abrazó a ambos y él no pudo solo dejarse llevar y abrazarla y besarla. Y ella tampoco lo hizo con él.

Se levantó metiendo una copia de todos los documentos en un portafolios y saliendo en dirección a la zona asegurada. Ese día comenzarían y desde ese día debía estar ahí. Llegó a encontrarse con un montón de hombres en uniforme y con casco que ya llevaban a cabo su labor. Las compañías de construcción y remodelación parecían siempre querer acabar en tiempo récord. Buscó a su alrededor y no vio a nadie que pareciera el encargado. Para no interrumpir a los obreros ocupados se acercó a uno que en ese momento tomaba agua de una botella.

—Disculpe —lo llamó—, estoy buscando a la persona a cargo.

El hombre dejó de beber y se giró a mirarlo con una sonrisa amable.

Aunque tenía el cabello caído y de color negro, Izuku identificó de inmediato su expresión y sobre todo esos característicos dientes afilados. Red Riot se detuvo con sorpresa, claramente reconociéndolo también y se quedaron mirándose unos segundos en los que Izuku no sabía si sería correcto hacer alusión al hecho de que se conocían. Hasta que el otro suavizó su sonrisa y estiró una mano en su dirección. Una mano que tenía una gran cicatriz generada por las katanas de unas chicas enloquecidas.

—Soy Kirishima Eijirou. Un gusto.

—Midoriya Izuku —se presentó también, estrechando su mano con alegría naciendo en su pecho.

Ya habían pasado más de dos meses desde que la purga había terminado. Y con cada día que pasaba, en su interior aceptaba que de verdad nunca los volvería a ver. A ninguno de los que él consideraba héroes por salir a pelear por la vida de las personas. El único contacto con el que podía pensar que contaba era Iida y no sabía de qué manera podría preguntarle al respecto.

Pero ahora estaba allí, frente a Red Riot/Kirishima. Quien también era amigo de Ka.

—De verdad no creí que esto pasaría —se señaló Kirishima a sí mismo y a Deku alternadamente—. Creo que, si Bakugou se entera, me tirará por las escaleras —se rió un poco de lo que dijo y se rascó detrás de la cabeza—. Es lo que siempre nos advierte. ¿Qué es lo que preguntabas?

Izuku abrió y apretó los puños. Bakugou. ¿Bakugou Katsuki? Kacchan. Quería preguntar, pero al parecer el que se encontraran era algo malo, y no quería meter al otro en problemas.

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