Sin Título

5 0 0
                                    

(Originalmente escrito el 5 de Julio del 2018).

A medianoche, es mi horario favorito para relacionarme. Amo su piel, su tacto, su traje de látex. Amo cada fragmento de su cuerpo, sus ojos de cristal, su piel efímera, sus labios, sus senos, sus glúteos.

Desnudarla a quemarropa es un placer o un lujo que puedo darme, cada medianoche, a música fuerte, a tactos desgarrantes, a lujuria desgarbada.

Pero esta medianoche, era la medianoche.

Ella vino en otro empaque, no me importaba. La necesitaba tener adentro, profundo, en mis entrañas, donde fuera. De hecho, apenas atravesar el comedor, comenzamos a extasiarnos ahí mismo, no llegamos al sillón siquiera, ahí, en el piso; un piso sucio, una alfombra barata del chino, probablemente cubierta de polvo. Siquiera música tuvimos que poner y ya estábamos manoseándonos en el suelo.

Comencé a penetrarla en seco, aunque para su deleite, ya se encontraba un tanto lubricada. Mientras más bruto, mejor, decía siempre. Su cabello negro, liso y sedoso se fruncía y estremecía sobre mi rostro, así como sus pechos me rozaban, sintiendo los pezones erguidos sobre mí. Su cuerpo tambaleaba, cambiaba de espasmos, se posicionaba. Fluidos de sangre, líquidos acuosos, saliva y sudor comenzaban a festejar y tener su propia orgía.

Sus rasguños, más intensos, me dolían, pero no quería que pare. Admiro la forma en que me padece sufrimiento, es una idea mutua.

- Más - gimió, estremecida, temblando, teniendo una catarata de espermas dentro suyo - quiero más.

Llevábamos ya una cantidad frenética de horas, ¿Cuántas?: dos, tres, cuatro. Una bestialidad, ya habíamos acabado mil veces y los orgasmos se seguían propagando como una epidemia. Sus muslos temblaban, ya no sabía si de dolor, por la fuerza, por el sometimiento, el placer por inercia.

También estaba entrando a agotarme, el sudor seco, la sed, la garganta resaca, se entremezclaba con una respiración lenta, forzada, escasa. Un último esfuerzo para volver a acabarle.

A la quinta hora, se apagaron las linternas.



Mañana siguiente, con un café en mano, leí el periódico.

"John Decker, de 25 años aproximadamente, falleció en la madrugada de este Domingo. La autopsia detectó sobredosis de heroína, junto con otras mezclas de sustancias que los forenses aún trabajan en ello. El desconcierto y la angustia del barrio se alza, y para sorpresa de muchos, se encontró su cadáver una cantidad de horas después de lo acontecido..."

Adelanté un poco la lectura.

"...un vecino que opta mantenerse en anónimo, relata que encontró la puerta de su departamento abierta, dónde apenas entrar, se encontraba el cuerpo sin vida de Decker, semidesnudo, casi cubierto de líquidos de distintos índoles. Llamó a la policía instintivamente..."

Apresuré otro trago de café.

"...era conocido en la zona por ser un hombre de carisma, colaborar con su entorno y hacer trabajos sociales. Se encontraba momentáneamente con un tratamiento por esquizofrenia, elemento que nadie conocía o sospechaba. Logró mantener el tratamiento encubierto durante una cantidad prolongada de tiempo..."

Miré la hora, estaba llegando tarde al trabajo.

Cuentos Breves para Gente Depresiva e Intelectual.Where stories live. Discover now