Primer capítulo: Pensamientos al despertar

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Pasados algunos minutos, decidí por fin levantarme de la cama e ir a preparar un café. Susanne, la directora del sanatorio mental en el que trabajo, Icter, debió haber advertido la fecha, porque envió un mensaje a mi celular en el que me permitía llegar algo tarde. Decía en la correspondencia electrónica que la última enferma recibida por el hospital debía estar a mi cargo, pero iba a ser tratada por otro especialista durante mi ausencia

Había un grupo despreciable de personas dentro del sanatorio que hacían de sus fugaces momentos libres un espacio para musitar entre los pasillos las peripecias e infortunios de viejos compañeros de trabajo. Susanne siempre había sabido cómo guardar recato frente a este tipo de actitudes, después de todo era la directora en jefe de todo el personal y debía presentar una imagen impoluta y libre de toda extravagancia; sin embargo, nunca supo cómo mermar la curiosidad de aquellas carroñas que terminaron profanando todo pequeño vestigio de privacidad que aún quedaba en mi vida, desesperados por darle algo de emoción a la suya. Violaron con lascivia los informes policíacos que se desclasificaron después de unos meses y se dice que hasta entrevistaron algunos vecinos míos intentando reconstruir lo que había ocurrido el pasado 27 de marzo 

27 de MarzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora