Moriré besando a Kim Yugyeom ► jingyeom

25 [ final ]

JIN

No quiero ni pensar que hayamos llegado demasiado tarde.

Y además del absoluto fracaso, estoy tan sediento que podría dejar completamente seco a un caballo.

Tal vez debería ponerle fin al sufrimiento de Bhuwakul.

Mi intención es pasar rápidamente por los portones, pero el Jaguar se queda atascado en la nieve. Bhuwakul y yo salimos del coche y empezamos a correr a través del Gran Prado.

Nos quedamos pasmados cuando vemos a Sung corriendo hacia nosotros como un conejo en pánico desde la dirección opuesta.

BAMBAM

Jane está llorando y jadeando... Y corriendo como si fuera Jeon Jungkook, el atleta olímpico, a pesar de toda la nieve que hay. Es una pena que Watford no cuente con un equipo de atletismo.

Ella no se detiene cuando nos ve, simplemente agarra mi mano y trata de tirar de mí con ella.

—Corre —dice ella— Bambam, corre: ¡es el Hechicero!

—¿Qué con El Hechicero? —agarro su otra mano, y ella corre en su lugar alrededor de mí, girando en un círculo.

—¡Él es malo! —dice— ¡Por supuesto que lo es!

Jin trata de tomar su hombro.

—¿Está Yugyeom aquí?

Jane se aleja de él, corriendo hacia atrás, luego da vuelta hacia nosotros.

—Él acaba de llegar —responde—. Pero El Hechicero es malvado. Está luchando con el cabrero.

—¿Baek? —pregunto.

—Trató de hacerme daño. Iba a hacer algo, tomar algo. Quiere a Yugyeom.

—¡Vamos! —ruge Jin.

—Ven con nosotros —le digo a Jane—. Ven a ayudarnos.

—No puedo —dice ella, sacudiendo la cabeza—. No puedo.

Y entonces ella se aleja.

JIN

Sung corre en una dirección, y Bhuwakul corre en otra.

Hay un ruido desde la escuela: como un trueno artificial, como un huracán en un techo de hojalata.

Persigo a Bambam por el puente levadizo. Tan pronto como llegamos al patio, es inmediatamente claro donde está Yugyeom: Todas las ventanas se han destrozado en la Capilla Blanca. Hay humo saliendo, y las propias paredes parecen tener reflejos, como el calor en el horizonte.

El aire está lleno de magia de Yugyeom. Ese olor verde ha quemado.

Bhuwakul tropieza, tosiendo. Lo tomo del brazo y me acerco a él, para levantarlo. Me sorprendería si él lanzara una frase hecha en este momento.

—¿Estás bien, Bhuwakul?

—Yugyeom —responde

—Lo sé. ¿Aguantas?

Asiente, yendo lejos de mí.

El miasma empeora, cuanto más nos acercamos a la Capilla. Dentro del edificio, esta anormalmente oscuro, como si algo más que la luz estuviera perdido. Creo que siento la presencia del Humdrum, el rasgar y el chupar de él, pero mi varita se mantiene viva en mi mano.

Algo rueda a través de mí —como una ola en el aire, en la magia—, y Bhuwakul se cae de nuevo hacia delante. Yo le atrapo.

—No tenemos que seguir adelante —le digo.