Capítulo 33: ¡Soy tía!

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Siento como unas manos grandes recorren mi cuerpo, algo húmedo me erizan el pezón, ¡oh por Dios! me siento caliente, fogosa... me despierto sobresaltada.

-Buenos días preciosa- dice JuanPa mientras lame mis pechos.

Y yo que pensé que estaba teniendo un sueño erótico.

-Buenas días mi amor, que rico es despertar a tu lado- contesto retorciéndome en la cama.

Sonríe y termina de quitarme la bata transparente que uso para dormir.

- Me encanta sentirte, ver como te humedeces con cada caricia mía-

Decido tomar el control, lo recuesto sobre la cama de un empujón, y me coloco encima de él desnuda, lo beso, lo acaricio, lo provoco rozando mi sexo contra su bóxer.

Su mirada destila deseo, está excitado, le quitó su ropa interior, y de un solo empeñon quedo penetrada, muevo mis caderas en círculos, voy subiendo el ritmo... clavo mis uñas en su pecho al sentir como comienza a moverse haciendo que yo suba y baje rápidamente, mi orgasmo está cerca, siento como las paredes de mi vagina se contraen y ahh...

Sigo batiendo el chocolate sobre la estufa, al mismo tiempo que mi mente sigue encerrada en la habitación teniendo el mejor sexo mañanero de todos. Veo la hora y se nos hizo tarde, empaco los desayunos para que comamos en nuestros respectivos trabajos; obvio Juan Pablo puede llegar a la hora que quiera, pero yo no.

Escucho mi celular sonar donde quiera que lo haya dejado, busco con la mirada en la cocina y en la sala y no está.

-Mi amor contesta la llamada por favor- grito para que me escuche, ya que está en la habitación vistiéndose.

A los minutos entra a la cocina hablando por mi celular, lo interrogo con la mirada, me hace señas que espere, cuelga y me vé con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Adivina?-

-Juan Pablo por Dios no estoy para adivinanzas- exclamo.

-Era Deivis, tu sobrina al parecer se adelantará, Gabriela tiene dolores desde esta madrugada-

Camino de un lado para otro sin saber que hacer, tengo que estar con mi hermano, tengo que estar ahí para cuando nazca la niña que me quitará el puesto de única hembra en la familia de papá.

Mi cuñada tenía previsto ser intervenida la semana entrante, de hecho yo iba a participar en la cesárea, pero al parecer mi sobrina es tan necia como yo.

-Nena cálmate todo saldrá bien, los boletos lo tenemos para dentro de 4 días, pronto la conocerás-.

Niego con la cabeza.

-Mi amor yo tengo que estar ahí, ayúdame por favor, vamos al aeropuerto para que nos adelanten el viaje, si hay que pagar más yo tengo los ahorros para la compra de mi auto-.

Me ve molesto, porque el insiste en regalarme un carro y yo vivo negándome.

-Esta bien, déjame hacer un par de llamadas-.

Me abalanzó sobre él, lo beso, lo abrazo y poco a poco la seriedad que tenía se va de su cara.

"Pasajeros del vuelo 388, con destino a Miami, abordar por la puerta 2"

Me levanto de la silla y camino sin esperar a mi madre y a mi esposo, estoy demasiado ansiosa, siento que soy yo la que tiene dolores.

Después de tres largas horas, por fin aterrizamos, tomamos un taxi para el hospital,  ya que mi hermano nos envió la dirección por mensaje, son casi las 7 de la noche y no hemos sabido más nada.

Al entrar en el gran edificio, preguntamos en recepción, afortunadamente aquí mucha gente habla español, nos indican que están en el segundo piso, al salir del ascensor lo veo recostado en la pared, corro hacia él y cuando lo tengo entre mis brazos logro sentir ese alivio que necesitaba.

Hacemos los respectivos saludos, y nos cuenta entre lágrimas que hace 30 minutos acaba de nacer Daniela Valentina Vivas Khan, Deivis quiso seguir la costumbre familiar de mantener las iniciales de los nombres.

-¿Valentina?- pregunta mi madre curiosa.

- Sí, ahora dos de las cuatro mujeres de mi vida, llevan ese nombre que tanto me gusta, aunque a ti no- dice sacándome la lengua.

Ya voy a llorar, no me había dado cuenta que mi hermano le colocó ese nombre a la niña por mí.

-¿Familiares de Gabriela Khan?- pregunta una enfermera saliendo de la habitación de enfrente.

Todos nos levantamos, nos dice que podemos durar una sola hora porque ya es muy tarde.

Al entrar a la habitación, y ver esa bolita rosada en una pequeña cuna, siento como crece una emoción indescriptible en mi pecho, me acerco a mi cuñada le doy un pequeño beso en la coronilla, y cuando mi madre me da espacio camino hacia ella, hacia mi pedacito de cielo.

Las lágrimas salen de mis ojos, jamás había sentido tal emoción, Daniela es idéntica a su madre; blanca, cachetona y con unos ojos marrones muy grandes. Todos en la habitación parecemos unos tontos llorones, volteo para ver a mi marido, y su expresión es indescifrable, sé que le pasa algo.

La hora se nos fue volando, le hicimos una video llamada a papá para que viera a la niña y también lloró, no entiendo porque dicen que yo soy la llorona de la familia, si todos somos iguales.

Cuando mi cuñada le dio pecho fue demasiado conmovedor, ver a esa pequeñita desesperada por llenarse... en lo comelona si se parece a su papá. Deivis está que no se lo cree, le tomó tantas fotos que la hizo llorar con el flash.

Tuvimos que dejarlas en la clínica, sólo permitían un acompañante, y mi hermano dejó que fuera su suegra la que las acompañara. Llegamos al apartamento donde viven; el lugar es muy lindo y acogedor, la verdad lo poco que he visto de esta ciudad me encanta.

JuanPa y yo nos acomodamos en la habitación de invitados, y mi mamá  dormirá con Deivis. Me acuesto a su lado y coloco mi mano en su mejilla;

-Anda cuéntame que te pasa, y no me digas que nada porque soy tu esposa y te conozco-.

Resopla, me observa en silencio y cuando creo que no va a decir nada, abre la boca

- No me lo tomes a mal, pero me dio mucha nostalgia verte así de emotiva con la niña, por un momento me imaginé como serías con un hijo nuestro- susurró tan bajito que casi no lo escucho.

-Ay amor ya... por favor no lo imagines que no pasará, no podemos tener hijos, no te das cuenta todo lo que tuvimos que hacer para poder estar aquí, el día de mañana si tenemos un bebé habría que pasar en un avión entre Panamá, Colombia, Venezuela y Miami-.

-Esta bien Dessire- habló volteándose en la cama para darme la espalda.
-Pero te juro que con tal de verte feliz, soy capaz de vender el estudio y comprarme un avión, solo para que tú  puedas estar cerca de tu familia, porque yo si te amo-.

Una lágrima corrió por mi mejilla, no pude evitar sentirme culpable, claro que lo amaba, pero las inseguridades a veces eran más fuertes que yo.

Rompí mi regla de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora