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Una semana llevaba haciendo prácticas en Big Hit teniendo que hacer cosas que de verdad no le hacían mucha gracia, como pasar tiempo con la estrella. Como aprendiz a productor musical debía supervisar las grabaciones y revisar los papeles, además de escuchar las mezclas y todo lo que se fuese a hacer antes de sacarlo al público. Y todo ello incluía pasar tiempo con Kim Seokjin. 

—Antes de nada.—Les advirtieron antes de llegar a la sala donde conocerían al cantante. —Tenéis que entender que Jin es la estrella aquí, por lo tanto es él que decide si os quedáis o no. Normalmente es al revés pero a nadie le importa si estáis aquí o no. Solo sois becarios. Los demás hacemos nuestro trabajo y punto. Pero si Jin decide que no paséis más tiempo aquí, así se hará. Él es la mina de oro de esta empresa y a cambio de lo que hace, nadie dudará en sacaros de aquí si eso resulta ser un problema. Así es como funciona. De todos modos no os preocupéis demasiado. Seokjin suele ser amable con todos. Sólo no le hagáis nada que pueda molestarle en su trabajo y todo irá bien.

      —Eso no tiene sentido.— Concluyó Yoongi enfadado por la estúpida advertencia además de que les habían dicho que debía estar prácticamente pegado al mayor. —Estoy aquí para aprender a ser un buen productor musical. Cosas que no enseñan en la universidad. No para lamerle el culo a un niño rico. —Yoongi se paró en seco antes de llegar a donde conocería a Jin, molesto por la advertencia que les habían dado.

      —Cuidado con lo que dices.—Advirtió de nuevo el manager.— En primer lugar, él es mayor que tú, así que habla con precaución. Y en segundo lugar, para ser productor musical necesitas algo que producir. Sin estrella, no hay público. Sin público, no hay dinero. Es la ley de este mundo. Y yo que tú bajaba esos humos antes de conocerle. He dicho que era amable, no idiota. Si le dices eso, estarás fuera en dos segundos. Si tanto te molesta ¿qué haces aquí?

      —Me gusta mi música. No toda la música. —El azabache respondió orgulloso. 

Yoongi siempre pensó que la producción musical era más divertida que la ejecutiva. Que podría ver la acción de cerca. No esperaba tener que hacerle la pelota a un cantante para conseguir un buen trabajo. Lo que el pelirrosa pensara o no de él o de su música era indiferente. Él quería producir su propia música. Creada por él.

      Sin embargo, aún en siete días veía que tenía razón en sus pensamientos iniciales: no conseguía habituarse a ese hombre de pelo rosa y risa escandalosa. El manager tenía razón. Era amable. Pero Yoongi no se describía a sí mismo de tal manera, y no podía decir que la personalidad del cantante fuese su favorita por muy extrovertida que fuese.

      No podía negar que era incluso más atractivo en persona, pero eso no quitaba lo insufrible que le podía llegar a parecer. 

      —Lo estas haciendo de nuevo. —Seokjin recalcó mirando de reojo a Yoongi.

      —¿Hacer qué? —El azabache rió en su esquina de la sala, revisando los papeles del proyecto para el nuevo videoclip del mayor, esperando la inspiración para ver si conseguía tener una mejor idea para el enfoque de este y su historia.

      —Mirarme con desprecio. —Seokjin rió sentándose en una silla en la mesa de descanso, algo hambriento. 

      —Ni siquiera le estaba mirando. —Se defendió el menor con un suspiro.

      —Lo hacías sin darte cuenta. Dime, ¿qué tengo que tanto odias? —El pelirrosa no aguantó más y se levantó camino a la mesa de comida para calentar agua y poder almorzar un buen ramen caliente.

      —Yo no le odio.

      —Discrepo. —Sonrió el mayor. En lo que llevaba conociéndolo sólo había visto que el azabache era un gran compositor y que probablemente sabía más sobre la composición que él mismo.

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      —Lo que yo crea sobre usted, es irrelevante. —Yoongi se levantó de su asiento para coger un bolígrafo y volvió a su mullido rincón en el sofá. 

      —Eso es como admitir que me odias.
    —¿Por qué está tan empeñado? ¿Qué más le da si me cae bien o no? —El azabache se rindió. Su intento de ordenar sus pensamientos mientras escuchaba al mayor era completamente en vano.

       —¿De verdad no crees que importa? ¿No has pensado que probablemente tu futuro en esta empresa dependa de mí?—El mayor se giró aún esperando que el agua hirviera.

       —Si de verdad es tan profesional como afirma ser, debería dar su opinión sincera sobre mi trabajo independientemente de lo que piense de mí e independientemente de lo que yo piense de usted.

      —Puede que tengas razón, pero me sentiría mal si supiese que haces algo que no te gusta. ¿O mi música si te gusta pero el que no te gusta soy yo? —Seokjin rió de nuevo. Había encontrado diversión en poner al becario en lo que todo el mundo tacharía de situación crítica en el trabajo de tu vida, pero Yoongi se las arreglaba de forma impredecible aunque sincera.

      —Su voz es agradable, y su música suena bien. Pero no es mi estilo, eso es todo. —Murmuró con total sinceridad.

      —Está bien. Te creo. ¿Quieres comer?

      El azabache levantó la cabeza, confuso por el cambio de tópico. Negó con la cabeza, volviéndose a centrar en la idea del videoclip. Debía esperar a que el descanso de Jin acabase para volver al ensayo en el escenario para su concierto que se celebraría unas semanas después tras el lanzamiento de su nuevo álbum.

      Alguien tocó a la puerta y un pequeño joven rubio conocido para ambos asomó la cabeza con un montón de sobres en la mano.

      —Disculpe, Hyungnim. Sus cartas. —Jimin se acercó hasta el hombre alto de pelo rosa y se las tendió con amabilidad.

      —Gracias Jiminie. —Sonrió el cantante a otro de sus becarios agarrando los sobres de diferentes colores y luego el rubio volvió a desaparecer en el pasillo.

      Yoongi observó atentamente cómo Seokjin se acomodada mirando los sobres. Abría uno por uno y los leía, de vez en cuando soltando una pequeña risa. El azabache se sorprendió un momento, incluso, pues él de verdad no creía que las leyera todas una por una y atento a cada línea.

      Entonces el pelirrosa apartó un sobre y siguió con los demás.

      —¿Por qué aparta ese? —Yoongi preguntó con curiosidad.

      —Porque es una amenaza y no quiero arruinar mi buen humor de hoy. —Contestó distraído leyendo la siguiente carta.

      —¿Cómo lo sabe? Ni siquiera la ha abierto. — El becario se levantó de su sitio y se acercó a la mesa para coger el sobre blanco.

      —No tiene nada escrito. Solo la dirección y mi nombre. Cuando llevas tiempo haciendo esto, aprendes a diferenciarlas. Si no es una amenaza será una carta de odio o algo así. No me interesa. —El mayor habló con el mismo tono aburrido, recordando los tiempos cuando no podía diferenciarlas y acababa leyendo cartas horribles entre muchas otras cartas de amor de sus fans que acababan afectando a su humor por el resto del día, y a veces de la semana.

      Yoongi hizo una mueca en desacuerdo y se sentó a la mesa abriendo la carta. Sacó el papel para comenzar a leer, y a la primera línea abrió los ojos de sobremanera, sorprendido por lo que leía.

      Seokjin rió divertido.

      —¿Qué? ¿Dice algo bonito, Min?

      —Pues aparte de comparar tu música con el sonido de unos de los animales menos limpios del planeta fornicando, y desearte una muerte dolorosa no mucho.

Star °°Yoonjin°°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora