Veintinueve

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Sin mucho afán, el rubio llegó hasta el hogar en el que vivía la rubia, tocando el timbre y aguardando a ser atendido.

Rápidamente oyó unos pasos descender por las escaleras para luego ver a una Chloé despeinada y ojerosa en la puerta recién abierta.

—¡Adrien!— chilló dándole un abrazo, mismo que Adrien no tomó muy bien. —Me alegra tanto que hayas venido, en un principio creí que no vendrías ¡Pasa!

—Chloé, no vine a hacerte una visita— expresó cruzándose de brazos. —¿Qué es eso que querías decirme?

Chloé parpadeó un par de veces, incrédula ante aquello que oía salir de los labios del rubio, que tantas veces había pronunciado con dulzura su nombre acompañado de un te amo. Pero después de todo lo comprendía; ella le había fallado. No podía tratarla de la misma manera en la que antes lo hacía.

—Adrien, yo sé que quizás me odias, pero en serio lo debes saber— dijo ella clavando sus ojos color cielo en él —Es algo importante y no creo que aquí— señaló el lugar en el que estaban, cerca de la calle, con transeúntes circulando por la zona —sea un buen sitio para ello.

El Agreste resopló, finalmente adentrándose a la casa.

—Está bien. Pero que sea rápido.

•••

Mantenía la mirada fija en la pantalla de la computadora, como si estuviera hipnotizada, bajando con el ratón mientras movía la boca leyendo casi en un susurro la información que encontraba.

Pues ella se había puesto la meta de encontrar un especialista en el área; un doctor que pudiera sacárselo del vientre sin que nadie se enterase. Ni siquiera el padre.

Finalmente, encontró lo que buscaba. Tomó un bolígrafo y un papel y anotó los datos del hombre que, según ella, la podía ayudar con su "problema".

Cerró el ordenador para levantarse de la silla, caminando hasta el baño con los pies descalzos, admirandose en el espejo, viendo fijamente su vientre mientras lo acariciaba.

Una sonrisa se pintó en sus labios de manera inconsciente, recordando que su sueño era lo que estaba viviendo ahora. O bueno, casi, ya que ella quería tener un hijo, pero con el hombre que amara y que aquello fuese planeado.

No uno que se engendró en una noche de alcohol, además con su mejor amigo.

Eliminó todos aquellos sentimientos de ternura que había despertado en ella, frunciendo el ceño.

—De mañana no pasas, no pasas...

•••

—Siéntate— pidió la rubia acomodándose en el sofá.

Adrien obedeció, a pesar de que aquello le causaba total desagrado.

—¿Quieres un café, alguna bebida?

—Chloé, no estamos aquí en una cita social o festejando algo.

—Bien— la ojiceleste tragó saliva —La verdad es que no sabía en un principio si decírtelo o no. No terminamos bien, ni un poco, pero aún así tienes derecho a saberlo.

—¿A saber qué?

—Adrien yo...— dudó un momento —Estoy esperando un hijo tuyo.

Adrien se incorporó del asiento, con una sonrisa irónica mientras negaba con la cabeza, completamente incrédulo ante lo que sus oídos habían escuchado.

—¿De verdad piensas que voy a creermelo?— interrogó con las manos en los bolsillos.

—Me importa si lo crees o no, yo tenía la obligación de decírtelo, al menos para que lo supieras, para que estuvieras enterado de que serías padre.

Él rio, en un semblante irónico.

—Ese hijo es de Kim, Chloé.

—No olvides que nosotros seguimos teniendo sexo aún estando yo con...

—Basta, Chloé, no sigas. ¿Qué quieres conseguir con esto? ¿Por qué no se lo dices al verdadero padre?

—¡Tú lo eres!— exclamó poniéndose de pie.

—No. Ese hijo, si de verdad estás embarazada...

—¿Insinuas que lo estoy inventando?— se señaló ofendida.

El rubio se mostró indiferente ante ella, bajando y subiendo los hombros.

—Después de todo lo que sucedió ya no sé qué pensar de ti— exhaló pesadamente —Te recomiendo que se lo digas a Kim, como futuro padre tiene derecho a saberlo.— terminó, acercandose hasta la puerta girando el picaporte.

—Bien. Cuando tenga en mis manos la prueba de que sí lo es veremos si opinas lo mismo.

Adrien giró la cabeza para verla —Hasta que eso suceda ese hijo no es mío— expresó en voz baja. Le costaba creer que de verdad ella estaba esperando un hijo suyo, pero la posibilidad, asimismo, existía.

Salió del hogar cerrando la puerta tras de sí, dejando a una Chloé nublada.

—¿Y ahora qué haré para convencerlo?— se preguntó a sí misma, sobándose la cabeza sentada en el sofá.

•••

Marinette aguardaba en la línea, esperando a que el especialista cogiera la llamada.

—Buenas tardes— se escuchó la voz de un hombre.

—Buenas tardes— respondió ansiosa —¿Usted es el Doctor Delva?

—Sí, el mismo ¿En qué puedo servirle, señorita?

—Bueno, yo...tengo algo... más bien alguien de quien quiero deshacerme y...— le reprimía decir aquello —Alguien que tiene mis genes y...

—Entiendo a qué se refiere, señorita ¿Cuánto tiempo de gestación tiene?

—Un mes o más, no estoy muy segura.

—Perfecto. ¿Puede darme su nombre completo, por favor?

—Sí, por supuesto.Marinette Dupain-Cheng.

—Marinette Dupain-Cheng— repitió mientras lo anotaba —La agendaré para una cita mañana, a primera hora.

—¿Ma-mañana?¿A primera hora? Me será imposible, tengo que ir al trabajo. ¿Al medio día qué tal?

—De acuerdo. La espero para las doce del medio día ¿Va?

—Sí, allí estaré, gracias— terminó de decir, colgando la llamada.

Dirigió su vista a su vientre, tocándolo por sobre la prenda.

—Aprovecha este día, que será el último...


𝐈 𝐟𝐞𝐥𝐥 𝐢𝐧 𝐥𝐨𝐯𝐞 (Me enamoré) [ⒶⓊ - ⒶⒹⓇⒾⓃⒺⓉⓉⒺ] (Editado/Resubido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora