El último adiós.

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Yo me preguntaba por qué cada vez que se miraba al espejo hacía una mueca de desagrado. Mientras estaba en la cama, veía como se tocaba cada parte de su estómago y cintura, después de no encontrar nada que la hiciese ver bien, comenzaba a llorar de impotencia, fue en ese momento en donde se comenzó a golpear y no hice nada, era pequeña para ese entonces y lo único que sabía hacer era verla parada en aquel espejo. Su mirada se perdía en la nada mientras se dejaba caer de golpe haciendo un ruido y giraba a verme con sus ojos hinchados e inyectados de sangre, su boca no emitía palabras, pero sabía que era lo que estaba pensando... La miraba cada vez que entraba a la habitación, se tocaba la cara y aguantaba la respiración dejando visibles sus costillas aguantando el llanto; nunca le dije nada, ¿Qué diría? Llegaba de la escuela y se metía a la habitación saltándose las comidas, escuchaba a su madre hablar por celular diciendo no saber que hacer con ella. Sus calificaciones bajaron cada día, usaba manga largas en pleno verano, siempre supe que se lastimaba con aquella navaja que mantenía dentro de sus libros y que una noche escondí. Todas las noches la escuchaba llorar y me recargaba en su puerta hasta quedarme dormida en el piso... Cuando su hermana me cuidaba y cocinábamos comida rica, el baño era su mejor amigo. Ponía música a todo volumen y dejaba el agua del lava manos correr, pero eso no evitaba que escuchara las arcadas desde afuera. Cuando salía a lugares ya no sonreía como antes, veía que agachaba la cabeza cuando caminaba y nada le llamaba la atención, se veía al espejo casi todo el día y su visión de ella misma era la de siempre, pero no veía lo delgada que estaba, incluso cuando la abrazaba era inevitable no sentir sus costillas. Escribía en un cuaderno negro en donde pegaba dibujos que ella hacía.
Una noche llegó a la habitación y se recostó abrazándome mientras me susurraba bonitas palabras a mi oído, fue inevitable no quedarme dormida después... Ese mismo día me levante con una sonrisa y quería levantarla para que fuera a estudiar, pero lo que me dijo fue "no gracias, prefiero quedarme acostada hoy. Ven el miércoles, por favor" No pude ir aquel miércoles, pero esperé su llamada el lunes, no llegó. La llamé una semana después, un martes, contestó su madre, "Necesitamos que vengas, mañana por favor." Fui, miércoles 30 de agosto, "ven pasa, debemos hablar... Ella ya no esta con nosotros."

Mi alma se rompió.

Me rompí en mil.

-🌙

Ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora