Un Nuevo Comienzo. (Corona De Lagrimas). Vol3.

Capitulo 13.

-dejame decirte que tiene usted un hijo maravilloso Sr. Ricardo.
Comento Carolina cuando se encontraban reunidos en la oficina.
-muchas gracias Srta. Respondió Eduard amablemente.
El Sr. Ricardo llevo su mirada hacia su hijo y tras una sonrisa le dijo.
-hijo, ya puedes irte a casa, atendere a la Srta. Y me iré también.
-esta bien padre.
Respondió el muchacho y nuevamente viendo a aquella mujer le dijo.
-hasta la próxima srta.
El joven abrió la puerta de la oficina y se marcho del lugar.

-que diablos ases aquí. Por que viniste,  dime que estas planeando.
Comento sumamente alterado el Sr. Ricardo acercándose a Carolina, e inmediatamente ella se levanto de la silla y señalandolo con el dedo indice le dijo.
-a mi no me grites, estoy aquí por ti, por que lo preguntas si lo sabes.
-No. Debes irte ya.
Respondió el Sr.
-creo que esta vez no se podrá asi, esta vez vine para quedarme. Y quedarme con lo que me pertenece que eres tu. Respondió Carolina acercándose lentamente a Ricardo, estando frente a el, tomo sus manos y llevandolas hacia su cintura, dijo.
-hasme tuya, como lo has hecho mucho tiempo atrás.

Por un momento cayó en su trampa, ella era como la fruta prohibida que no debia comer. Cerro sus ojos y contempló su aroma. Un aroma poderoso, perfume mezclado de mujer, llena de belleza e ingenuidad.

Ella lo miro a los ojos, y mientras lo observaba, tomo el cierre que llevaba puesto su vestido y lo empezo a deslizar por su espalda, la cual iba quedando desnuda al paso de los segundos.

-detente. Ordeno Ricardo.
-¿que sucede?. Pregunto Carolina.
-no puedo hacerlo.
-tu esposa ¿verdad?. Piensas en ella estando conmigo.
-es la madre de mis hijos.
Carolina bajo su mirada y se clavo en un portarretrato el cual llevaba en el puesto una fotografia del Sr. Acompañado de toda su familia.

Al distraer con su juego seductor al Sr. Ricardo, sin que el se diera cuenta lo tomo y lo hecho en su bolso.
Luego acercándose a la puerta le dijo sin tapujos.
-no vine aquí para nada, el tiempo se esta agotando, es tu esposa o soy yo. Debes decidir.
Dicho lo anterior la mujer se retiro del lugar.
El Sr. Ricardo tomo un vaso lleno de agua, el aire se habia vuelto tenso en la oficina, se hizo en su escritorio y mientras trataba de respirar profundamente observo la ausencia del portraretrato el cual ya no se encontraba ahí a su lado.

Como era de costumbre, todos los días Stevan en compañia de su hermana Anna Maria caminaban camino hacia la secundaria.
A la mitad del camino los dos jóvenes se encontraron con Esmeralda una vieja amiga de su infancia. Que había llegado nuevamente a la ciudad.
Los muchachos se sonrieron al ver nuevamente la cual no veían desde hace 10 años.
-¡valla sorpresa!, ha pasado mucho tiempo. Comento Stevan.
-asi es, el tiempo ha pasado demasiado rápido.
Las dos muchachas al verse se abrazaron.
-bienvenida nuevamente amiga. Dijo Anna maria.
-pero que rápido han crecido, pareciera que hubiera sido ayer que eran unas bebes lloronas.
Comento entre risas nuevamente Steven.
Esmeralda miro a los ojos a Steven y el inmediatamente entendió claramente lo que trataba de decirle.
-oh! Creo que hablaran cosas de niñas ¿verdad?. Exclamó el muchacho.
-acertaste muy bien. Respondió esmeralda.
-entonces me voy, un gusto volverte a ver muchachita.
-el gusto es mio Stevan.
Tras una sonrisa el joven se marcho y siguió su camino.

Luego de haber llegado al instituto, con uno de sus libros en sus manos.  caminaba por los pasillos en busca de su salón de clase.
Por un momento Stevan oyó que una voz aguda decían su nombre claramente en voz baja.
Se detuvo para poner atención a lo que el creía escuchar.
-por Aqui, observa.
Seguía diciendo la extraña voz.
Que luego de observar hacia una ventana llego a la conclusión que se trataba de Daniel.

Rápidamente salio del lugar y se dirigió hacia donde se encontraba Daniel. 
El joven se encontraba agitado y con gotas de sudor en la frente.
-te noto cansado. Comento Stevan.
-eso es lo que menos interesa. Respondió el joven, limpiando en su frente unas gotas de sudor.
-los he oido, te quieren joder la vida. Comento Daniel llevándose la mano hacia la cabeza.
-¿debemos hacer algo?. Se pregunto.
-algo de inmediato. Volvía a decir, buscando solución ha algún problema, dando pequeñas vueltas en el pequeño espacio que ocupaba.
-¿estas bien? Creo que debes ir al hospital. Comento Stevan.
-no, no, no.
-sabes eres algo extraño, de verdad no se quien eres, de repente apareciste de la nada, haciendote pasar por amiho de Camilo después de su muerte. No crees que debes decirme de una sola vez quien eres en realidad y dejar de ocultarse como una rata.