Capítulo LXI

47 3 1
                                    

La vida pasa muy lentamente cuando estamos en peligro o al menos a mi me lo parecía.

Mientras retrocedía, el vampiro me amenazaba destruyendo el suelo frente a mi. Anefosis se impacientaba al verme en esa situación y a pesar de la desventaja que implicaba tres contra uno sacaba fuerzas y presionaba las cosas a su favor.

Esmeralda era consciente de que tarde o temprano el sol llegaría, pero disfrutaba jugar con sus presas hasta el final.

Dos movimientos sumamente calculados fueron suficientes para que Anefosis acabara con los subordinados de su rival; usando su dominio sobre la electricidad formó en sus manos dos filosas cuchillas que atravesaron el pecho y degollaron a los feroces vampiros, contra ellos podía sobrellevar una pelea, pero Esmeralda... Ella era otra historia.

Se dice que la Reina siente en carne viva la pérdida de cualquiera de sus súbditos, maldecida al no tener hijos de su propia sangre, debe sufrir por aquellos que convierte y ese dolor es lo que la lleva al borde de la locura y la sed de sangre.

Anefosis se lanzó feroz contra el último obstáculo que estaba frente a mí, terminando con él en un certero corte que lo parte a la mitad, ignora por completo que Esmeralda prepara un devastador rayo que en cuestión de segundos impactará conmigo.

Intento advertirle, pero al mirar con cuidado Anefosis no está ni remotamente en su mira, ella viene por mí y desea hacerle sentir el mismo dolor que ella vive.

El mortal ataque avanza sin que pueda hacer nada, el miedo me invade y cierro los ojos pero una estruendosa explosión y su cálida mano rodeando mi cintura me obligan a ver lo sucedido.

El polvo proveniente de los escombros se va disipando lentamente dejándome apreciar esa oscura presencia; Esmeralda está sorprendida y tiembla inconscientemente...Incluso ella sabe el peligro al que se enfrenta.

-¡¿Chivalva?!- exclama murmurando.

La firmeza con la que me sostiene llama mi atención es fuerte pero protectora, es la misma con la que sostienes un valioso tesoro; me parecía difícil creer que Chivalva pudiera hacerlo, para mi seguía siendo ella...

-Te equivocas tu oponente sigo siendo yo, será mejor que te prepares ¡Porque acabaré contigo!

Dicho esto me mira y sonriendo me asegura que todo está bien, mis dudas se disipan ya que de alguna forma sigue siendo ella.

Anefosis no pierde el tiempo y se lanza al ataque, Esmeralda le sigue el ritmo en una lluvia interminable de golpes, el panorama es distinto, mi princesa ya no se ve arrinconada y puede ir a la par de su rival con un gesto de soberbia; me preocupa que Chivalva se muestre como es y sea lo que sea Anefosis parecía tenerlo dominado.

Varios de los súbditos de Esmeralda llegaban al lugar intentando sorprender a Anefosis, pero uno a uno eran eliminados tan solo le bastaba con aparecer su afilada guadaña que con destreza cortaba en dos al que se le cruzara enfrente.

Esmeralda presa de la desesperación atacaba usando sus afiladas uñas que mas bien parecían temibles garras, aprovechando un descuido de su rival le asentó un mortal golpe desgarrando su túnica o eso creía...

Chivalva es maestro en el engaño y disfraza su silueta como si fuera una sombra, cuando crees que lo has atrapado no es más que su ropaje jugandote una cruel broma.

Sorpresivamente Anefosis apareció sobre la confundida Esmeralda dejando caer un devastador ataque que estremeció la tierra hasta sus adentros.

Apenas había logrado sobrevivir al ataque sin embargo ya no tenía más apoyo, estaba completamente sola, pero eso no era suficiente, porque a la distancia Anefosis preparaba el golpe final.

-¡Maldito siempre te has burlado de nosotros! Incluso hoy haciéndome creer que esa niña había conseguido una forma de controlarte y no era más que una farsa esa sed de sangre que te caracteriza es peor que la mía...

Anefosis no respondió, en sus manos juntaba una esfera enorme de poder que crecía a cada segundo, si lanzaba eso no solo Esmeralda, sino todo a su paso desaparecería.

-¡Espera!- grité - Matarás a cientos de personas, te lo suplico debes detenerte.

En su rostro podía verla dudar, una parte de ella estaba dispuesta a lanzar su ataque sin importar nada pero otra luchaba desesperada por evitarlo.

No fui la única que lo noto, la misma Esmeralda aprovechó para escapar no sin antes darme una advertencia.

-Un día ese demonio va a acabar con tu vida y será mucho más cruel que morir a manos de un vampiro, no lo olvides...

Mientras se alejaba yo intentaba hablar con Anefosis, tardé un poco pero lentamente sus manos desvanecieron aquella amenazante energía y sin mas se dejo caer de rodillas al suelo.

-Lo has hecho bien, tranquila- dije abrazándola fuertemente.

-Pude sentirlo, poco a poco me arrastraba lejos y pedía el control de mi cuerpo- decía envuelta en llanto.

-Ya todo está bien, por está vez tu tuviste el control y se que podrás mantenerlo alejado.

Por primera vez la veía desvanecer el hechizo que invoca a Chivalva su oscura presencia y ropaje se desvanecían dejando todo en la normalidad.

El valiente esfuerzo de los titanes salvó miles de vidas y por esa noche hicimos una tregua, me quede a su lado en aquel palacio donde nos conocimos por primera vez, después de todo mañana será otro día...

El Diario de JustineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora