El Amor 2

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¿Qué es el amor? Ángel volvía al mismo punto del que había empezado la última vez. El punto de cuestionarse una cosa tan básica en la vida humana, cuestionarse un sentimiento que ni siquiera grandes filósofos de las épocas habían logrado describir.

Pensó y le dió vueltas al asunto, recordando y leyendo lo que pensadores escribieron en su tiempo lo que creían que era el amor. Ángel cayó en cuenta que todo dependía de la época en la que se encontraba; cada uno le daba un enfoque distinto a lo que era ese sentimiento. Sartre decía que no era más que una extensión de la consciencia, Russell afirmaba que solo era posible alcanzar la felicidad cuando abandonamos a un lado nuestro ego y nos dedicamos a cuidar las relaciones con los demás. Sin embargo, a Ángel no le parecían convincentes esas definiciones de amor, así que decidió leer a unos de sus filósofos favoritos: Aristóteles.

Aristóteles dice que quién se estima a uno mismo es el mejor amigo que se puede tener. Ángel se percató de que el filósofo estaba en lo correcto, o al menos para él, pues, si no te amas a ti mismo ¿Cómo pretendes amar a alguien más? ¿Cómo pretendes ser correspondido cuando ni tú mismo eres correspondido con tu cuerpo o tu mente? Pensó que todos los sentimientos amorosos que describen los filósofos tenían una raíz sólida y fácilmente explicable.

Pensando más tiempo el tema del amor propio, Ángel concluyó que, según los tiempos modernos, las personas que se aman a sí mismos se les considera egoístas, y qué tal vez la mayoría de gente no se estimaba, y por eso, mucha gente es infeliz.

Así llegó a su segunda conclusión, actualmente se piensa en el otro antes que en uno mismo, se piensa en el qué dirán o qué pensará, en vez de enfocarnos en nosotros mismos, teniendo una disociación casi imperceptible.

Recordó lo que había pasado meses antes con sus compañeros, en cómo le importaba que le dijeran lo bien que se veía, cuando en verdad se tenía que preguntar a sí mismo si le gustaba cómo lo hacía. Pues no hay nada ni nadie que pueda ejercer control sobre nosotros, o nuestra manera de vestir o de pensar, porque antes de ellos, estamos nosotros mismos.

Ángel dejó los días pasar, seguía leyendo a Aristóteles, cuando se le vino una idea a la mente: Usualmente nosotros decimos y hacemos las cosas por caerle bien al otro, y no solo está en el ámbito de una relación amorosa, si no en el día a día con la mayoría de nuestras acciones. Cómo cuando dos primos se pelean y alguien le tiene que dar razón a uno, en vez de darle su lugar a las personas, se van por a quien sería mejor otorgarle la verdad y a quien llamarle mentiroso. Entonces, los primos se separan, no se vuelven a dirigir la palabra, y pasado el tiempo se reencuentran. Pero ¿Serán los mismos primos que cuando tenían 5 años? ¿Tendrán las mismas cosas en común? O pasándolo al tema de los amigos ¿Se habrán ya reemplazado por completo, al punto de ya no necesitar hablarse nunca más? ¿Se puede restablecer aquella relación?

Pensó que en algunos casos se podría dar una "disposición amistosa", una forma de amistad momentánea , en vez de formar una amistad estrecha como antes, pues se tiene ya un cierto nivel social y de confianza que coincida. Ángel creyó importante también el apoyo mutuo y el consolarte, pero lo más importante era quererse a uno mismo. Había relacionado un tema con otro, el quererse uno mismo le había dado la respuesta a su segundo tema que le aquejaba, y llegó a la misma conclusión que la última vez que había hablado sobre eso: El amor a uno mismo es la raíz de todos los amores.

Semana 5 - El Amor (La saga) ÉticaWhere stories live. Discover now