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Parte I: La creación

Akira no solía ser un chico demasiado pretencioso; sí solitario. Era sencillo para él obsesionarse con algo una vez que fijaba su interés en ello. Nacer en el apogeo de la era tecnológica y tener unos padres ausentes lo convirtieron en uno de los tantos aciertos para el sistema.

2021.

El cuerpo del joven quinceañero yacía al borde del sueño profundo, pero una pequeña vocecita en su mente le decía que primero debía de matar a los trescientos infiltrados en su nuevo fuerte favorito.

Ojalá el fin de semana durara más tiempo, repetía en susurros cada vez que se enfrentaba a algún videojuego en estreno. Tenía todas las consolas, todas las plataformas. Estantes llenos de colección para todos los géneros, aunque su favorito era la ciencia ficción. Tenía una importante tensión que le tomaba desde el cuello hasta las manos, tensión que solo se aliviaba cuando lograba reconciliarse con la almohada o se daba baños de tina.

No era un mal alumno, cumplía con lo mínimo para no ser reprendido. Sabía que en casa no causaría problemas, ya que poco estaban enterados sus progenitores sobre él. Una cosa sí era clara: nuestro hijo adora los videojuegos. Entre más tenga, mejor. Menos responsabilidad para nosotros, más diversión para él.

Había días en que recordaba que existían las conexiones con los humanos más allá de la online. Cuando salía de clases, veía a sus compañeros juntarse con chicos de otras escuelas, con posibles parejas, algunos hasta los recogían sus padres para tomar un helado o tan solo conversar. Ahí también estaba tenso, pero más le apretaba el corazón.

Los únicos a los que podía considerar cercanos eran sus compañeros de juego online: Aoi y Kai. Podían pasar horas en vela por terminar batallas o para discutir los efectos utilizados en alguna franquicia. Sin embargo, no sabía nada de ellos. Sus colores favoritos, a quién llaman cuando se sienten mal, qué paisaje los hace más felices, nada de eso. Solo sabía que rondaban su edad y que ambos eran de Kanagawa, al igual que él.

- Akira, ¿por qué no me acompañas al centro comercial?

Ese era el único momento en que tenía contacto directo con su madre, exceptuando algunos cumpleaños y navidades. A la mujer que lo tuvo nueve meses dentro de sí le gustaba coleccionar perfumes. Cada semana probaba uno diferente, a veces hasta tres. Akira siempre pensó que quizás su fanatismo lo heredó de ella.

Caminaban a pasos lentos debido al ritmo interno de la mujer. Alrededor la gente parecía correr, además, todos los pisos estaban repletos de publicidad. Los folletos que antes iban y venían se estaban estancando en grandes pantallas. Pese a ello, aún existían viejos nostálgicos que entregaban volantes y gritoneaban los productos.

- Voy a estar en esta tienda. Por favor, no te alejes mucho

No tuvo que siquiera responderle a la mirada para que la madre supiera que su hijo le obedecería; es lo mínimo que podía hacer.

Si había algo que podía remover el corazón de Akira, era una actualización de su videojuego favorito. A menudo sacaban funcionalidades exclusivas que podían ganarse logrando altos puntajes en ciertos niveles, pero esta vez era diferente. Una extensión del último desbloqueo obtenido por Akira estaba en venta exclusiva ese día.

01010010 - ReitukiWhere stories live. Discover now