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Capítulo 12 (parte 1)

— ¿Acaso no debes ir hoy a la escuela?— preguntó Harry, con voz rasposa y las comisuras de sus labios secas debido a que acababa de despertarse. Puse mis ojos en blanco de manera cómica antes de girarme entre las sábanas y quedar cara a cara frente a él.

— ¿Acaso no tienes deberes fantasmales que atender?

Frunció la boca ante mi comentario. Me pareció un gesto tierno y aniñado, lucía como un pequeño niño que acababa de descubrir que le gustaba a la mitad de las niñas del colegio. Tal vez un poco egocéntrico también.

— Tengo permiso de faltar a la junta por hoy.— bromeó, girando sobre su espalda al instante.— ¿Acaso dormimos juntos?

Su pregunta me tomó por sorpresa, y luego recordé como él había mencionado que yo entendía todo de manera equivocada, e ignoré la pregunta.

Era obvio que él se refería al hecho de que nos habíamos quedado dormidos junto al otro. Y era claro que lo habíamos hecho. Giré mi cabeza en vez de todo mi cuerpo hacia él, y admiré cada detalle de su hermoso y casi frágil rostro.

Él era hermoso, fantasma o no, y y tal vez si lo hubiera conocido en vida... me hubiera gustado.

Pero el hecho de estar enamorada de un fantasma o simplemente que me gustara uno, hizo cuestionarme mi vida amorosa, combinado con un sentimiento de desesperación. No sin antes mencionar que era algo completamente imposible. Aunque pudiéramos tocarnos físicamente, no había manera alguna de que fuéramos algo más que amigos.

Con el tiempo, el debía cruzar al otro lado.

Ese pensamiento me entristeció. Por supuesto era algo egoísta el ponerme a mí antes que a él, y el pensar en cómo me iba a sentir yo en lugar de él, pero no podía evitarlo. Quería que él se quedara, sin importar cuánto pretendía odiarlo.

Harry era Harry. No había mejor manera de explicarlo. Podrías juzgarlo si quisieras, lo cual yo había hecho desde el principio. Podrías pensar que él era un imbécil o un idiota, pero aún así estarías equivocado.

Él era él mismo. Alguien que nadie sabía que existía. Todos estaban muy ocupados tratando de ser la persona que cada uno creía era mejor que ellos, la persona que todos creían que querían y nadie juzgaría. Pero a Harry le importaba una mierda.

Él era él mismo. Y aunque a veces podía llegar a ser molesto, apreciaba mucho eso de él. Me gustaba el hecho de que no se escondía de la gente como yo lo hacía, o que no le avergonzaba reír durante las situaciones más incómodas.

— ¿Y tu qué crees?— pregunté, sabiendo que me había tomado un tiempo en responder.

Frunció el ceño y apretó los labios, asistiendo levemente ante mi respuesta, aunque había respondido con una pregunta. Ambos sabíamos que lo habíamos hecho, él solo quería alardear de ello. Suspirando, me giré, de modo que había quedado a espaldas de él. Cerré mis ojos de nuevo, deseando con todas mis ganas quedarme dormida de nuevo.

Honestamente, dormir era la mejor cosa del mundo. Incluso lo pondría por encima de la comida, porque, ¿quién tiene hambre cuando está durmiendo?

Olvídenlo, me ha pasado.

— Así que, ¿no te vas a levantar?— preguntó Harry, su voz hizo eco a través de la habitación. Consideré su pregunta por un momento antes de ignorarla. En definitiva, no iba a levantarme de la cama en ese momento.

— ¿Quieres que lo haga?— pregunté, manteniendo mi ojos cerrados mientras esperaba su respuesta.

— Nunca dije eso.— dijo de manera un poco arrogante mientras lo sentía moverse en la cama. Sus movimientos me erizaron la piel, ya que él había girado de lado y puesto una de sus manos alrededor de mi cintura. Me quedé estática ante el contacto, abriendo mis ojos.

— Harry.— protesté. El pensar en Harry o Charlie estaba mal, y no iba a dejar que eso sucediera. Ya casi había aceptado el hecho de que no podía pensar en Harry de otra manera que no fuera un molesto y estúpido amigo.

Sería imposible ser algo más.

— No, por favor.— dijo, sorprendiéndome.— Juro que no es lo que piensas Rosie. Solo necesito abrazar a alguien. Por favor déjame hacerlo.— su voz sonaba un poco rasposa, como si estuviera a punto de quebrarse. Como si estuviera a punto de llorar.

Quería quitar sus brazos de mi cintura. No del todo, solo lo suficiente para poder girarme y verificar lo que creía, o al menos ver lágrimas en sus ojos verdes. Pero sabía que no podría mantenerme en calma si lo veía llorar.

— ¿Por qué?— pregunté.

Dejó salir un tembloroso suspiro, con el aire cálido golpeando la parte trasera de mi cuello despejado. El sielncio respondió mi pregunta por un largo momento, como si tuviera miedo de responder él mismo.

— Hay mucho en mi cabeza en estos momentos.

Comencé a pensar en sus palabras mientras yacía sobre la cama, abrazada entre sus brazos, tratando de pensar en lo que había dicho y decifrar a qué se refería. Sabía que no debía preguntarle, al menos no por ahora. Porque algo le molestaba, fuera lo que fuera.

Suspirando, cerré mis ojos de nuevo y me relajé entre sus brazos, los cuales parecían encajar a la perfección en mi cuerpo.

— Está bien, puedes abrazarme.

Probablemente no hubiera importado si lo decía o no, porque sabía que él no me iba a dejar ir tan fácilmente. Incluso si me hubiera negado. Los suaves rizos que caían sobre su barbilla hacían cosquillas sobre mi cuello, mientras acurrucaba su cabeza sobre este.

— Gracias.— murmuró.

Cada tanto, se estremecía y su cuerpo temblaba levemente ante el mío. Parecía como si sintiera dolor de vez en cuanto. Luego de como la octava vez, me giré entre sus brazos para tenerlo de frente.

— Harry, ¿qué sucede?— murmuré, ignorado nuestra cercanía.

Sus ojos estaban cerrados fuertemente, mostrando las arrugas de sus párpados. Su rostro parecía estar en dolor y mordía su labio tan fuerte que pude notar un poco de sangre salir de ellos. Repetí su nombre, sacudiéndolo levemente con mis manos.

Pero no salía de su trance.

Me preguntaba como podía pasar de estar feliz y alegre un momento a lucir como si lo hubieran golpeado hasta la muerte... al menos mentalmente. Lo sacudí de nuevo, llamando su nombre por novena vez, pero seguía sin dar señal alguna.

El labio que estaba mordiendo se estaba rasgando debajo de sus dientes, y una pequeña línea de sangre caía sobre su barbilla. Hice la única cosa que podía hacer en ese momento, y rogué porque él no se diera cuenta si funcionaba.

Cerré mis ojos y me acerqué a él, uniendo nuestros labios. El sabor familiar de la sangre, a hierro y óxido, activaron mis papilas gustativas. Pero no quería que él respondiera mi gesto, así que me separé rápido y me alejé de su agarre.

Mi mirada seguía atenta a él mientras abría sus ojos de manera rápida.

— ¿Rosie?— preguntó, su voz se escuchaba como la de un niño perdido.

Asentí como respuesta, regresando lentamente a la cama junto a él. Luchó por un momento por salir de las sábanas hasta que logró sentarse sobre la cama.

— ¿Sucedió de nuevo, verdad?

•°•°

Hi, regresé (:

Las actualizaciones serán semanales (1 o 2 por semana) dependiendo mi disponibilidad de tiempo.

Por mientras, disfruten el nuevo capítulo.

Vann.

The Boy In The Attic [h.s] •En Proceso•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora