Capítulo I: Pasos

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Amber se miró por última vez en el espejo para asegurarse que todo estaba en orden. Su cabello castaño amarrado a una coleta, sus ojos verdes oscuros fingían a la perfección un estado de ánimo que no sentía y su ropa deportiva limpia como siempre, gracias a su madre o hermano mayor, eso dependía del día y de la persona que lavaba la ropa.

Regreso a su cama y tomó el bolso de deporte que estaba encima de ella, se observo por última vez en el espejo y salió de su cuarto hacia la puerta principal de su casa aguantando la respiración a causa de los nervios. Abrió la puerta suspirando aliviada al no ver a su hermano menor jugando en el patio, ahora solo debía despedirse de su madre.

— Voy al gimnasio, vuelvo a la cena— gritó a su madre, cerrando la puerta

— ¡Oye! — le llamo la atención su madre— ¿Ya tienes la maleta lista verdad?— preguntó desde la cocina

— ¡Si, ahora voy a mi última clase de zumba!— aviso por segunda vez

— Está bien— gritó su madre de la cocina— Amber, no te entretengas mucho recuerda que hoy cenamos todos juntos

— Si— respondió con una sonrisa

Amber suspiro al cerrar la puerta principal de su casa y abrió la reja de su casa para comenzar a caminar hacia el paradero, empezó a correr al ver el bus ya estacionado en el paradero. Se subió con la respiración agitada mientras le agradecía al conductor de forma ahogada el haberla esperado. Se sentó en los asientos de al fondo, se puso los auriculares para dejarse llevar por su música favorita.

Su primer paso estaba completo, estaba nerviosa pero tenía que alejarse de todo y distraerse. Lo necesitaba. Ya no quería que nadie la molestara quería aprender a valerse por sí misma y comenzar de cero pero quería estar sin su familia.

Se bajo del bus luego de diez minutos, camino por las calles del centro de Perú y entró al único gimnasio. Saludo al portero y camino hacia el sector de los casilleros, saco su llave de su mochila y abrió su casillero. Saco el bolso negro que se encontraba adentro y lo intercambio por el que andaba trayendo y cerró el casillero con llave.

Paso dos completo. Su hermano menor no se había dado cuenta de que le había tomado el bolso, su madre tampoco y su hermano mayor mucho menos. Luis desde que podían ir libremente por las calles de Perú solo se preocupaba de si mismo.

Subió al segundo piso del gimnasio y entró a la sala del final del pasillo, saludo a todas sus compañeras con una sonrisa tímida, viendo como unas le correspondían el saludo y otras simplemente la ignoraban por completo como siempre ocurría. Suspiro nerviosa y un poco adolorida, actuó de la manera más normal que pudo durante su clase de zumba para no levantar sospecha alguna, ni del dolor que sentía ni mucho menos de los planes que tenía.

Al terminar simplemente tomó el bolso negro y por primera vez camino hasta su casa para memorizar por última vez el país en el cual ha vivido desde los cinco años. Porque ya no volvería aquí. De eso estaba segura.

Al llegar a su casa saludo a su hermano Miguel, quien estaba poniendo la mesa. Se encerró en su cuarto y se metió en la ducha para sacar el sudor y nerviosismo de su cuerpo. Se puso su pijama y salió al comedor a comer cuando su hermano grito que la cena estaba lista. Se sentó en la mesa sin decir palabra alguna, era mejor que ella se concentrara en comer, pero su madre no tenía la misma idea.

— ¿Cómo les fue en sus despedidas?— preguntó su madre

— No quiero irme a Chile mamá- reclamó Miguel—No quiero abandonar a mis amigos. Luis y Amber están libres ya pueden volver a vivir su vida normal ¿Verdad?

— Miguel, harás amigos nuevos, eres muy sociable—ánimo Luis—Mamá no nos lleva a Chile porque quiere, si no porque tiene que trabajar y yo también debo buscar un trabajo allá. Además será genial volver a empezar de nuevo ¿Verdad Amber?— preguntó viendo como la chica solo se limitaba a comer sin mirarle

— Pero mi papá, lo vamos a dejar solo, nadie va a poder ir a visitarlo— dijo Miguel apenado

— ¡Cállate ya Miguel!, si nos vamos a Chile es porque a mamá no le importa dejar a papá en un cementerio— exclamó, dejando de comer, sorprendiendo a su hermano menor. Estaba feliz por el simple hecho de que su padre no les molestaría más

— Amber—le llamó su madre— Discúlpate— exigió enojada

— ¿Por qué debo disculparme por mi forma de pensar?— preguntó enojada— Es mejor dejarlo abandonado aquí, solo nos arruino la vida a todos

— ¡Cállate y Siéntate a comer!—le ordenó su madre— ¡Amber!

— Ya no tengo hambre— le respondió, levantándose de la mesa

Luis observo a su hermano con una sonrisa comprensiva mientras el menor miraba molesto a su hermana por las palabras dichas.

— No te preocupes ¿Si?— dijo Luis— Mamá y yo haremos todo lo posible por trasladar a papá a un cementerio en Chile cuando tengamos el dinero suficiente— dijo acariciando el cabello de su hermano— No le hagas caso. Iré a ver a Amber para que vuelva a la mesa.

Amber escucho como su hermano se levantaba de la mesa y le puso cerrojo a la puerta, suspiro angustiosamente mientras apoyaba su espalda en la puerta. Se arrastro por la puerta y se sentó en el suelo, mientras ocultaba su cabeza entre sus piernas , liberando las lágrimas que llevaba aguantando desde la mañana cuando despertó por los dolores de sus músculos.

— Amber, ábreme, no llores— susurró su hermano mayor desde el otro lado de la puerta—Por favor, ábreme. Vamos a volver a comer si

— Déjame sola Luis— pidió angustiada

— Amber por favor, todos queremos empezar de cero— dijo Luis al otro lado de la puerta— Vamos a comer ¿Si?

Amber llevó sus manos a sus oídos, no podía dejarse llevar por la voz de su hermano, si lo escuchaba todos sus planes se arruinarían. Y ella solo quería empezar de cero, borrar todas las cosas que ocurrieron en su estadía en Perú y eso incluía a su familia.




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Invierno, Primavera © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora