III

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Mary y yo fuimos llevadas ante el tribunal para ser juzgadas, el tribunal se conformaba por la iglesia, la iglesia decidía si era inocente o culpable. Tenía miedo, estaba llorando, al igual que Mary, vamos a morir, al menos estaremos con mamá, pensaba, era lo único que podía pensar para consolarme, pero realmente no quería morir.
-Mary y Anne Williams están acusadas de traición por negarse a ir a la Guerra Santa, ¿Tienen algo que declarar para defensa?- dijo el obispo.
-No somos aptas para la guerra, somos apenas unas niñas- dijo Mary.
-Su padre estableció que si el moría alguien lo iba a sustituir y ese pacto es irrompible- dijo el obispo de manera cruel.
-Lo sabemos, pero no iremos a la guerra- dijo Mary alzando el rostro.
-¿Osan negarse ir a la guerra e invalidar el nombre de su padre?
-Si- dijo Mary desafiante.
-¿Cómo se atreven?- gritó el obispo.
-No dejaré que me impongan sus ideas, no me importa el nombre Williams ni el título de noble que él tenía, no me importa su pacto ni como murió, solo me importa mi madre a la cual mataron por culpa de la guerra y mi hermana a la cual la obligan a ser participe de una abominable guerra, ¡no me importa el rey, no me importa la iglesia, no me importa Tierra Santa, por mí que ardan!- dijo Mary gritando y rompiendo en llanto.
Yo me quedé impactada, toda esperanza de salvarnos se había acabado, la valentía de mi hermana había llegado demasiado lejos, los que estaban en el tribunal se quedaron callados y comenzaron a debatir entre sí.
-Retractaos, borrador vuestras culpas- dijo el obispo.
-No me retractaré, no me arrepiento- dijo Mary llorando.
-Ha dicho herejía contra la Santa Iglesia ¿Acaso necesitamos más?- dijo el obispo al tribunal.
Todos alzaron la voz y comenzaron a decir: ¡muera por hereje!
-¡La iglesia es un engaño, prefiero morir antes que obedecer a unos farsantes como ustedes!- gritó Mary.
-Pues así será, arderás en la hoguera por hereje- declaró el obispo.
-¡Entonces que mi cuerpo arda!- gritó Mary llorando.
No lo podía creer, mi hermana sería quemada.
-¡No! ¡No! ¡No! ¡Por favor no la maten!- grité con todas mis fuerzas mientras las lágrimas salían.
-Su sentencia ya ha sido dictada, no se deshará- dijo el obispo cruelmente.
-¡No! ¡Tengan piedad!- grité una vez más, sentí que me iba a quedar sin voz.
-Maténme a mí pero dejen vivir a mi hermana, ella es inocente, por favor- dijo Mary llorando sin alzar la cara.
-Ella decidirá su destino- dijo el obispo.
-¡Tengan piedad! Déjenla libre del pacto de mi padre, no la obliguen a ir a la guerra ¡Por favor!- gritó Mary.
-Anne Williams ¿Qué decides? ¿Ir a la guerra o morir como lo hará tu hermana?- dijo el obispo amenazante.
-Yo... Estaba templando, las lágrimas no paraban de salir, sentía que me iba a desmayar de nuevo, pero no podía hacerlo, no en un momento tan crítico ¿Que haré? Me cuestionaba, sabía que era mejor morir junto a mi hermana, pues si no lo hacía, estaría sola el resto de mi vida y además tendría que ir a la guerra.
-Anne Williams ¿Qué decides?- dijo el obispo una vez más.
Sabía que morir ahora era mejor, de todas maneras moriría en la guerra y además estaría atada al sufrimiento, aún así no quería morir, de verdad me aterraba la idea, ¿Porqué? ¿Acaso prefería sufrir y estar sola el resto de mi vida que morir y terminar todo ahora? Si, lo prefería, era una niña, tenía tan solo 9 años, no podía pensar con claridad, no tenía esa madurez, solo podía llorar, ¡No quería morir!
-Mary perdóname, te amo hermana pero no quiero morir ¡Tengo miedo!
Mary me miró con tristeza, me sonrió y me dijo:
-Es tu decisión Anne, te amo hermanita.
-Quiero vivir, ¡Quiero vivir! ¡Perdóname! ¡Perdóname por favor!- grité llorando.
-No tienes por qué pedirme perdón, vive si es lo que quieres, pero vive libre aunque estés cautiva- dijo Mary sonriendo y llorando a la vez.
-Gracias hermana, te amaré por siempre- dije llorando.
-Entonces Anne Williams ¿Aceptas ir a la Guerra Santa?- dijo el obispo.
-Si acepto- dije derramando lágrimas.
-Bien, ¡Lleven a cada una a sus respectivos lugares!- ordenó el obispo.
Fui llevada al castillo y Mary a la cárcel, sería ejecutada al día siguiente, no podía soportar la idea de que solo yo viviera, me la  pasé llorando el resto del día, era lo único que podía hacer, era una cobarde, me daba asco yo misma, sabía que sería sometida a la iglesia pero ¿Qué podía hacer ahora después de haber aceptado ir a la guerra? Nada solo aceptar las ideas de la iglesia.
-Anne Williams sal de ahí, el obispo te llama- dijo un criado.
Abrí la puerta, salí y seguí a aquel criado.
-Tomaste una buena desición, si te hubieses rehusado, terminarías muerta, vamos será la ejecución de tu hermana- dijo el obispo.
-No quiero ver su muerte- dije llorando.
-La verás- dijo y ordenó a un soldado que me llevase a fuera.
Intenté soltarme pero era inútil, no dije nada, pero no quería ver morir a mi hermana, llegamos al patio principal, la hoguera estaba lista, un momento después ví a mi hermana ser encaminada por soldados, estaba encadenada, estaba llorando de manera silenciosa, no lo podía creer, ella me había prometido que viviríamos. Un soldado la ató al poste de la hoguera, el verdugo se acercaba a ella lentamente. No me pude contener, mi llanto fue terrible.
-¡Mary me prometiste que viviríamos!- grité.
Mary me vió entre la multitud y me dijo:
-Lo siento hermana no pude cumplir, vive tú, pero sé libre, vive libre aunque estés cautiva ¡Te amo Anne!
-¡Mary!- grité mientras el verdugo le prendía fuego.
-¡Qué Dios se apiade de su alma!- gritó el obispo mientras Mary se prendía.
-¡Vive libre aunque estés cautiva!- gritó Mary con todas sus fuerzas.
No tardó mucho en que las llamas la envolvieran por completo, yo estaba presenciando todo eso y lo único que podía hacer era llorar, como siempre, no podía hacer nada más. Había visto morir a mi madre y a mi hermana tan cruelmente, no quería terminar igual, tanto trauma para una niña, ¿Porqué a mí?
Las últimas palabras de Mary fueron: "vive libre aunque estés cautiva" no sabía a qué se refiería y nunca más vería a esa chica rubia tan dulce que era mi hermana, pero siempre la amaría. Sin duda haría caso a sus palabras cuando logrará comprenderlas.

Ese lejano día, en el que comprendiera sus palabras.



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⏰ Última actualización: Oct 15, 2018 ⏰

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