Capítulo 33

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Después de la plática rara que tuve con Genaro, todo en casa volvió a la normalidad, bueno, no estoy tan segura que tan normal por que creo que cada día me fatigó un poquito más. Probablemente sea solo estrés o algo parecido.

....

Este día estoy concentrada en las rosas, Gilberto me ha regalado doce, por lo general opto por poner menos que eso en el jarrón, pero nunca se desprecia tanta belleza. Las admiro y en el acto mis pensamientos se desvían hacia él. Es como si cada cosa que existiera tuviera un lazo que invisiblemente me jalara a él.

¿Qué estará haciendo? ¿En dónde estará? ¿Me extrañará? Tantas preguntas que rondan mi espacio cerrado.

Han pasado 2 semanas. No he perdido la práctica en mandar un mensaje diario por las mañanas, en ellos lo he saludado, le hecho algunas preguntas y sobre todo le he dicho que lo quiero. De todos él solo a contestado con un : Regreso pronto.

Admito que cuando llego el mensaje, antes de abrirlo solo me límite a darle rienda suelta a la imaginación, ya se habrán dado una idea hasta donde habrá volado. Estaba contenta pero sobre todo estaba emocionada. Hasta la piel la tenía chinita.

Cuando reuní las fuerzas y el valor para leerlo.

Mis animos cayeron en picada.

Deforma inesperada, me sentí mal. La desilusión me embargó.

Llegué a un punto en mi vida que siento que estoy dando tanto pero no es suficiente para sentirme llena y para sentirme feliz, mucho menos para hacer recíproco esto. Siento que hace falta tanto, tal vez mas...

Amor.

Creo que estar lejos de él,  ayuda de forma equivocada por que los pensamientos que afloran suelen ser los que sin querer guardé. Esos son los que me llenan de incertidumbre y de dudas. Mónica se encargó de irse y dejarme con eso en la cabeza.

Deseo y quiero poder escuchar de mi esposo lo que siente, si nos ponemos un poco exigentes y realistas. Nunca me ha dicho algo, de hecho casi nada acerca de él y menos de sus sentimientos. Siendo sincera nunca me ha dicho te quiero mirándome a la cara, es más nunca lo ha hecho.

Ahondar en eso me lástima. Respiro  profundo, mientras ideo un plan para saber que es lo que pasa. Necesito saber la verdad aunque tal vez... Duela.

....

Hay mucho ruido en casa y mucha felicidad para cierta personita que esta por casarse, he de admitir que fue muy reservada en cuanto a ese asunto. Apenas me acabo de enterar y ya faltan ¡dos días!

¡Ana, va a casarse!

Con todo lo que he traído en mente y mi estado físico he estado inquieta y perturbada. Pero ahora, puedo jurar que me siento mucho mejor. Estoy muy contenta por ella.

Las chicas han sido una muy buena fuente de alegría para esta atribulada y no enferma mujer.

Oficialmente soy una invitada, el sobre en mi mano me lo confirma. No puedo faltar sería algo imperdonable. Así que me dedico a cuidarme y a tomar en regla mis pastillas.

...

Los nervios de Ana se han intensificado y con eso nos ha contagiado a nosotras, con decirles que Margot ha estado histérica, ella hará la comida, las demás chicas se encargaran de los arreglos y yo, bueno, yo, la llevaré a una boutique a comprarle el vestido.

Es un arreglo que tenemos entre Ricardo y yo, ella no lo sabrá.

...

Cuando ella sale a enseñarnos el vestido indicado, lo sé, por que esta llorando; me siento inmensamente contenta. Es como si recordara lo bien y feliz que me sentí cuando Brian me regaló el mío, he de admitir que el vestido que le ha gustado a Ana es el que tal vez yo hubiera elegido si hubiera tenido la oportunidad de escogerlo como ella. Pero bueno, el mío tan bien fue hermoso.

...

El día llegó, Ana se casó y ahora disfrutamos de la noche en compañía de la familia de los recién casados y demás invitados.

El ambiente es totalmente diferente a lo que fue de mi boda y más en Ana y su pareja. Ellos están felices no han parado de bailar con esa musica de Ed Sheraan que enchina la piel. Se ven tan bien.

Se supone que debo estar contenta y feliz por el hecho de que alguien especial se halla casado y sí, en el fondo lo estoy. Es solo que venir acá y ver de primera mano lo que pasa en una boda, une piezas que lastiman y duelen.

La mía esta muy pero muy lejos de lo que está es, acá se respira tranquilidad, felicidad, pero por sobre todo amor. Mucho amor. Algo que en mi matrimonio falta y no por parte mía. Creo que la realidad me ha empezado a golpear duro para darme cuenta que creo que... ¡Ahh! Es difícil decirlo por que duele y mucho.

Despejo mi mente de esos pensamientos sin sentido, mi loca cabeza empieza a jugar conmigo. Lo que en algún momento pensé no puede ser real. No puede y no quiero que sea real.

Un mesero se acerca y me da una copa. Así tan pronto como la depositó se la vuelvo a poner en su respectivo lugar.

—No bebo, gracias.

—Un señor de allá —señala a las mesas donde hay muchos caballeros— se la ha mandado, dice que es un vino especial que él mismo trajo y lo quiso compartir con una mujer como usted —frunzo mi entrecejo, ¿que quiere decir con una mujer como yo? —. Por favor tomela, él señor me dijo que si garantizaba que usted lo aceptaba, me daría una recompensa.

—¿Lo garantizaste?

Asiente.

Que mendigo mesero este.

¿Quien era ese hombre? Y ¿por que el interés de una mujer como yo? —citando sus palabras.

—Esta bien, gracias —el mesero deposita la copa y se va muy contento.

No me iba a tomar lo que fuera que hubiera en la copa y más al saber que no es lo mismo que se sirve para todos, si no algo especial que el señor solo trajo para él.

Una de dos, o es un roba órganos por que según lo que sé, solo ellos usan esos métodos para atraer a su presa, o una persona con complejo de rico y altanería integrada por hacerse y creerse diferente.

La duda se ha implantado en mi sistema y solo me hace rodear el lugar con mi vista para dar con alguien que me parezca sospechoso, pero todo sigue igual.

¿Quién será?

Creo que esta velada se esta tornado ligeramente misteriosa.

Estar contigo en soledad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora