5. Bomba de tiempo

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La noche del accidente, Lali había cerrado los ojos justo cuando sintió el golpe seco en la parte trasera del auto. Su posición no ayudó a mantenerse en equilibrio y todavía cree sentir el impacto que hizo su cabeza al quebrar el vidrio delantero del vehículo y luego caer desplomada sobre el pavimento de la avenida. Fueron alrededor de diez segundos los que Lali tuvo abiertos los ojos en esa posición, con la cara golpeada y el cuerpo sin responderle a las órdenes que necesitaba que le mandara el cerebro. Las luces de la noche le molestaban a las retinas y cuando quiso llamar a Peter, las imágenes empezaron a oscurecerse y comprendió que estaba entrando en un desmayo. Claro, nunca supo que ese desmayo se prolongaría tanto en el tiempo y que le provocaría un pequeño impass en el corazón. Durante ese lapso soñó; un montón. Tanto que hasta su cerebro tuvo el tupé de recapitular diversos escenarios que vivió en su pasado. También descubrió que podía oír. Podía oír a los médicos hablando entre ellos cuando la visitaban para hacerle los chequeos y podía oír las voces de sus amigos o familiares acongojados pidiéndole que se despierte. Sentía sus voces, o quizás también las estaba soñando. Pero lo confirmó el día que Allegra la fue a visitar porque sus vocecita diciéndole que la amaba le generó la primera necesidad de abrir los ojos. Pero incluso, si así lo quisiera, tampoco podía hacerlo porque había algo en su cerebro que estaba fallando, algunos neuronas se habían desconectado y el cuerpo no respondía a ninguna de todas las órdenes que ella quería cumplir. Pero fue esa tarde en que Peter la visitó y le rogó que volviera a despertar cuando tuvo la fuerza de voluntad de poder generar un movimiento. Uno pequeño, pero que bastase para que todos sepan que no se había ido a ningún lado. Y cinco minutos después empezó a abrir los ojos, lentamente, pestañeando con pausas hasta lograr focalizar el techo y todo a su alrededor. Quizás si hubiese tenido la capacidad de elegir, hubiera preferido continuar durmiendo para que su cabeza no desarme las imágenes de aquellos sueños.

−Hola, Lali... −escucha la voz de Leonardo y la luz de la linterna ocular que se la pasea por ambos ojos para corroborar el reflejo pupilar– ¿Me escuchas? ¿Sabes quién soy? –ella asiente– ¿Podes decir mi nombre? –y aunque intentó pronunciarlo, olvidó modular y le negó con la cabeza– okey, no te preocupes. ¿Te duele algo? Señalalo –y le señaló la cabeza– es entendible, sí. Te tuvimos que operar porque sufriste unos golpes muy fuertes y estuviste casi veinte días dormida, pero lo bueno es que despertaste y ese es un gran paso. ¿Querés descansar? –asintió– bueno... hay enfermeros todo el tiempo deambulando por acá así que cualquier cosa que necesites, me llamas a través de uno de ellos, ¿okey? –Lali volvió a asentir y exhaló mucho aire cuando Leonardo salió.

−¿Y? ¿Cómo está? –Peter esperaba afuera junto al Chino y Eugenia quienes fueron los primeros en enterarse que había despertado cuando él salió a alertar a todos– ¿Le duele algo? ¿Te dijo algo?

−La vi bien pero está con dolores de cabeza –Leonardo les pasa el parte y esconde las manos en los bolsillos grandes de su delantal blanco– me reconoció pero cuando iba a nombrarme no pudo hacerlo, pero es normal que suceda después de una operación tan particular y de tantos días en coma.

−O sea que todavía no habló –deduce Eugenia– ¿Se puede entrar a visitarla?

−Yo les recomendaría que todavía no porque necesita descansar.

−Soy su pareja, Leo.

−Ya lo sé, Peter, pero el cuadro es muy complicado y ya te lo conté en su momento. Que haya despertado después de tanto tiempo sin modificaciones es un milagro.

−¿Le van a seguir haciendo estudios? –pregunta Chino.

−Ahora la iba a mandar a hacerle una resonancia para chequear que todo esté funcionando bien. Respondió a los reflejos y a mis preguntas así que no creo que pase a mayores.

DESPUÉS DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora