P R O L O G O

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Desde que nació había sido elegido para la guerra, un pequeño formidable y de buen aspecto salido de su madre la cual había muerto para poder otorgarle la vida, una vida que lo habia llevado a esta misión; el frió de la noche golpeaba la piel del jaguar que aquel hombre cargaba como armadura, otorgándole uno de los rangos mas altos entre sus hermanos guerreros, a sus pensamientos llegaba el día que se enfrento a tan temible y formidable bestia para poder portar su vestidura, una lucha encarnizada por demostrar a los dioses y a su pueblo de lo que estaba hecho, una prueba de valor y virtud, todo el entrenamiento había valido la pena, aquel animal atacaba sin piedad, saboreando la sangre del hombre con el cual combatía, la sangre le nublaba la vista, el agotamiento la hacia tambalear su cuerpo pero de un momento a otro la bestia había caído a sus pies habiéndole otorgado la mejor pelea de su vida; en sus pies reposaba con ansiedad un escudo de madera con marcas de guerra, la mitad de las plumas que lo decoraban en lo que fue su mejor momento de gloria, habían desaparecido en crueles batallas, astillado por los golpes de armas dispuestas a terminar con la vida de su portador apenas no hace mucho tiempo; cualquiera diría que aquel guerrero en la selva no era mas que una estatua muy bien detallada, otra obra de arte de los escultores de la época, se había vuelto uno con su entorno, un jaguar inmóvil en la selva, la fauna lo había ignorado en su totalidad después del primer día en que se postro al acecho; en su mente no existía el cansancio, miedo o duda, el sabia muy bien que los dioses lo habían escogido para ser uno de los guerreros mas letales de las huestes mexicas.


El dios del cielo y de la tierra, aquel que es origen del poder, el gran dios Tezcatlipoca lo observaba con curiosidad, lo había visto llegar a la jungla y cual espectador esperaba con paciencia lo que ocurriría, el dios amante de la guerra estaba fascinado con sus hijos y la brutalidad con la que ejercían la misma, el guerrero lo sabia, sentía el poder de una de sus divinidades otorgándole valentía y fuerza sobrehumana, y pese a las inclemencias del clima, el no se inmutaba, no se movía, solo llegaba a parpadear en ocasiones para que sus ojos no se resecaran, ni el mismísimo dios Tonatiuh quien buscaba una pizca de duda mientras azotaba sobre su cuerpo la incandescencia del sol logro derribarlo, la tormenta que el dios Tláloc le dejo caer sobre su ser no produjo mas que alivio, al final de estos castigos de parte de los mismos dioses su cuerpo no mostraba signos de cansancio, cada musculo parecía estar tenso de la emoción, su mirada fija hacia un solo objetivo, debía estar listo para cuando la señal llegara.


-Teotl, llegado el momento tendrás muchas ofrendas de sangre para los dioses- Pensó aquel guerrero mientras se dibujaba una ligera sonrisa en sus labios.


La primer noche un búho blanco se poso sobre su hombro y allí permaneció casi hasta el amanecer, en aquella selva jamas se había visto un ejemplar tan hermoso, la luna lo iluminaba otorgándole una aura casi celestial, el corazón del guerrero se acelero cuando aquella ave reposo sobre su ser, los dioses desde la primera noche lo bendecían, de eso estaba muy seguro, y la emoción de saberlo le aceleraba el ritmo cardíaco, algo que le fue difícil controlar, pero debía seguir concentrado, pues el era un Guerrero Jaguar, la élite de la armada azteca.

Tres días pasaron hasta que por fin el canto de un ave le dio la señal, había llegado la hora, en un diámetro de no mas de treinta varas de distancia de Teotl , de la jungla salieron una docena de soldados, todos ataviados con su piel de jaguar, su escudo en una mano y el macáhuitl en la otra, cada uno de los guerreros con la mirada fija y la determinación en su rostro, los dioses tenían sed de sangre y ellos serian quienes les saciarían este apetito.

Con movimientos tan ágiles que provocaban el menor de los sonidos se acercaron a los guardias que custodiaban la pequeña caravana, la cual descansaba después de algunos días de marcha, dos lanzas provocaron un suave silbido, fue lo ultimo que lograron escuchar los guardias antes de caer al piso, tiros tan certeros que justo dieron en el corazón de cada uno, la muerte no les dejo dar aviso a sus compañeros, lo único que sonó fue el golpe de sus cuerpos cayendo estrepitosamente, esto al parecer no había alertado a nadie del grupo que era atacado, pero la calma no duraría mas, no con estos guerreros con una misión por parte de los dioses. atacaron y mataron a cada persona de aquella caravana, los gritos y llantos de los mas pequeños eran apagados inmediatamente por lanzas y muerte.

Teotl dejo a sus hermanos divertirse, el tenia una misión diferente, camino al centro de aquella zona de muerte hasta una pequeña choza formada por unas cuantas palmeras, de un modo hábil entre esa oscuridad esquivo el ataque de una pequeña lanza sostenida por las manos de una pequeña mujer.

-Guerrero, lo que estas buscando ya no esta aquí, nunca estuvo aquí...

La frustración llego al rostro de Teotl, el enojo, la ira, por primera vez había fallado, de un momento a otro calmo su rostro.

-Lo encontrare, los dioses así lo han proclamado.

Fue la ultimo que escucho aquella mujer antes de cerrar los ojos por ultima vez, aquel guerrero había desquitado su ira sobre ella arrebatandole la vida de un solo golpe.

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⏰ Last updated: Oct 28, 2018 ⏰

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