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Nunca había recibido tanta atención al entrar en clase como ese día. La expectación se debía al hecho de que la mitad de mis compañeros habían visto como la tarde anterior pasaba a recogerme una limusina negra.

-Aún se aceptan apuestas -anunció Gordon Gelderman-. Porcentaje superalto para el número uno: el tipo desenvuelto de aire afeminado de ayer es un productor de televisión que montó un casting para un show en el que participaron Charlotte y Gwendolyn, pero Gwendolyn fue la ganadora. Posibilidad número dos: el tipo es su primo gay y tiene un servicio de limusinas. Posibilidad número tres...

-Por Dios, cierra la boca de una vez, Gordon -le soltó Charlotte, que se echó el pelo hacia atrás y se sentó en su asiento.

-Ya podrías explicarnos cómo es que parecía que estuvieras con ese tipo y luego fuera Gwendolyn quien subió con él a la limusina -le dijo Perrie Edwards con tono zalamero-. ¡Imagínate, Eleanor quería hacernos creer que era el profesor particular de Gwendolyn!

-Claro, un profesor particular que viene en limusina y hace manitas con nuestra Reina del Hielo -dijo Gordon mirando a Eleanor con mala cara-. Está claro que aquí se ha producido un lamentable intento de encubrimiento.

Eleanor se encogió de hombros y me sonrió.

-Así de repente no se me ocurrió nada mejor -se excusó dejándose caer en su silla.

Busqué a Xemerius con la mirada. La última vez le había visto agazapado en el tejado de la escuela, desde donde me había saludado alegremente con un gesto. Aunque tenía instrucciones de mantenerse alejado de mí durante las clases, lo cierto es que no creía que fuera a atenerse a ellas.

-Lo del Caballero Verde parece un auténtico callejón sin salida -dijo Eleanor con tono apagado. Al contrario que yo, no había descansado mucho esa noche, porque se había pasado horas buscando en internet-. Hay una famosa figura de jade de la dinastía Ming que se llama así, pero está en un museo de Pekín, y además una estatua en la plaza del mercado de una ciudad alemana llamada Cloppenburg, y dos libros con ese título, una novela de 1926 y un libro infantil, pero este se publicó después de la muerte de tu abuelo. Eso es todo, hasta ahora.

-Había pensado que podría ser un cuadro -dije. En las películas, los secretos siempre estaban ocultos detrás de los cuadros, o en ellos.

-Pues no he encontrado nada -respondió Eleanor-. También probé EL CABALLERO VERDE en un generador de anagramas; pero si RAVEL CABELE LERDO tiene algún significado, a mí se me escapa. Imprimí unos cuantos, tal vez a ti te suene alguno. Me tendió una hoja.

-«LARVA BOL CEDERLE» -leí-. «ABRE LLAVE EL CERDO.» Hum... No sé...

Eleanor soltó una risita.

-Mi preferido es: «LA CEBOLLA REVERDE». ¡Oh, que viene mister Ardilla!

Se refería a mister Whitman, que, como siempre, entraba con paso resuelto en la clase. Le habíamos puesto ese ridículo apodo por sus enormes ojos marrones; pero por entonces aún no teníamos ni idea de quién era en realidad.

-Todavía estoy esperando que nos llamen al despacho del director por lo de ayer -dije, pero Eleanor sacudió la cabeza.

-Ni hablar -replicó-. ¿O crees que el director Gilles puede enterarse de que su profesor de inglés es miembro destacado de una siniestra sociedad secreta? Porque eso es exactamente lo que diré si se chiva. Oh, chisss, se acerca. Y ya vuelve a mirar así... ¡con ese aire de perdonavidas!

Mister Whitman se acercó efectivamente a nosotras y colocó la gruesa carpeta que nos había confiscado ayer en los lavabos sobre la mesa ante Eleanor.

ZafiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora