Como lo indicó el hombre del teléfono, había 3 vagabundos haciendo una fogata esa fría noche de brisa suave y vientos de huracán naciente. Estaban tranquilos, riéndose, sin preocupaciones. Nicolás se dirigió lentamente hacia ellos, sin que notaran su presencia, y cuando estuvo lo suficientemente cerca de ellos, cogió una gran roca y se abalanzó sobre ellos. Golpeó en la cabeza a uno de los tres vagabundos, tan fuerte que le abrió el cráneo, los sesos del habitante de la calle cayeron en la cara de Nicolás, y la sangre le cubrió la ropa y su cara. Los otros dos vagabundos reaccionaron ante el ataque, uno de ellos le quebró una botella de vidrio en la cabeza a Nicolás mientras que el otro trató de apuñalarlo, logrando únicamente rozarlo. El daño en Nicolás fue como si un niño tratara de pegarle, pues no sintió el botellazo, y la sangre que brotaba de sus cortadas venas no le importó. Agarró a los dos, y usando una mano para cada uno, los cogió del cuello y los alzó, dejándolos con los pies al aire, inmóviles e incapaces de tocar el la tierra o defenderse del hombre que trataba de arrebatarles la vida. Nicolás los soltó con todas sus fuerzas a los dos individuos, a uno se le rajó la cabeza, mientras que el otro se desmayó de terror al verse encontrado en una escena en la cuál podría morir. Baltazar gritaba adentro de Nicolás "¡MÁS FUERTE, MALDITO HIJO DE PUTA, MÁS FUERTE!", ya la bestia no era uno, sino los dos. El endemoniado padre agarró un palo de madera que encontró en el suelo y sin piedad alguna, cogió del cuello a uno de los pobres vagabundos, y le empezó a meter el palo lleno de astillas por la boca, forzándolo cada vez más y más. Los gemidos de dolor del pobre vagabundo se escucharían a cuadras de distancia de no ser porque el palo estaba atravesando su cuerpo. Nicolás fue lentamente, metiendo poco a poco el palo, y sin darse cuenta, el otro vagabundo despertó. El hombre agarró su cuchillo y se lo enterró a Nicolás en su hombro. Cuando Nicolás se enteró de eso, soltó al vagabundo que torturaba, le sacó el palo, y con el mismo, le pegó tan fuerte en el rostro a el hombre que lo apuñaló que, una vez más, lo dejó inconsciente. Nicolás retomó lo que hacía, sacó su cuchillo de su hombro y lo quebró en dos, como si fuera un pequeño, delgado y podrido trozo de madera vieja. Agarró al pobre vagabundo una vez más y en esta ocasión, sin piedad le metió ese palo de madera lleno de astillas por la garganta. La fuerza aplicada por el hombre fue tal que el palo de 48 centímetros entró hasta el fondo del cuerpo del vagabundo, logrando atravesar su garganta, y matándolo lentamente. Ese habitante de calle vio como perdía la vida, sabía que estaba muriendo, veía su sangre correr por el suelo, hasta que su cuerpo no resistió más, y murió. Cuando Nicolás se disponía a acabar con el cuerpo del último vagabundo, sonó su teléfono. Nicolás volvió en sí y contestó, con un tono de voz agitado y cansado...-... Hola -Dijo Nicolás-
-No mates al tercero, querido Nicolás, -dijo el hombre del teléfono- al fondo del callejón hay una casa, quiero que lleves todos los cadáveres allí, y quiero que pongas al vivo en esa silla con mordazas para que no se escape
-... Está bien
-Buen chico, ya casi pasamos a la segunda prueba
El hombre del teléfono colgó, y Nicolás hizo lo que se le pidió. Cuando entró a la mediana casa de una única y amplia habitación, vio una silla en el centro, una trituradora pegada al suelo y múltiples implementos de tortura medieval y moderna, una gran olla con agua y otra con aceite, un balde con ácido, martillos, clavos, tijeras, cuchillos, pinzas, alicates, una prensa hidráulica, destornilladores y otros objetos más. El móvil de Nicolás volvió a sonar...
-Quiero que prolongues el sufrimiento del último vivo lo más extenso posible... has que grite como bebé con miedo y sin su madre, haz que pida por su vida, haz que te tenga miedo...
-Lo haré...
-Estaré viendo todo, voy a disfrutar esto.
Nicolás colgó el teléfono y amarró al último vagabundo vivo en esa silla, lo amordazó y antes de empezar su labor, Baltazar reapareció, una vez más:
-Amigo, no te veo muy feliz. Si yo fuera tú, estaría bailando muy contento, gozando como nunca. Mirale el lado bueno Nicolito, tu primera masacre, ahora eres oficialmente un asesino serial del cuál nadie sabe ni sospecha, interesante, ¿No? -dijo Baltazar a Nicolás-
-Cada que apareces te repito lo mismo, Baltazar
-Sí, sí, sí, que me calle. Escucha, tú sabes perfectamente que no me callaré, siempre estoy a tu lado, o mejor dicho, adentro de ti. Si quieres deshacerte de mi tendrás que dar la herencia de la desgracia Nicolás, es decir, yo. ¿Quieres que te ayude a torturar a este idiota?
-Yo puedo solo, Baltazar
-Yo puedo solo... yo puedo solo. Amigo, si no fuera por mi, esos tres vagos te estarían violando como si no hubiera un mañana. Hubieras llegado a casa con SIDA y enfermedades que el humano no ha descubierto si no fuera por mi, ¿Ok? agradece, perra malnacida
-... Okey, gracias Baltazar, ahora, ¿Te puedes ir?
-Estaré observando...
Nicolás se relajó e hizo que el indigente despertara. El susto que se llevó el pobre hombre al verse amordazado y en una sala de tortura fue impresionante. Por ser el más débil de todos, sufriría el peor de los dolores. Nicolás agarró las pinzas pequeñas, y uña por uña, las arrancó sin pesar, ni lástima, ni piedad. Después arrancó todos y cada uno de los pocos dientes que le quedaban al vagabundo. El hombre torturado estaba haciendo demasiado ruido, así que Nicolás decidió cortarle la lengua, así no hablaría más, no podría gritar el auxilio que tanto necesitaba. Cuando el desalmado Nicolás se cansó de las pequeñas pinzas, decidió agarrar la prensa hidráulica, y como si de un delicado trozo de papa se tratara, le aplastó el pie izquierdo a el vagabundo. Pronto se desangraría así que hizo un buen torniquete para que el dolor fuera más intenso y durara mucho más. Fue aquí cuando Nicolás agarró el martillo y un clavo, y sin pesar alguno, martilló el dedo grande del pie del vagabundo que aún estaba funcionando. Cuando vio que el hombre sufría sus últimos suspiros, Nicolás agarró el ácido letal y por todo el pie aplastado se lo echó al vagabundo, con mucho cuidado. Ahora el pie aplastado del hombre se estaba derritiendo. Para acabar con el sufrimiento del hombre, Nicolás agarró el palo que usó para matar a uno de los habitantes de calle e hizo lo mismo. Con calma y tranquilidad, hizo que el vagabundo se tragara todo el palo, ya lleno de sangre. Fue aquí cuando Baltazar entró en acción y tomó fuerza sobre Nicolás. Fue por el cuchillo y en un acto de salvajismo maya, le arrancó el corazón de su lugar y se lo empezó a comer, muy lentamente, disfrutando cada parte de ese corazón arrancado de su lugar. Para Nicolás, fue como si comiera todo el manjar de un rey, realmente estaba disfrutando su festín. El hombre ya estaba muerto. Fue aquí donde Nicolás tiró los cuerpos a la trituradora y una vez más sonó su teléfono:
-Lo has hecho muy bien, Nicolás -dijo el hombre del teléfono-
-... Gracias
-Veo que aprovechaste ese corazón, me impresionas Nicolás. Has logrado pasar a la segunda prueba
-Qué... tengo... qué hacer
-Solo tienes que salir afuera del garaje Nicolás, anda, ve, sal y toma aire fresco
Nicolás obedeció las órdenes, cuando salió esa casa de la tortura, fue cuando se vio rodeado por policías y miembros del hospital psiquiátrico de Pueblo verde, un pueblo a 160 kilómetros de distancia de el hogar de Nicolás. La policía le gritó a Nicolás que alzara las manos mientras su esposa e hijos veían la escena de lejos, observando la boca ensangrentada de su padre, llena de muerte y dolor, llena de sangre ajena.
El teléfono no sonó esta vez, en lugar de eso fue una voz que le habló a Nicolás, una voz escondida en algún lugar cercano, que le dijo...
-Bienvenido a la segunda prueba...
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La Herencia De La Desgracia.
Mystery / Thriller¿Cómo se puede luchar contra la esquizofrenia y a la vez mantener a toda una familia, evitando el deseo de querer asesinarlos que se alimenta cada vez más y más?