18.Tentando al demonio rojo

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Habían pasado varios días desde el último incidente. Y desde entonces no había tenido más contacto ni con Kasamatsu ni con Kise, aunque éste último me enviaba mensajes a menudo preguntándome por mi día, o contándome simplemente como iba el suyo.

Sin embargo, lo que si había recibido eran incansables llamadas de Murasakibara, que sacando provecho de tener mi número, me había tenido de recadera durante los últimos dos días. La mayoría de las veces el encargo consistía en volver hasta su casa con montones de bolsas cargadas de dulces.

Cómo el muchacho no engordaba ni un gramo parecía un milagro digno de estudio...

Pero lo bueno, era que para mi tranquilidad, el pelirrojo de ojos heterocromáticos no había vuelto a ilustrarnos, oh pobres mortales, con la deidificación de su presencia.

Sin embargo había un pequeño cabo suelto que me tenía loca de atar, y dicho cabo era pequeño, pelirrosa y peligrosa a su manera. Si, hablo de Kofuku, que después de todo lo que había pasado, me juró y perjuró que se iba a pegar a mi persona cuál pulga.

Y créeme cuando te digo que si eso es lo que se propone... Acabará por envolverme en más líos de los esperados.

Su nueva idea era hacerse mánager del club de básquet del Seirin. ¡Pese a ser de otro instituto! ¡Vaya agallas!

Lo único que me daba curiosidad, era ver la cara que pondría la entrenadora Aida cuando la pequeña bomba explosiva le cayera sobre sus cansados hombros.

Comencé a ponerme algo nerviosa según el edificio el gimnasio del Seirin se erigía ante nosotras.

Kofuku me había suplicado acompañarla sin disfraz, ya que así le aportaba más seguridad... Eso, o estaba llevando a cabo alguno de sus planes secretos.

Y por ello podían darse dos posibilidades...

1) Que me reconocieran aún sin mi disfraz y adiós a mis propósitos.

2) Que no se dieran ni cuenta y así poder observarlos ¡y descubrir todos sus jodidos secretos!

No podía más que frotarme las manos ansiosa por la locura que se avecinaba a mi vida.

Nos escurrimos de la mano por entre el tumulto de estudiantes que se retiraban camino a sus casas, y una vez frente al gimnasio, Kofuku me dió un pequeño apretón, y con una gran sonrisa me aseguró "Espero que la entrenadora me deje contribuír con lo que pueda, la vez que vi el partido estaba tan impresionada que no podía descansar tranquila por pensar en que quería verlos jugar de nuevo. Pero sobre todo por que ¡así puedo proteger la feminidad de Yuu chan! "

Sonreí cansada por la tensión que se avecinaba " Yo sólo espero que nadie se dé cuenta"

Los ojos grandes y brillantes de Kofuku se posaron sobre mi figura, visiblemente incómoda "Con lo preciosa que estás con ese uniforme los enamorarás a todos con tu mera presencia, siempre y cuando no saques tu lado de chibi same"

Mientras ella no dejaba de reír a carcajadas, me quedé con la boca abierta, me había llamado chibi same... Se le estaban pegando demasiado rápido las malas costumbres.

Entre risas logró imitar a Taiga con su ¡devóralos chibi same!

"¡Fue un momento tan genial!"

Para cuando le iba a tirar de los mofletes, una voz nos interrumpió, sacándonos de nuestra ensoñación.

"Lo siento, pero me gustaría entrar" murmuró el fantasma del Seirin, dándonos un susto de muerte.

"¡Kyaaa~!" Gritamos ambas al unísono agarrándonos la una a la otra.

Seirin no BasketDonde viven las historias. Descúbrelo ahora