Capítulo Cinco

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Nerviosa, esa es la palabra que mejor define mi estado de ánimo ahora que me encontraba a solas con JungKook en mi casa.

Eran las cinco de la tarde pero de igual manera, ambos decidimos cambiar los uniformes por unas cómodas pijamas dado que ninguno de los dos, pensaba volver a salir y menos con el feo clima que hacía.

A las cuatro de la tarde las nubes grises se apoderaron del cielo de la ciudad y la temperatura comenzó a decaer lentamente. Se pronosticaban lluvias para más tarde y, mentiría vilmente si dijera que la idea de pasar lo que restaba del día en pijamas y viendo películas con JungKook, era algo que no me agradara.

Porque el clima estaba perfecto para para ello.

Deposité los dos vasos de plástico sobre la bandeja de color rojo que descansaba en la isla y observé en silencio cómo JungKook vertía toda la bolsita con cabritas que compramos en el trayecto de vuelta a casa, en un gigantesco bowl.

Una cabrita cayó fuera de la fuente y, antes de que pudiera agarrarla, él la atrapó y se la llevó a la boca rápidamente.

— ¿Tienes la bebida?

— Sip.

— Okey, vámonos — dijo, depositando el bowl en la bandeja para luego tomarla y avanzar en dirección a las escaleras. Tomé la Pepsi de dos litros y lo seguí en silencio.

Ingresó a mi habitación y dejó las cosas sobre el mueble de noche antes de girarse y verme con el ceño suavemente fruncido.

— ¿Te pasa algo?

— ¡¿Qué?! No... ¿Por qué lo preguntas?

— Estás perturbadoramente callada. Eso no es normal, Miyeon.

Golpeé su brazo y soltó una pequeña risa nasal.

— Cierra el pico, Jeon — le ordené, pretendiendo estar enfada con su comentario.

Rió nuevamente y se metió a la cama. Se hizo a un lado haciéndome espacio y palmeó el lugar vació en señal de que me apresurara.

— Ven aquí. Debes tener los pies helados y si te enfermas, tu madre se enfadará.

Asentí y, mientras me recostaba a un lado de él, el recuerdo de lo sucedido al interior de estas cuatro paredes golpeó mi cabeza con fiereza y se me fue imposible no ponerme más nerviosa de lo que ya estaba.

Mis labios cosquillearon el rememorar la manera en que jugueteaban con los de JungKook y, las ganas de girarme y volver a besarlo, no me faltaron.

JungKook enredó sus pies con los míos para que estos entraran en calor y, a pesar de que es una acción que ya ha realizado con anterioridad, ahora me parecía mucho más dulce y romántica que antes.

Por dios... ¡¿Dije romántica?! Joder, necesito que alguien me golpee para parar de pensar en tantas estupideces.

<< Cálmate, Miyeon. Es solo una noche... Puedo soportar una noche con JungKook apegado a mí... Bueno, eso espero >>.

— Dios, ¿cómo puedes estar siempre con los pies tan fríos?

— Es algo de familia — solté en un susurro, girándome para tomar el bowl y depositarlo sobre mi regazo.

JungKook tomó el control remoto y colocó la aplicación de Netflix.

— ¿Qué quieres ver?

Me encogí de hombros.

— No lo sé... — murmuré, fijándome en los títulos de las películas que Jeon iba pasando. — ¿Qué te parece el extraño mundo de Jack?

— Ok.

[-]

A la mitad de "la dama de negro dos" la televisión se apagó de manera repentina, dejando todo el cuarto a oscuras. El incesante sonido de la lluvia al exterior de la casa rellenó el pequeño silencio en que nos sumimos hasta que JungKook habló.

— Creo que se cortó la luz — dijo y contuve la respiración cuando su aliento golpeó mi mejilla.

— ¿En serio?...— Reí, ocultando la incomodad que me causó el sentir su respiración tan cerca de mi rostro. — ¿Cómo te diste cuenta de eso?

Rió como respuesta y desbloqueó su móvil para encender la linterna de este.

Se acomodó de lado, apoyando su cabeza sobre su mano derecha, dejando el móvil sobre la cama y alumbrando parcialmente su cara.

— ¿Y ahora? ¿Qué hacemos?

Me encogí de hombros, acomodándome encima de las esponjosas almohadas.

— Si te soy sincera... De esta manera, estás perfecto para contar alguna historia de terror.

— Sé que soy perfecto.

— De todo lo que te dije... ¿Solo escuchaste eso?

— Hum... tal vez.

— Idiota...— reímos.

El silencio nos envolvió nuevamente y fijé mi mirada en el techo, jugando con los dedos de mis manos de forma ausente hasta que recordé algo.

— JungKook.

— ¿Sí? — bisbiseó.

Fruncí los labios y giré mi cabeza para mirarlo.

— ¿Por qué no me has contado que SoHee te invitó a salir?

— ¿Cómo lo sabes? — preguntó, confuso.

— Los chicos me contaron.

— Oh, ya veo...— Asintió mientras jugaba con el edredón.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

— No creí que fuera importante.

— ¿Cómo que no es importante? Una chica que por un pelo se convierte en idol te invitó a salir — exclamé, moviendo mis manos para acentuar cada palabra.

— Sí, lo hizo pero no es la gran cosa, Miyeon. Ella no me gusta y, además, no es como si fuera la primera chica que me invita a salir.

<< Ella no me gusta... >>

¿Cómo podían esas simples palabras hacerme tan repentinamente feliz?

Ignoré la ferviente felicidad que me invadió y procesé lo que venía después de aquella oración. Mi mandíbula inferior cayó y mis ojos se abrieron con asombro.

— ¿Más chicas te han invitado a salir? — Asintió lentamente, sin comprender el por qué aquello me asombraba tanto. — ¿Por qué diablos no me lo has contado? Se supone que somos mejores amigos.

— Lo somos.

— Pero... ¡Se supone que deberíamos contarnos este tipo de cosas! Si alguna chica te invita a salir o te gusta...— dije, a pesar de que el solo pensarlo me hizo sentir mal. — Deberías decírmelo...

— Tú nunca lo has hecho — me acusó.

— ¡Porque nunca me han invitado a salir! — respondí obvia. — Se supone que no nos guardamos secretos, JungKook — hablé con un tono un poco molesta.

— Muy bien. Ya que estamos con este tema de la sinceridad... — Me miró fijamente y se acomodó. — Tú tampoco has sido muy sincera conmigo, Miyeonnie...

— ¿D-de qué diablos estás hablando? — tartamudeé, con las manos sudorosas y mi estómago temblando de los nervios al ver cómo Jeon seguía invadiendo mi espacio personal de manera lenta y hasta, provocativa.

El dedo índice de su mano izquierda se posó sobre mi mejilla y, pausadamente, fue trazando una línea desde mi pómulo hasta mis labios mientras una traviesa sonrisa se dibuja en su expresión.

Se inclinó más, hasta el punto en que su nariz se hallaba a milímetros de la mía y nuestras respiraciones se fusionaban en una sola.

— Te escuche esta mañana, Miyeonnie. 

KISS » JEON JUNGKOOK ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora