Capítulo 23: Amar

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Tae Hyung

[Un mes después]

Yoon Gi continuó hablando por teléfono durante el descanso y Ji Min no hizo más que rodar los ojos al escuchar como el cocinero del restaurante, en donde ahora trabajaba, empezaba a hablar cariñosamente con su novia.

— Ya deberías decírselo, ¿No crees? — le susurré a mi amigo, mientras probaba una de las tantas mandarinas, que él me había traído para el receso/almuerzo.

Ji Min me miró y se encogió de hombros, tomando otra mandarina y pelando esta a medida que iba observando/acosando a nuestro amigo cocinero.

Después de haber renunciado a la cafetería, como es de suponer me quedé sin trabajo, sin embargo, Ji Min se ofreció a ayudarme a encontrar trabajo y ahora me encuentro en el restaurante de Jin, el chico que se casó y que ahora anda con una barriga de ocho meses. Tengo que admitir que a veces me da mucho miedo verlo caminar de aquí para allá.

— Deberías decirle que quieres salir con él, en vez de estar observando de lejos como la felicidad se te escapa de las manos. — terminé con mi primera mandarina y seguí con la segunda. Estaba quitándole la cáscara, hasta que el grito de mi amigo me asustó.

— ¡Esto está horrible! — gritó, dejando a un lado la mandarina y frunciendo su ceño.— ¡Está demasiado agrio! — dijo en su defensa, luego de pasar el sabor. — ¿Cómo puedes ir por la segunda mandarina si su sabor es un asco? — mi amigo seguía quejándose, pero yo seguí comiendo sin problema alguno, pues no había nada diferente en la fruta.

El cocinero siguió hablando con su novia y al terminar, le echo un vistazo a mi amigo, quien de repente se hizo el distraído. Maldito.

— Creo que deberíamos dejarse de tantas tonterías, son unos adultos y se nota que quieren estar juntos. — me crucé de brazos y esperé a que mi amigo conteste algo, pero antes que lo haga, el jefe de los meseros ingresó a la sala de descanso y nos dijo que regresáramos al trabajo.

— Será para la otra, Tae — la sonrisa de Ji Min fue llena de burla y lo único que hice fue lanzarse una mandarina justo en la cabeza, esta no se partió hasta llegar al piso.

— Eso es por ser un idiota.

Mi amigo solo rio y continuamos con nuestro trabajo hasta que la tarde llegó, tiempo en el que nuevamente regresamos a la sala de descanso, pero en esta ocasión solo nosotros nos encontrábamos. Al parecer Yoon Gi tenía mucho trabajo.

— ¿Entonces no se lo piensas decir? — continué con el tema, mientras seguía comiendo de las mandarinas.

Él no me contestó y cuando quise leer su mente, no lo logré. En ese momento maldije la suerte de Ji Min, él era uno de los pocos a los que no podía leerle la mente.

— Tiene novia, Tae Hyung. No puedo meterme en una relación. — su voz sonó muy triste y entonces me sentí tan mal de recordarle lo obvio.

Sin embargo, pensaba insistir, tal vez no de una manera tan dolorosa, pero sí de cualquier otra manera, para que él entendiera que Yoon Gi también lo quería, a pesar de hablar como un bebé cada vez que hace una llamada con su novia.

— ¿No crees que estás muy raro? — preguntó en esta ocasión mi amigo bajito. Dejé mi mandarina de lado y negué, para luego continuar. — Es demasiado raro estar comiendo una tercera o cuarta mandarina cuando esta se encuentra agria, además, estás... mejor olvídalo. — susurró por último, antes de que nos quedáramos en un completo silencio, un silencio que fue interrumpido por las risas de Jin, lo más probable es que haya llegado a supervisar.

Ji Min se puso alerta y me miró, luego a la puerta, pero no dijo nada. Luego decía que yo era el raro.

Espere atento la visita de Jin, pues él siempre se sentaba en la sala de descanso y nos hablaba de su embarazo avanzando.

Seguí en mi asunto de devorar mandarinas, hasta que la puerta se abrió y por esta no entró Jin, sino...

— Nam Joon... — murmuré con cierto rencor. Él cargaba una bolsa para bebés, mientras tomaba la mano de... Jin.

Maldije por lo bajo, si él se encontraba aquí, significaba que...

Ni siquiera bastó un minuto para ver detrás a Ho Seok, quién también cuidaba de Jin y que ahora tenía toda su atención encima de mí.

Miré a Ji Min, él sabía que estaba llegando, no tenía que leer mentes para saberlo, y aún así no se atrevió a decirme algo sobre aquello para escapar.

— Aquí estaban chicos.— Jin dice en un tono alegre, agarrando su espalda con una mano y con la otra, su vientre. — Les presento a mi esposo, Nam Joon y a su primo, Ho Seok.— entonces no pude hacer nada mejor que... Huir.

Nadie me detuvo, solo me disculpé y tomando una mandarina más, salí corriendo del cuarto, sin importarme mucho empujar a Nam o a Ho Seok.

¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta? Debí suponerlo.

Cuando me doy cuenta me encuentro en el callejón, atrás del restaurante. Respiro con lentitud una vez que me encuentro tranquilo y comienzo a comer mi mandarina, pero en menos de dos minutos la puerta se vuelve a abrir y por esta sale Ho Seok. Lo que me faltaba. Definitivamente no es un buen día.

— Hola, Tae. — susurra, cerrando la puerta detrás suyo y mirándome como si no pudiera acercarse a menos de tres metros de distancia.

— Hola — digo apenas, tratando de ser lo más cortante posible.

— Al parecer te ha ido muy bien.— murmura tan bajo, que parece que no desea hablarme y mucho menos, mirarme.

No contesto, solo me quedo ahí, comiendo mi mandarina y fingiendo que estoy solo, cuando no es así.

Él se acerca un poco, a paso lento, y aunque sé que está esperando alguna reacción de parte mía, no hago nada más que quedarme callado.

Al encontrarse al frente mío, no tan lejos y tampoco tan cerca, siento que esto no está bien. No puedo con Ho Seok y sé que tan pronto como pueda, me veré cayendo entre sus brazos.

— Tae... yo, yo he tratado de olvidarte, enserio he tratado y entre más tiempo pasa, más miserable me siento. — su mirada expresa desdicha y tan pronto como ha comenzando, ya me veo dejando la mandarina de lado. — Sé que sigues sintiendo algo por mí, a pesar de que lo niegues. Yo te amo, lo sigo haciendo a pesar de que ha pasado un mes y aunque quise hablar de esto antes, solucionar nuestras diferencias, al ir a tu departamento no encontré nada y al llegar a la cafetería solo confirme que habías renunciado. — se acerca un poco más y aunque sé que puedo darme muy bien de él, no lo hago. Solo me apegoe un poco más a la pared y lo veo venir y tomar mis manos entre las suyas. — ha pasado tiempo, pero yo te sigo amando con la misma intensidad de hace cinco meses.

Sé que está mal lo que haré, incluso sé que si alejo a Ho Seok en este preciso momento, puedo evitar que todas las visiones de Ji Min se cumplan, pero no puedo. No puedo vivir sin él, no puedo estar sin verlo y ahora que tengo la oportunidad de hacerlo, odio ver lo infeliz que es. Tal vez algunos digan que soy malo, que no sé amar, pues cualquier persona que en verdad está enamorado se alejaría de la persona que ama para no dañarlo, pero siendo sincero, en este mundo la mayoría de personas son egoístas y por un poco de amor son capaces de quedarse al lado de la persona que está enamorado, sin importar las posibles consecuencias.

Está mal lo que haré, lo sé, lo sé demasiado bien, pero no me importa, pues en menos de un segundo, mis labios están encima de los de él y sus manos están alrededor de mi cintura.

Estoy arriesgando demasiado, pero poco me importa, pues lo único que necesito para respirar con tranquilidad, para sonreír con normalidad es aquel hombre que disfruta de mis besos. Que disfruta de mí.




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Maratón 8/10

Regresé porque dormir lo soluciona todo.✨

Por siempre ✧ HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora