Capítulo 1.

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I.


Las maletas son tan pesadas y robustas en mis manos, tanto que no puedo tomar el lujo de ajustar las correas de los bolsos que se deslizan por mis hombros con cada paso de mi agitada carrera. El aeropuerto está en ebullición, las personas precipitándose con tanta rapidez y violencia que me encuentro sorprendida —y agradecida— de que el lugar no termine viniéndose abajo con la brutalidad de sus habitantes.

—Por aquí, por aquí—, Tía Marie solo canturrea constantes oraciones ligeras como si de alguna manera diciendo "muévanse por acá, esquiven aquella muchedumbre, aceleren el paso" el universo pusiera a sus pies las condiciones necesarias para agilizar nuestro gran camino hasta su terminal.

Tía Marie se está yendo de viaje con su novio, Joe, por un crucero que dura algo así como tres semanas, tal vez un poco más o menos. Debería potencialmente preocuparme más todo el asusto de sus fechas de ida y vuelta ya que, por el lapso que su pequeña romántica aventura esté en forma yo me ocuparé casi por completo de su vida. Cuidaré su departamento, comeré su comida, conduciré su coche, disfrutaré del mejor escape de mi vida por la mínima cuota a pagar de también hacerme cargo de su trabajo. De alguna peculiar manera —tal vez que es la favorita del jefe— logró fácilmente conseguir su pase fantasma, ya que, técnicamente no permanecerá desatendido su puesto y puede irse con cero en preocupación.

—¡Mierda!—, aprieto los dientes y sacudo la cabeza al ser golpeada por el equipaje de un sujeto que se niega a mantener sus ojos en el maldito camino y prefiere permanecer absorto en su estúpido teléfono celular. Salto entre paso y paso tratando así de conseguir un mejor ajuste de mi carga.

—¿Todo bien?—, la amable voz de Joe hace su camino por encima del bullicio del lugar y lo miro a mi izquierda, tan cargado como yo, o incluso más. Sus ojos me estudian en busca de alguna clase de lesión o algo parecido y yo simplemente me encojo de hombros.

—La gente estúpida existe, Joe, pero las personas golpeadas por estúpidos doblegan la cifra.

Ríe de lado y mira al frente justo al momento que una mujer con un sombrero espectacular —y no me refiero al diseño, sino al jodido tamaño— amenaza con rebanar la sien de Joe y él tiene que hacer una pirueta increíble para no ser degollado por la maldita cosa. Apenas logra encogerse para regresar su vista al frente y buscar robóticamente a Tía Marie. Joe es un buen tipo: tan alto como podría serlo un regular escocés, pálido y pecoso con una pequeña mata de cabello rojizo por encima de su regordeta complexión que suele desenvolverse con torpeza pero exagerada confianza. En unos años más joven que Tía Marie y lo conocí hoy. Es por eso que afirmo es un buen tipo.

Apenas puedo ver los rizos rubios de mi tía cuando se detienen y la encuentro tras una glorieta de personas que no podrían estar en peor lugar, me mira con una sonrisa completa y una lágrima brilla en la esquina de su ojo derecho. Elevo la vista solo lo suficiente para ver que hemos llegado a su terminal y la he respaldado tanto como es posible, así que es el momento de la despedida. Un chico de la aerolínea se acerca a nosotros para tomar nuestras cargas y lleva a Joe con él para el trámite correspondiente por lo que solo quedamos Tía Marie, yo, y un montón de cosas que no ponemos en palabras, pero ambas reconocemos la importancia.

Mi casa.

Mis padres.

El infierno disfrazado de vida que tendré que enfrentar a su regreso.

Empujo todo a un lado y me concentro, con el mejor de mis esfuerzos: —Estoy tan feliz por ti, ustedes juntos simplemente me encantan. Diviértanse y disfruten lo mejor que puedan.

Sonrío con la plena calidez que su mera expresión me provoca, sus ojos tan amables y profundos, los labios largos y delgados. Esto es Tía Marie, una mujer con pocos años que pasan los treinta, ojos como el cielo y una complexión simplemente perfecta. Esa es exactamente la razón por la cual se mantiene continuamente en profundos y candentes romances con una diversidad de hombres casi envidiable. Y amo cada rasgo que complementa su explosiva personalidad.

          

—Oh, cariño—, extiende sus brazos ahora libres en mi dirección y corro tan pronto como puedo dentro de ellos. Me rodea y su calor me envuelve rápidamente, mi corazón acelerándose y mi piel sonrojándose. —Sé que no hace falta decirte lo mucho que te amo, Sherill. O quizá sí, no tengo idea—ríe flojamente—, pero te amo, linda. Hay muchísimo más de lo que piensas dentro de ti.

Tomo distancia para poder mirar sus sinceros ojos. Lágrimas vienen casi inmediatamente a mí.

—Y bueno, tal vez esté a dos océanos de distancia bronceando mi pálido cuerpo en compañía de mi muy caliente novio pero, el teléfono está contra tu trasero, así que, no dudes en llamarme para cualquier cosa. Lo que sea, Sherill. ¿De acuerdo?

Sonrío felizmente hacia ella. La extrañaré tanto.

—Sí, lo sé. —Joe aparece lateralmente a mi visión y me retiro por completo de nuestro toque, rígidamente despidiendo a mi tío postizo.—Es momento de llevar ese trasero sin color al sol, entonces. Tengan un tiempo genial, yo disfrutaré vaciando esa nevera tan grande que compraste y haciendo correr esos kilómetros de tu auto.

Ríen en compresión y Joe la abraza a su lado, ambos mirándome con calor. Me muevo incómoda sobre mis talones. La voz estándar del altavoz sale expulsada con el anuncio entre palabras acerca del avión despejando en pocos minutos.

—Está hecho, debemos ir. —Joe dice en mi dirección y yo asiento, comprendiendo. —Haz estas semanas valer y acaba con todo lo que puedas, Sherill. Esta mujer lo merece. Disfruta tu propia compañía.

Comienzo a girar hacia la salida riendo por la obvia compatibilidad de este par frente a mí. Puedo imaginar el buen rato que pasarán.

—Bien, sí—bloqueo las aguas que urgen saltar de mis ojos—, es un hasta pronto entonces.

—Lo es.

Ambos se dan media vuelta y se dirigen tomados de la mano al pasillo que los conducirá al escape romántico más deseado del año, permanezco inerte sobre mis pies hasta que sus cuerpos desaparecen y es entonces cuando comienzo mi camino hacia el departamento de Tía Marie, o sea mi casa temporal. Subo al auto que ha dejado a mi disposición y hago lo que puedo para salir lo más rápido posible de ese lugar y me dirijo entonces al centro de la ciudad, las nubes grises y gordas flotan por encima de Londres como de costumbre, por lo que espero que el resto del día se presente sin ningún inconveniente. Aparco el auto donde se supone debe ir y subo hasta el piso de mi lugar favorito, abriendo la puerta con entusiasmo apenas pongo un pie adentro me deshago de mis zapatos y me arrojo al sofá que se encuentra frente al espectacular televisor, cuando la temperatura empieza a descender me pongo de pie para preparar un té y algún bocadillo, regresando a mi lecho (manta incluida) dejo que las horas y minutos faltantes se escapen y es así como el domingo termina. Creo soñar con lo que me esperará mañana; pilas de hojas que leer, miles de grapas que usar y un montón de extraños que esquivar. No suena tan mal, especialmente cuando no tengo nada mejor que hacer que permanecer lejos de mis padres.

-

Me dejo caer pesadamente sobre la silla y saco todo el aire de mi cuerpo, liberándome del calor acumulado dentro de mí.

No puede ser, simplemente no puede ser.

¿No pudo permanecer en su oficina el resto de la semana como lo ha hecho durante los dos primeros días de esta? ¿De dónde mierda ha salido este tipo y por qué Tía Marie no me dijo nada al respecto? ¿Es por él la razón por la cual este lugar parece una fábrica de perfumes y una epidemia de edecanes? Este trabajo estaría más que hecho de no ser porque justo hoy acabo de toparme con él, el hijo del señor McMann, que no tengo ni idea de dónde ha salido o por qué está aquí. Los cotilleos que han estado rondando todo el lugar tienen más razón ahora. Hoy es miércoles, la primera parte de la semana tuve un tiempo realmente agradable leyendo toda esa publicidad de libros que serán publicados próximamente y escribiendo guiones para los presentadores, aportando ideas para cartelones o revisando la redacción de algunos emails importantes, todo estaba espléndidamente bien, hasta hoy. Respiro con profundidad nuevamente y relamo mis labios mientras abro un documento en el ordenador y me obligo a escribir, cualquier actividad que me permita alejar mi mente de esos muy llenos minutos de tensión. Posiblemente nunca he parecido tan tonta en mi vida, maldita sea. ¿Pero como siquiera soportaría la vista de todo ese montón de carne en traje? El aroma de su colonia todavía me tiene mareada. Está bien, el tipo es atractivo y todo, con esos bonitos ojos y cabello, una altura sobresaliente y una complexión bastante bien proporcionada. De acuerdo, esa parte la acepto. Pero cinco segundos en esa oficina con él y no pude soportar su estúpido egocentrismo al intentar demasiado deducirme, recién cumplí mis 20 años la semana pasada pero no soy estúpida en absoluto. Ese tipo sabe lo bueno que está y lo aprovecha, es por eso que no pienso aportar más a su narcisismo.

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⏰ Last updated: jun. 23, 2017 ⏰

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Hola. Ya sacaste la historia de Wattpad ?

6y ago

Me encanta!!!❤️ Estoy lista para leer el próximo capítulo!

7y ago

The ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora